La emprendedora que está introduciendo la ropa de protección solar en España
Eva Zorzo es la fundadora de From Sun With Love
Vivimos en un país de sol y a los españoles nos gustan la calle y las actividades al aire libre, pero también somos cada vez más conscientes de la importancia de protegernos de los rayos UVA y UVB. Pese a ello, la Asociación Española contra el Cáncer alerta de que los casos de melanomas están creciendo de forma importante desde los años noventa. La ropa es una de las formas más eficaces de proteger la piel. No en vano, la OMS habla de la ropa como nuestra “primera línea de defensa” frente al sol. Aunque todos los tejidos bloquean en parte sus rayos, no todos son igual de efectivos a la hora impedir que la radiación ultravioleta, responsable de la mayoría de los efectos dañinos del sol, llegue a nuestra piel. La cantidad de radiación solar que es capaz de bloquear una tela se mide con el grado de UPF (Ultraviolet Protection Factor), una unidad de medida similar al SPF de las cremas: cuanto más alto sea, mejor nos protegerá. Las prendas de From Sun With Love ofrecen una protección de UPF+50, la más alta. Eva Zorzo es la fundadora y CEO de esta marca de ropa confeccionada con tejidos sostenibles producidos a partir de materiales reciclados como botellas de plástico. Aunque se formó en diseño gráfico y dirección de arte y sus padres trabajaban en moda, Eva Zorzo nunca pensó en dedicarse a ese mundo. “Mi madre era modista y mi padre patronista. Me he criado entre patrones y agujas e hilo, sin embargo, jamás aprendí sus oficios”, explica. Ella se dedicó al sector editorial hasta que hace unos años, debido a su problemática relación con el sol, empezó a trabajar en la creación de prendas protectoras. Entonces descubrió la importancia de esa herencia que, sin saberlo, había recibido de sus padres. “Te das cuenta de que son aprendizajes que tienes y de los que no eres consciente hasta que no te pones manos a la obra”. El producto estrella de From Sun With Love son la capas de sol para niños y adultos, aunque poco a poco van incluyendo más prendas en su catálogo.
¿Cómo te interesaste por la ropa de protección solar?
Nací y crecí en los años setenta, cuando era habitual pasar largas horas en la playa, bajo el sol de agosto, sin ningún tipo de protección. De jovencita comencé a sufrir una fortísima alergia solar y me he pasado los veranos investigando y buscando la manera de proteger mi piel y la de mi familia de los rayos ultravioletas sin encontrar las prendas adecuadas. La marca fue gestándose durante unos cuatro años o cinco hasta que por fin se dieron las circunstancias para que se materializase. El proyecto arrancó oficialmente en el verano del 2018 con los prototipos de las capas para testear tanto la prenda como el tejido, y las primeras salieron a la venta para el verano siguiente.
¿Qué tratamiento llevan las prendas para bloquear los rayos UVA y UVB?
Nuestras prendas tienen la protección natural intrínseca por la forma en la que están tejidas, no se les aplican tratamientos químicos, de ahí que ofrezcan una protección muy segura porque no se va ni con los lavados ni con el uso. El tejido debe cumplir unas características en cuanto a la densidad del entramado de la fibra para ofrecer esa resistencia al paso del sol. Luego se somete a un test en laboratorio. Nosotros trabajamos con dos tejidos, uno pasa el test uno con la norma australiana y otro con la norma americana, según la procedencia de cada uno. Esas entidades otorgan el certificado y el valor en función de la cantidad de radiación que bloquea el tejido. La más alta es la UPF 50+, que bloquea más del 98% de los rayos UVA y UVB.
¿Fue muy difícil el proceso de investigación y desarrollo de las prendas?
Sí, la verdad. Había escuchado que emprender es duro, pero más en el caso de un producto novedoso, sostenible y del que no hay referentes. De tener una idea a hacerla realidad hay un gran trecho. La inventora del parasol, Louise Henry, decía: “inventar es fácil; es el trabajo de desarrollo lo que es desgarrador”. Me costó mucho encontrar el tejido ideal para la capa, porque tenía que cumplir varias características. Al ser una prenda cerrada para verano, no tiene que dar calor. Además, tenía que resultar muy suave y ligera y no arrugarse, porque la clave es poder llevarla en su bolsita y ponértela cuando quieras sin que se haya hecho un gurruño. Costó mucho encontrar el proveedor ideal, pero lo conseguí y hemos establecido una buena alianza. También es difícil que comenzando las empresas te hagan caso y te den la opción de comprar cantidades pequeñas de tejido. Terminar los prototipos, patronajes, obtener la patente como modelo de utilidad,… Solamente eso me costó casi tres años. Ahora vamos poco a poco incorporando nuevas prendas cada temporada. Este año está siendo complicado con el COVID-19 y ha habido cosas que se han quedado en el tintero, pero saldrán la temporada que viene.
¿Dónde producís?
Producimos en Madrid, en talleres cercanos, y no es fácil, porque aquí no hay una tradición textil como existe, por ejemplo, en Cataluña. Hay muy pocas empresas. Algunas prendas se estampan en Barcelona, pero todo se cose aquí en Madrid en pequeños talleres. Los tejidos vienen de Italia y de Norteamérica.
Hacéis mucho hincapié en la sostenibilidad. La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo. ¿Qué hacéis para intentar paliar ese impacto?
Empezando por la materia prima, utilizamos las fibras tecnológicamente más avanzadas del mercado, Econyl y Repreve. La primera procede de redes de pesca, kilométricas redes fantasmas abandonadas en los océanos. Repreve se obtiene reciclando botellas que encuentran en la naturaleza. Es una empresa que lleva más de 19 millones de botellas de plástico recicladas. Además, fabricar con talleres locales es una forma de reducir nuestra huella de carbono y, sobre todo, ayudar a la economía local. El fast fashion emplea a millones de personas en condiciones infrahumanas, casi de esclavitud. Ofrecer a las personas sueldos dignos, horarios razonables y la posibilidad de criar y enviar a sus hijos a colegios es nuestra responsabilidad. Claro, todo esto hace que la prenda tenga un coste. La gente piensa que la ropa producida así es cara, pero no se da cuenta de que la otra no puede ser tan barata.
La ropa de protección solar es bastante desconocida, al menos en España, donde la asociamos principalmente con el deporte. ¿Está creciendo el interés por este tipo de productos?
Hay países con mucha más tradición, como Australia, que lleva años con una tasa altísima de cáncer de piel. Son los pioneros en la ropa de protección solar. En Estados Unidos el mercado también está muy desarrollado. En Europa estamos empezando y en España tenemos desde hace una década camisetas de agua y bañadores por la influencia extranjera en los deportes de agua y el surf. Pero, por mi experiencia, no solo necesitamos protegernos cuando estamos en el agua, sino en todo el tramo de 12 a 16 horas, que es cuando la OMS recomienda encarecidamente cubrirse porque la radiación es intensa. En verano los niños están jugando en los parques, en la playa o comiendo en terrazas y constantemente expuestos a una radiación que, ya se sabe, es perjudicial para la salud. Las quemaduras en la infancia y adolescencia multiplican por tres el riesgo de melanoma en el futuro. Afortunadamente ahora empezamos a tener más interés en el tema. Los dermatólogos están haciendo una gran labor de concienciación y mi marca está aportando su granito de arena. De hecho, uno de los pilares de la empresa es educar en el disfrute responsable del sol. Pero hace falta mucha más conciencia todavía. Somos el país de más horas de sol de toda Europa y tenemos el concepto ‘tomar el sol y estar morenos’ muy arraigado.
Ahora vendéis capas, bañadores, pañuelos multiuso,.... ¿Qué otras prendas planeas lanzar de cara a futuro?
Me encantaría que cada persona encontrase en From Sun With Love una opción para protegerse. Me gusta idear las prendas pensando en cómo voy a ayudar a esas personas. La marca se especializa en cover-ups —así lo llaman los americanos—, prendas ligeras que te pones encima del bikini o de la ropa. Pero también haremos prendas más básicas. Lo difícil es encontrar el tejido apropiado para cada tipo de prenda. Existe todavía muy poca variedad con certificado UPF. Mi gran reto es cubrir a los niños más mayores. Mi hijo tiene 10 años y resulta toda una lucha. Fíjate si ha tenido educación en protección solar, pero es un drama. Cuando son bebés te haces con ellos, les pones las prendas que quieres y les untas crema, pero cuando llegan a los 5 o 6 años empiezan a negarse y se olvidan de la protección. Y cuando son adolescentes ya ni te cuento. Es un problema, porque ellos son los más vulnerables a las quemaduras.
