“Mi mayor reto tras convertirme en madre fue encontrar mi sitio en el mundo como mujer”

Mónica de la Fuente, fundadora de Madresfera, ha publicado el libro ‘Adiós expectativas, hola realidad’

Mónica de la Fuente. Foto: Natalia Apezetxea.

Hace ya más de una década, Mónica de la Fuente se convirtió por primera vez en madre y creó el blog Accidental Mente, su pequeño rincón en la red en el que compartía vivencias e inquietudes como madre primeriza. Gracias a él, entró en contacto con otras madres y se dio cuenta de la necesidad de crear una comunidad centrada en la maternidad. “Conocí Tots100, una comunidad inglesa de madres blogueras, y hablé con su fundadora, Sally Whittle. Le comenté la oportunidad de hacerlo aquí en España, donde no existía una comunidad o plataforma como esa, y con su beneplácito y ayuda, la monté”. Así nació Madresfera, una plataforma que reúne blogs dedicados a la maternidad, la paternidad y todo lo relacionado con la crianza de los niños. Recientemente, De la Fuente ha publicado su primer libro, Adiós expectativas, hola realidad (Zenith), un reflejo de su experiencia como madre en el que aborda muchos temas, desde el embarazo a los primeros años del niño.

¿Qué te ha llevado a escribir ahora un libro?

En todos estos años me habían propuesto varias veces escribir un libro sobre maternidad y nunca me había decidido a dar el paso porque no me veía con la voz o la experiencia necesarias. Pero quizás ahora que he pasado la etapa más intensa –aunque la adolescencia de los hijos da para otro libro—, sentía ganas de contar cosas que había vivido. Me apetecía mostrar mi punto de vista y aportar sentido del humor. El libro no pretende ser una guía o un libro de consejos sobre maternidad, simplemente relata mis vivencias como madre.

El libro propone desmontar los mitos y contar las verdades de la maternidad real.

Más que de maternidad real, hablo de mi maternidad real. Cada maternidad es diferente y cada mujer la vive de forma diferente. Depende de nuestras circunstancias y forma de entender la vida, y no tiene nada que ver con la que viven las demás, la que nos venden los medios de comunicación o la que vemos en redes.

¿Cuál es el mayor reto al que te has enfrentado?

Encontrar mi sitio en el mundo como mujer tras convertirme en madre. Creo que es una de las cuestiones a las que más vueltas doy en el libro, más allá de hablar de hitos o momentos de la crianza sobre los que, afortunadamente, tenemos un montón de información. Como madres vamos superando etapas: cuando le salen los dientes, la crisis de los tres meses, el baby led weaning (BLW), el colecho... Pero la parte de encontrarse a una misma a mí me costó mucho. Tenía otra idea en la cabeza, pensaba que la sociedad me iba a poner más fácil compaginar mi faceta profesional con la de madre. Ver que no era así me generó muchísimas frustraciones.

¿Y cómo llevas la tan temida adolescencia? Porque generalmente cuando nos planteamos ser madres pensamos en un bebé pequeño y adorable, no en un adolescente de 15 años.

Estoy en ello, la verdad es que está siendo una etapa intensísima que te pone al límite. Es verdad que los primeros años son muy cansados física y mentalmente, especialmente con el primer hijo. Cuando llegan a los 9 o 10 años parece que has encontrado cierta estabilidad: ya no son tan demandantes y tú descansas más. Y de repente todo se tambalea. Cuando llegan a la adolescencia tus hijos te retan a ti, porque se están transformando en personas autónomas, independientes, que piensan por sí mismas y están formando su personalidad. Son momentos decisivos. Y empiezan a verte como una persona imperfecta. Es un reto, pero muy bonito. Me enfrento a esta etapa con miedo y pavor, pero también con alegría. Porque vas viendo el resultado del trabajo de crianza de los años anteriores.

¿Escribir te ha servido de ‘terapia’ o deshago?

Totalmente. Siempre me ha gustado muchísimo y cuando abrí el blog lo hice precisamente en un intento de soltar un poco la carga que sentía con mi recién estrenada maternidad, de compartir todas las cosas y sensaciones que estaba viviendo. Le debo mucho a ese blog. El libro y Madresfera existen gracias a él. Escribir blogs es algo que recomiendo muchísimo, porque son un recurso muy útil, cercano y accesible a todo el mundo, que te permite conectar con mucha gente, sobre todo teniendo en cuenta lo solas que a menudo nos sentimos las madres. Además, te permiten formar una comunidad que te ayuda y te acompaña. En las redes podemos encontrar esa tribu con la que con frecuencia ya no contamos en nuestro entorno.

‘Era mucho mejor madre antes de ser madre, o los toros se ven mejor desde la barrera’ es el título de uno de los capítulos. ¿Hasta que no tenemos hijos no somos capaces de entender lo que realmente significa la maternidad?

No creo que opinar sobre la crianza o la educación sea patrimonio exclusivo de las madres o los padres, pero es verdad que hay cosas que no entiendes hasta que no las vives. Y, además, como parece que es muy sencillo y muy fácil, estás sometido al juicio y a las opiniones ajenas. Porque todo el mundo opina. Pero en el momento en el que te conviertes en madre, todas esas ideas que tenías sobre como lo ibas a hacer, como ‘no le voy a dejar ver la tele’ o ‘no va a tener móvil’, se caen el primer día.

Hablando de esas opiniones no solicitadas, en el libro haces referencia al mamasplaining.

Es un término de Charo López, una cómica argentina. Es algo que creo que a todas nos pasa: cuando vemos a una mujer embarazada, si nosotras hemos pasado por ello, le damos consejos no solicitados. Pueden ser cosas sin importancia o que afecten más. Probablemente, lo que menos necesita saber una mujer que está a punto de dar a luz es que tu hijo nació con dos vueltas de cordón o que te hicieron una cesárea de urgencia. Tenemos que cambiar el chip y acostumbrarnos a no dar consejos si no nos preguntan.

¿Cómo podemos acabar con el mito de madre perfecta?

Ese estereotipo de madre abnegada, que lo da todo por sus hijos, es una cosa cultural, como la cultura patriarcal en la que vivimos, y quitárnoslo de encima es casi imposible. Hemos ido avanzando, pero quitarnos esa presión implica mucha deconstrucción, mucha lectura, mucho analizar realmente cuál es el papel de la madre como educadora y creadora. También pensar en cómo empleas tu tiempo y qué tiempo le dedicas a tus hijos. Encontrar ese balance entre tiempo personal y tiempo familiar es algo que nos cuesta muchísimo.

La conciliación también tiene su propio capítulo. ¿Qué medidas crees que necesita implantar España para avanzar en este campo?

Lo primero, ampliar la baja de maternidad a seis meses mínimo. El niño o la niña tiene derecho a ser cuidado y atendido por sus progenitores. Ahora los padres pueden cogerse dieciséis semanas, lo que está muy bien, pero el permiso de la madre es absolutamente insuficiente. Las madres necesitan estar al menos seis meses con la criatura para poder desarrollar una lactancia materna correcta, cuidarse y que la vuelta al trabajo no sea como la rata en la jaula: sin para de correr y sintiéndote mal en casa y en el trabajo.

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