Yaiza Pinillos, diseñadora de vestuario: “Los intereses y las pasiones dotan de estilo propio al trabajo de un diseñador”

Pinillos es la ganadora de los XI Premios MAS en la categoría de Cultura

Yaiza Pinillos.

Para ella, diseñar para teatro e incluso para ópera tiene que ver con la pintura figurativa, en el sentido de que la ropa debe ofrecer información sobre el personaje, mientras que diseñar para danza estaría más relacionado con la pintura abstracta, ya que lo que representa son emociones. Yaiza Pinillos, ganadora de los XI Premios MAS en la categoría de Cultura, lleva cerca de veinte años dedicada al vestuario escénico. Ha vestido a las primeras figuras de la danza española, entre ellas, Olga Pericet, Dácil Gonzáles, Manuel Liñán y Blanca del Rey. Ha firmado los diseños para cinco espectáculos del Ballet Nacional de España, la Compañía Antonio Najarro o la Compañía Antonio Gades. La docencia es la otra gran pasión de Pinillos, que en todas las facetas de su trabajo defiende un modelo sostenible en el vestir basado en el trabajo artesanal, la durabilidad, la nobleza de los materiales y los métodos tradicionales de producción.

¿Cómo te interesaste por el diseño de vestuario?

Supongo que lo llevaba dentro, aunque no fui consciente hasta bastante tarde. En mi época universitaria dudaba entre Historia del Arte y Bellas Artes, alternando curso tras curso entre estas dos carreras. Enseguida supe que lo mío no era ni pintar cuadros, ni esculpir, ni la ilustración, así que durante bastante tiempo anduve un tanto perdida. Pero un muy buen día tuve un encuentro fortuito que modificó mi vida de un modo integral. Un amigo que tenía una productora teatral se había quedado sin figurinista en un momento de urgencia y me pidió el favor de hacerme cargo de ese proyecto. Ese acercamiento produjo una chispa en mí que se ha convertido en fuego. Esta profesión se me presentó, no la busqué yo. En ese sentido fue como una especie de revelación, una epifanía, probablemente uno de los acontecimientos más felices y que en mayor medida han modelado mi vida.

¿Cómo es el proceso de trabajo para un diseñador de vestuario?

Bueno, lo primero que se produce es la llamada del director o directora. Ahí se expone a grandes rasgos la naturaleza del proyecto. A partir de esto nos reunimos todo el equipo creativo y tenemos una profunda conversación en torno a la idea, motivaciones, conceptos y referencias que animan al director a hacer realidad su idea. En esta reunión el diseñador de vestuario tiene que actuar como una especie de catalizador de ideas. Debe tener una capacidad intuitiva muy potente, aparte de un buen manejo de referentes culturales literarios, pictóricos o de la índole que sea que permitan erigir un concepto complejo en torno a lo que nos sugiera la dirección. Ese campo de intereses y pasiones son los que dotan de carácter y estilo propio al trabajo de un diseñador. Hemos de construir un universo ficcional amplio para crear ‘el ambiente’ en el que se desarrollará la poética visual del proyecto. Mis estudios en Historia del Arte han supuesto una herramienta muy útil a la hora de captar y saber representar esos ambientes. Considero que el papel del diseñador de vestuario es crucial, y que debe estar desde los primeros pasos de la construcción del concepto visual de la obra hasta el día de su estreno.

¿Cómo eliges los materiales y las técnicas más adecuadas para cada caso?

La elección va siempre en consonancia con la naturaleza del proyecto. Yo visualizo qué es lo que quiero conseguir y me sumerjo en el basto mundo de los materiales. Mi formación no viene tanto de la sastrería ni del diseño de moda, sino que es fundamentalmente artística. No solo en lo teórico, también en lo práctico. En mis posgrados he querido seguir indagando en la manipulación de materiales. En ese sentido, he realizado varios cursos en Saint Martins (Londres), la fundación Roberto Capucci (Florencia) y otros centros internacionales. Para mí es un reto vislumbrar nuevas soluciones en las superficies, manipular los tejidos, generar efectos que hagan de las telas, superficies intrínsecamente imbricadas en el concepto de cada diseño. Materiales y hechuras deben componer un concepto orgánico e integral. Las telas a las que podemos acceder comprando en comercios no siempre permiten ese nivel de exigencia, por eso acudo mucho a la manipulación de los materiales, ya sea mediante tintes, suprarreciclaje de prendas preexistentes o técnicas más complejas como el nuno fieltro, el plisado manual o mecánico, la sublimación o la creación de nuevos materiales como puede ser el bioplástico. No me cierro a la utilización de ningún tipo de material, puedo acudir a las sedas y tejidos naturales más exclusivos o bien al plástico industrial. La nobleza de los materiales se incrementa a través de la capacidad que tenga el diseñador de aplicarlos.

¿Qué tipo de relación estableces con los directores, los artistas y el equipo técnico?

Pues una relación muy intensa. Temo que soy muy intensa en mi faceta creativa… Necesito estar en permanente contacto con el director. Mi principal cometido es materializar sus ficciones de la manera más brillante posible. La relación que establezco con los artistas o intérpretes no suele ser tan estrecha o directa. Lo que me exijo de esta relación es que mis diseños resulten cómodos, ergonómicos y que les generen empoderamiento escénico cuando se enfundan en ellos.

Has hecho espectáculos de todo tipo. ¿Es muy diferente diseñar para danza que hacerlo para una obra de teatro, una ópera o un espectáculo de patinaje artístico?

El diseño de vestuario para danza es una disciplina en sí misma, bien diferenciada del resto de disciplinas escénicas en muchos términos, pero sobre todo en lo técnico. Un diseño para danza jamás está en reposo, es un constructo dinámico y complejo que exige al diseñador especializado tener en cuenta una serie de cuestiones técnicas y yo diría que hasta visionarias que le capaciten para acertar qué hechuras, qué tipo de material aplicar a fin de generar ese efecto milagroso de la metamorfosis de la prenda sometida al movimiento. Mi formación en Historia del Arte me hace ver mi faceta creativa desde un prisma muy vinculado a las artes visuales: pintura, arquitectura, pero también cine y música. Para mí, diseñar para teatro e incluso para ópera tiene que ver con la pintura figurativa. La pintura figurativa es descriptiva, nos ofrece información sobre los personajes a través de su vestuario, su postura, los elementos iconográficos que los rodean. Todos estos elementos hacen referencia al contexto físico, histórico y social del representado. Diseñar vestuario para danza es parangonable a la pintura abstracta, lo que representa son emociones. Su cometido principal no es tanto darnos datos sobre quién es tal o cual personaje (que también, sobre todo, en los casos de ballets argumentales) pero incluso en estos casos, el desarrollo técnico del vestuario en movimiento prima sobre lo descriptivo. Esa capacidad de saber representar emociones a través del desarrollo del vestuario en movimiento es para mí un ejercicio complejo de abstracción de las formas a través de un cuidado estudio del diseño, en el que se tiene en cuenta los materiales y las hechuras con respecto a la fuerza y el tipo de movimiento que ejerza el intérprete en su coreografía.

¿Qué es lo que un diseñador de vestuario nunca debe perder de vista?
Sobre todo, no debe perder nunca de vista la idea del director. Un buen diseño de vestuario deja de ser bueno cuando no está en plena concordancia con el resto de agentes que forman parte de la propuesta, y con ello me refiero a la coreografía, a la iluminación, la escenografía y resto de plástica escénica. Para que el engranaje de toda esta maquinaria escénica genere comunión, cohesión, congruencia visual y conceptual es imprescindible que establezcamos una estrecha relación con el director, que es quien tiene en mente el resultado final. Al tiempo, el director debe ser lo suficientemente flexible para permitir que cada plástico escénico cuente con su espacio de desarrollo creativo. El resultado de un espectáculo escénico no depende solo la suma de sus ingredientes, sino de la capacidad que tenga el director para hacer de esa mezcla algo superior. Su maestría reside en saber dirigir y transigir para que cada cual dé lo mejor de sí mismo. Otro de los condicionantes sine qua non en este oficio es la destreza del diseñador para manejar la economía, o sea el presupuesto. No olvidemos que, aunque somos hiladores de sueños, también formamos parte de una empresa y que cada elemento que ideamos tiene un precio.

Sé que elegir es difícil, pero ¿de qué trabajo estás más orgullosa?

Me estás preguntando cuál es mi hijo predilecto… Todos mis trabajos me han enriquecido de las más diversas formas. Yo nunca me repito, para mí, el hecho de aprender de cada proyecto al que me enfrento es algo que llevo en el ADN, cada oportunidad de aprender es irrenunciable y cada proyecto al que me enfrento es una oportunidad para ello. Soy una creadora y mi vocación solo se ve premiada cuando me enfrento al reto de lo desconocido. Sin embargo, quisiera destacar un proyecto muy especial: ‘FEW: Flamenco Esencial Workshop’, que tuve la oportunidad de crear y dirigir. Mis dos pasiones son el diseño y la docencia. También imparto clases de Diseño de vestuario en varias academias
y doy conferencias y clases magistrales sobre esta materia en diversos centros. FEW aúna estas dos facetas. Se celebró con motivo de la XIX Bienal de Flamenco de Sevilla en 2016. Se trata de una residencia artística para creación de vestuario escénico por alumnos o aprendices bajo mi dirección. Ojalá haya más oportunidades de ver otra edición FEW próximamente.

¿Con que figura del mundo del espectáculo con la que no hayas trabajado te gustaría
hacerlo?

Me encantaría seguir trabajando con muchos de los coreógrafos con los que ya colaboro. En general, tengo la suerte de poder elegir con quien quiero trabajar y esa elección va muy ligada al hecho de poder contar con un entorno que me aporte un espacio amplio de creación y conexión plena con el artista. Me gustaría hacer mención especial a Antonio Najarro por la magnitud de sus propuestas, los riesgos que asume como gran compañía privada de danza en un país como España, que tiene creadores muy buenos, pero auténticas ‘flores de risco’, como se dice en mi tierra, pues son capaces de florecer en medio de la mayor adversidad. He tenido el honor de colaborar con él casi de forma ininterrumpida desde el año 2015 y estoy a punto de estrenar su nueva producción, ‘Romance sonámbulo’, un gran espectáculo con dieciséis bailarines en escena y un plantel enorme de músicos. Otra de mis metas a lograr es sumergirme con mayor presencia en la danza contemporánea. También me encantaría trabajar con Antonio Ruz. Además de ser un creador superlativo, otorga una gran importancia a la faceta visual en sus espectáculos. También me encantaría trabajar con Gabriela Carrizo y su compañía Peeping Tom o con Damien Jalet. Y con José Carlos Martínez, exdirector de la Compañía Nacional de Danza y ahora director del Ballet de la Ópera de París. Pero sobre todo me gustaría poder seguir desarrollando mi propia obra y mi investigación sobre la acción del vestuario como herramienta para generar dramaturgia.

¿Te interesa el mundo de la moda?

Me interesa mucho la moda, por supuesto. Es una de las manifestaciones más importantes de la cultura y las sociedades. Lo que no me interesa es la moda como industria tal y como está concebida en la actualidad. Es la segunda industria más contaminante del mundo, solo superada por las energéticas y los combustibles fósiles. Me horroriza la adquisición de marcas o firmas históricas por parte de poderosos grupos empresariales que desvirtúan la creación en favor de la estrategia empresarial. Me horroriza el abaratamiento de la producción debido a la deslocalización industrial a países en vías de desarrollo. También la consiguiente explotación de la mano de obra y la desregularización de las normativas que garantizan un uso apropiado de los recursos y los residuos contaminantes. Me horroriza el comportamiento social respecto al consumo masivo de moda, esa dinámica de salir de los comercios con cinco abultadas bolsas de prendas a cambio de 30 euros. Mi idea de una moda sostenible tiene que ver con prendas duraderas, con manufacturas y materiales sostenibles de alta calidad, con retornar a heredar las predas de tus hermanos y minimizar las adquisiciones de prendas, adquisiciones a precios razonables. Cuando digo razonables me refiero a que el valor de una prenda debe comprender el valor de materiales de calidad, buenas hechuras que garanticen su durabilidad y la atemporalidad en los diseños. Tengo varias colecciones diseñadas que podrían catalogarse como moda porque no son escénicas y están pensadas para vestir la cotidianeidad. Tal vez, si se dan las circunstancias, algún día pueda sacar una línea de ropa con la que me sienta identificada para vestir la realidad. Pero de momento prefiero seguir hilando ficciones.

¿En qué estás trabajando ahora?

Pues en muchas cosas. Si te dedicas a las artes debes saber simultanear proyectos. El que puedas hacerlo garantiza que puedas vivir de ello. Lo más inminente es ‘Romance sonámbulo’. También estoy preparando un proyecto interesantísimo, de nuevo de danza, en este caso danza contemporánea, en una coproducción canario-taiwanesa. Todavía es muy pronto para desvelar más detalles, pero estoy muy ilusionada con él. Sigo por supuesto actualizando mis clases, que comenzarán a principios del próximo año en la Tecnocreativa, y preparando proyectos para varias instituciones interesadas en desarrollar propuestas de naturaleza similar a FEW.
 

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