Hasta ese momento, seis intérpretes infantiles habían logrado un Goya, y todos lo hicieron en la categoría de actor revelación. El primero fue Andoni Erburu, que en 1997, con 9 años, se llevó el galardón por su actuación en Secretos del corazón, de Montxo Armendariz. Cuatro años después, Juan José Ballesta repitió la hazaña por su papel en El Bola. Por entonces tenía 12 años, la misma edad a la que Ivana Baquero y Nerea Camacho fueron premiadas, en 2007 y 2009, respectivamente, por sus trabajos en El laberinto del fauno y Camino. Los últimos menores de 16 años en llevarse a casa un Goya fueron, en 2011, Francesc Colomer y Marina Comas, que tenían 14 y 15 años cuando vieron reconocido su trabajo en Pa negre, la gran triunfadora de los premios ese año.

En los Oscar no se prohíbe premiar a actores infantiles, aunque hace ya más de una década que se nomina a ninguno. Y no ha sido por falta de actuaciones memorables: Jude Hill en Belfast o Jacob Tremblay en La habitación son dos ejemplos. La última en lograr la nominación fue, en 2012, Quvenzhané Wallis, por su papel en el drama Bestias del sur salvaje. Wallis, que por entonces contaba 9 años, fue la primera persona candidata al Oscar nacida en el siglo XXI.

Durante un tiempo, Hollywood también reconoció el talento de sus jóvenes estrellas con unos premios que se otorgaron, de manera intermitente, entre 1935 y 1961. La primera en obtener el Oscar juvenil fue, a los 6 años, Shirley Temple. Mickey Rooney y Judy Garland fueron otros de los actores que se hicieron con un Oscar en miniatura (el galardón consistía en una estatuilla de aproximadamente la mitad de tamaño que la original).

Exceptuando ese premio especial, la actriz más joven en ser reconocida en los Oscar ha sido Tatum O’Neal. La hija de Ryan O'Neal, junto a quien, con solo 10 añitos, coprotagonizó la película Luna de papel, consiguió el galardón en la categoría de mejor actriz de reparto, además un Globo de Oro a nueva estrella del año por esa interpretación. En la misma categoría, la de actriz de reparto, había logrado en 1962 la estatuilla la joven Patty Duke (16 años) por su papel en El milagro de Ana Sullivan. Años más tarde, en 1993, lo logró también Anna Paquin por dar vida a Flora en El piano. Paquin, que entonces tenía 11 años y estaba un poco abrumada, ha contado después que escondía el premio en lugares tan poco probables como el cajón de los calcetines para que sus amigos no lo vieran.

Seguramente ella es, de entre los actores premiados más recientemente, la que ha mantenido una carrera más consistente: fue una de las protagonistas de la saga XMen, ha participado en películas tan elogiadas como Casi famosos y en True Blood, una de las series con más seguidores de los últimos años. Habrá que esperar para ver si el reconocimiento de Sofía Otero en la Berlinale representa, como en su caso, el inicio de una larga carrera o resulta el mayor éxito de una trayectoria que después no logra continuidad.