“Tenemos que hacer de la Feria del Libro una cita cultural esencial para la vida madrileña”

Eva Orúe es la primera mujer al frente del evento en sus 81 ediciones

Eva Orúe. Fotos: Santiago Ojeda.

La Feria del Libro de Madrid vuelve en su nueva edición a sus fechas habituales (se celebrará entre el 27 de mayo y el 12 de junio) y a su esencia, después de una edición, la del año pasado, marcada por las restricciones por la pandemia y las polémicas por la organización. Desde el pasado mes de enero, Eva Orúe es la nueva directora de la Feria. Podría decirse que el suyo es perfil algo atípico para el puesto, porque no se ha bregado en el sector editorial, sino sobre todo en el mundo de los medios. “Desde que estoy aquí he descubierto la cantidad de periodistas que hay en puestos que en principio no están pensados para periodistas, lo que no sé si es una buena noticia para la profesión”, bromea. “En mi caso, he seguido un recorrido un poco atípico en general”. Si no atípica, lo que es seguro es que su trayectoria ha sido ecléctica.  Periodista, escritora y gestora cultural, Eva Orúe empezó a trabajando en radio con Luis del Olmo, pero también ha pasado por prensa y televisión. Ha sido corresponsal en Reino Unido, Francia y Rusia. Ha trabajado como gestora cultural desde su propia agencia llevando la comunicación de autores, editoriales y librerías, además de instituciones y oenegés. Y es autora de varios libros, entre ellos, Rusia en la encrucijada y Padres e hijos, firmados junto a Sara Gutiérrez.

Cuando surgió la oportunidad de participar en el proceso de selección para elegir al nuevo responsable de la Feria del Libro (por primera vez se ha convocado un concurso para ello) no se lo pensó mucho. “El hecho de que hayan abierto el proceso es un signo de cambio evidente. Hasta ahora se elegía a gente sobradamente capacitada y con una larga experiencia en el mundo editorial, pero no dejaba de ser una elección a dedo. A mí me ha contratado el Gremio de Libreros, pero en la primera fase del proceso participó gente de otros gremios implicados en la feria: editores, distribuidores, etcétera. Nos presentamos dieciséis candidatos, de entre los que la comisión eligió a cinco perfiles que fuimos sometidos a un tercer grado”. En esa larga y detallada entrevista personal, los candidatos tuvieron que explicar su proyecto para devolver el lustre al evento.

¿Qué hay que cambiar de la Feria del Libro?

Yo sé lo que no hay que cambiar. La Feria es un mercado al que la gente viene a comprar y vender libros. Y esto es muy importante, porque un porcentaje importantísimo de la facturación anual de muchas librerías y editoriales depende de ella.  Y no hay que cambiar el hecho de que si eres un lector apasionado de un determinado autor, la Feria te ofrece la posibilidad casi única de conocerlo y de hablar, aunque solo sea un poquito, con él. Este intercambio que hay en la feria es muy estimulante, eso no hay que tocarlo. A partir de ahí, me parece que siendo la Feria una actividad económicamente importantísima que, además, tiene impacto sobre toda la ciudad, porque atrae a muchos visitantes, tenemos que hacer de ella una cita cultural esencial para la vida madrileña. Creo que podríamos participar en más acontecimientos culturales relacionados con el libro y las librerías. Tenemos al lado el Reina Sofía, el Thyssen y El Prado. Verdaderamente no hay vecindario mejor para nuestros propósitos. Y también creo que la Feria tiene la capacidad de mantener actividad a lo largo del año.

Es la primera mujer al frente del evento en sus 81 ediciones. ¿Supone un extra de presión o responsabilidad?

Cuando me lo dijeron me sorprendió mucho, porque este es un mundo muy femenino. En esta oficina somos cuatro mujeres y un hombre, y esta proporción se mantiene en muchísimas empresas del sector editorial. Ser la primera mujer ha supuesto de momento un extra de atención, lo cual es bueno, porque necesitamos que la Feria tenga más presencia. En mi mano está el aprovechar ese plus de atención mediática y convertir lo que no deja de ser una casualidad, ser la primera mujer en un cargo, en algo atractivo.

El año pasado hubo serios problemas de organización. Las editoriales pequeñas criticaron la ubicación de sus casetas que, dijeron, les habían hecho perder ventas, y el público protestó por las largas colas. ¿Cómo será la Feria de este año?

El año pasado fue raro porque hubo que limitar el aforo y, por lo tanto, reducir el tamaño. Se hizo la Feria que se pudo, y creo que el mismo hecho de que se celebrara fue un éxito. El plan este año es hacer una Feria de extensión normal. Empezamos en la Puerta de Madrid hasta el Paseo de Uruguay. Tendremos tres pabellones, 378 casetas y más de 400 expositores. En este siglo XXI no ha habido una Feria más grande que la que vamos a hacer este año. Ahora, si dentro de quince días la situación cambia, habrá que adaptarse. Una de las cosas que nos ha enseñado la pandemia es que lo imposible es probable.

Con su nombramiento la organización anunció que comenzaba una nueva etapa con el objetivo de potenciar valores como la sostenibilidad y la diversidad. ¿Cómo se consigue eso?

Son objetivos que debería marcarse cualquiera que esté en un puesto de responsabilidad, sea en el ámbito público o el privado. Como en otras capitales europeas, en Madrid hay gente procedente de muchos países que habla lenguas diferentes y quizá esa gente todavía no se ha decidido a venir a la feria porque considera que no es un sitio para ellos. Y puede que nosotros no hayamos sido capaces de traer a los autores que tengan más conexión con ellos. Cuando paseas por la Feria, el Madrid que ves no es exactamente el Madrid con el que luego te encuentras en la Gran Vía, por ejemplo. Y en cuanto a la sostenibilidad, es un reto en el que desde hace años trabaja la industria editorial. La Feria se celebra, además, en un parque histórico que hay que cuidar. Y eso nos obliga a cosas que la gente no puede ni imaginar.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, una parte del recorrido queda junto a unos arbustos que se podan, pero un tramo queda junto a unos magnolios que no se pueden tocar. Este año un magnolio ha tenido la idea de lanzar una rama un poquito más lejos y eso nos obligaba a adelantar toda una fila de casetas, perdiendo un montón de espacio, o a abrir entre ellas un espacio para la rama, que es lo que finalmente hemos decidido. Ese es el nivel de compromiso con El Retiro. La Feria del Libro es una ciudad efímera que este año empezaremos a construir el 5 de mayo y que está ahí más de mes y medio. Y no podemos clavar nada al suelo. En todas las estructuras se utilizan lastres, y no solo hablamos casetas con libros, también construimos tres pabellones gigantes, cafeterías y baños. Las limitaciones son grandes, no hay agua corriente, no hay salida de aguas fecales… Todo eso hay que tenerlo en cuenta, y queremos tenerlo en cuenta porque no nos vemos en ningún sitio que no sea El Retiro.

¿Habrá homenaje a Almudena Grandes?

Sí, lo habrá. Lo haremos el último fin de semana, un poquito más tarde de lo que nosotros querríamos, porque Luis García Montero está fuera los dos primeros fines de semana. Almudena Grandes lo merece y no solo porque las veces que vino a la Feria, sino sobre por la actitud con la que venía. Las librerías traen autores a sus casetas porque eso les permite atraer lectores.  Y yo no lo he vivido, pero me han contado que Almudena Grandes no iba necesariamente a las librerías que le indicaba su editorial o las de sus amigos, sino también a las que se lo pedían porque lo necesitaban. Quizá haya autores que vengan a firmar por vanidad, pero sobre todo lo hacen porque su presencia ayuda a las ventas y a mantener el contacto con los lectores. Ese es el espíritu que Almudena ayudó a proteger.

¿Eso de que en España se lee poco es un mito o sigue siendo una realidad?

Se lee poco. Lo demuestran los estudios sobre lectura, que se basan en lo que dicen los españoles. Es decir, que leemos poco y no nos importa reconocerlo. Eso es verdad en general, pero también hay otras verdades, como que las mujeres leen mucho más que los hombres, sobre todo hasta los 65 años. Luego, por la razón que sea, hay un bajón en los índices de lectura. Los niños y los adolescentes también leen bastante, pero luego pierden el hambre de lectura durante un tiempo. Lo puedo entender, porque tiene mil posibilidades de diversión y a lo mejor la lectura no es la más estimulante para muchos. Pero nuestra tarea es conseguir que lo sigan haciendo. Es una tarea que nos compete como Feria, pero también como sector y sociedad. Hace poco, Pérez Reverte dijo que los novelistas del siglo XXI están en los videojuegos. Entiendo la lógica, pero tengo una edad en la que eso a mí no me vale. Yo creo que la lectura, sea ficción o no ficción, te aporta cosas que se pueden aplicar a la vida cotidiana. La comprensión lectora te da capacidad de concentración, que es algo que nos hace falta como el comer. Los estudios nos dicen que muchos jóvenes españoles no entienden lo que leen. El otro día vi en Gran Vía un edificio con una lona publicitaria gigantesca que hablaba sobre criptomonedas. En la mitad superior había una imagen muy atractiva y en la inferior, un texto que explicaba lo peligroso que es invertir en criptomonedas. Eso hay que leerlo y entenderlo.

Por ver el dato positivo, según los últimos datos del último Barómetro de Hábitos de Lectura del Gremio de Editores, parece que la mejoría de los datos de lectura que vimos durante la pandemia se mantiene.

Sí, ha habido un ‘efecto pandemia’ que ha beneficiado al al sector editorial y a las plataformas de televisión. La gente estaba en casa, tenía más tiempo y leía más. Y el sector editorial también ha hecho un esfuerzo importantísimo por ofrecer libros mejor editados y más atractivos. El reto ahora es que eso no se convierta simplemente en un paréntesis.

También somos el quinto país de la UE que menos gasta en libros y periódicos. ¿Por qué no le damos más valor a la cultura?

No lo sé. La gente dice, por ejemplo, que un libro es caro porque cuesta 22 euros, pero a lo mejor se gasta 40 en una entrada al fútbol. Cuando el fútbol te ofrece dos horas de entretenimiento y emoción y adrenalina, mientras que un libro a lo mejor te dura tres o cuatro días. No valoramos los libros y quizá en parte sea un problema del sector, que no ha sabido explicar que detrás de un libro no hay solo un señor que escribe por la noche en su casa. Producir un libro es un proceso de equipo complejísimo y mucha gente no es consciente de lo que supone.

Para acabar, trabajaste varios años como corresponsal en Rusia y has escrito mucho sobre el país. ¿Cómo estás viviendo la invasión de Ucrania?

Yo viví en Rusia, pero, además, mi pareja vivió en Ucrania. Hablamos todos los días con Járkov y es una sensación muy extraña. Llamas a la guerra, lo que por un lado es bonito, porque ofreces a los de allí un rato de conversación y entretenimiento, pero a la vez es muy triste. También tengo amigos en Rusia que están desesperados. El otro día fui a la ópera, que es una cosa que no hago con mucha frecuencia, a ver la obra una obra de Prokofiev, un autor ruso nacido en el Donbás. Al principio de la representación se interpretó el himno ucraniano y yo pensé que a lo mejor también habría que haber interpretado el himno ruso, porque muchos rusos están en contra de la guerra. Lo estoy viviendo, como dice la canción, con el corazón partido. Yo entiendo las razones de Putin, lo que no quiere decir que justifique la invasión, pero creo que Occidente ha cometido en los últimos años errores de juicio tremendos con Rusia, que se sabe una gran potencia y se ha sentido menospreciada. Dicho esto, la invasión y la violencia que estamos viendo en las crónicas periodísticas, los crímenes de guerra, no tienen ninguna justificación.

 

 

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