“Una idea no vale nada hasta que no la pones en marcha”
Sofía Benjumea, directora del Campus Madrid de Google
El suyo es un apellido familiar en el mundo de las startups. Sofía Benjumea es la fundadora, junto a su tía y socia, María, de Spain Startups y The South Summit —considerado el principal encuentro sobre emprendimiento e innovación del sur de Europa— y, desde hace un año, es responsable del Campus Madrid de Google. El espacio para emprendedores del gigante online abrió sus puertas el verano pasado. El de Madrid fue el cuarto centro de este tipo que Google ponía en marcha, tras los de Londres, Tel Aviv y Seúl. Después lo haría también en Varsovia y Sao Paulo. La idea era crear hubs donde los emprendedores pudieran trabajar, aprender e interactuar entre ellos, y que, con un poco de suerte, de alguno surgiera el próximo Google. En estos meses la comunidad del Campus Madrid ha crecido hasta superar los 18.000 miembros.
¿Cómo se está moviendo eso que se llama el ecosistema emprendedor?
Comparando con otros estamos todavía en una etapa muy temprana, pero madura muy rápido. Empezamos tarde, pero el detonante de la crisis y otros factores han hecho que nos posicionáramos, incluso a nivel global, con una rapidez espectacular. Tenemos emprendedores cada vez más innovadores y con mayor base tecnológica, que es lo que hace que la innovación sea real y dota a los proyectos de mayor escalabilidad, lo que al final marca la diferencia. En segundo lugar, tienen una visión cada vez más global. Esa es una de las claves. Los primeros éxitos de emprendimiento en España se habían mantenido en el entorno nacional. Ahora por fin estamos viendo proyectos, como CartoDB o Ticketbis, que se han convertido en referentes internacionales. Empiezan como tienen que empezar, a nivel local, pero pensando desde el principio en el mercado global.
¿Qué queda de esa idea, extendida durante la crisis, de que emprender era una solución para los que se quedaban fuera del sistema?
Los que emprenden por necesidad lo hacen de otra forma, montan un pequeño negocio o se hacen autónomos. Lo que es muy loable, este es un país de pymes y autónomos. Pero el emprendedor que acogemos en Campus es gente que arriesga mucho. Quieren convertir sus proyectos en grandes empresas internacionales, generando negocio, riqueza y marca España. Por eso tenemos que apoyarles.
¿Nos estamos volviendo más ambiciosos?
Podemos hablar de que en España debería haber más financiación para los emprendedores y unas leyes que facilitaran las cosas, pero lo realmente importante es la actitud. Se dice que Silicon Valley no es su sitio, sino una actitud. Afortunadamente, en España está cambiando la forma de pensar. Cada vez se respeta y se apoya más el emprendimiento, porque al fin se empieza a entender el impacto que puede tener. Sin emprendedores que piensen en grande, que piensen en global y piensen diferente, y un entorno que realmente les apoye, no se conseguirá nada.
¿Qué hay de ese miedo al fracaso que siempre se ha dicho que frenaba a los españoles?
Existe una cultura contra la que todavía hay que luchar, pero yo vivo a diario en un entorno rodeada de gente que no teme al fracaso. Tampoco es algo que haya que celebrar, pero del fracaso se puede aprender muchísimo. Es increíble lo que muchas veces nos gastamos en masters y formación, cuando seis meses intentando sacar adelante un proyecto pueden ser una de las mejores lecciones vitales. Aquí organizamos eventos que reúnen a emprendedores que han fracasado. Explican en qué fallaron, qué han aprendido y dónde están ahora. También está cambiando la forma en que se valora la figura del emprendedor. Incluso si luego decide volver a trabajar por cuenta ajena, el mercado ve como algo positivo el que lo haya intentado.
Y en el caso de las mujeres, ¿qué es lo que les frena?
Hay pocas mujeres estudiando ingenierías y también puede que nos arriesguemos menos. Necesitamos más mujeres con perfil técnico y que lideren los proyectos. En nuestra comunidad hay un 35% de mujeres y el 40% de las empresas tienen alguna en su equipo fundador, pero rara vez esa mujer es la líder y CEO. A veces somos menos ambiciosas. Nos resistimos a ser la persona que se sube al escenario. Con programas como Campus for Women estamos intentando ayudar a la mujer a creérselo, a pensar en grande y a atreverse a vender.
¿Qué es lo que diferencia a las startups que triunfan?
Emprender es muy complicado, intervienen muchos factores. Es una montaña rusa. Si no fuera así, no tendríamos que ayudarlas. Este país necesita educar a la gente para que valore a los empresarios. Tenemos que dejar de demonizar esa figura, porque son los que nos están sacando adelante. Son los que se atreven, se arriesgan y crean empleo. Deberíamos intentar que nuestros hijos vieran a los empresarios, y no solo a los deportistas, como ídolos. Es lo que pasa en Estados Unidos.
¿Basta con tener una buena idea?
No, es solo un ingrediente más. Es importante, pero una idea no vale nada hasta que no la pones en marcha. Hace falta que responda a una necesidad real del mercado, que ese mercado sea lo más amplio y global posible, y luego está la ejecución, que es la fase más complicada. Ideas tenemos todos, pero para conseguir el éxito es necesario que haya un equipo con las aptitudes y, sobre todo, con la pasión, la perseverancia y la disposición a dedicarle el trabajo y el sacrificio que sacar adelante un proyecto requiere.
¿Dónde hay ahora más oportunidades para nuevos negocios?
No podemos olvidarnos de lo que hemos sido y cuáles son nuestras bazas como país. Vivimos en un país referente mundial en turismo. España debería estar asumiendo el liderazgo de la innovación en el sector turístico y el de la construcción. Tenemos muchos casos de éxito relacionados con el big data y hay oportunidades en campos como la educación o la energía. Realmente se trata de ver dónde hay necesidades que afecten a mucha gente. Hay muchas cosas que mejorar y la mejor forma para conseguirlo en la mayoría de los casos es aplicar la tecnología, porque es lo que dota a esas soluciones de escalabilidad y hace posible que lleguen a más gente.
