Hasta el próximo 24 de octubre, los visitantes del Museo del Prado podrán contemplar las obras adquiridas gracias al legado de Carmen Sánchez García, maestra y Amiga del Museo del Prado, que falleció en Madrid en 2016 a los 86 años de edad. El legado de Carmen Sánchez. La última lección es el título de la muestra que reúne las quince obras adquiridas con los casi 800.000 euros de herencia que Sánchez dejó y que, de acuerdo con el deseo expresado en su testamento, la institución ha destinado a la compra de pinturas. De esta forma, la profesora se ha convertido en una de las mecenas más destacadas en la historia del museo. Licenciada en Historia, Carmen Sánchez fue, además de profesora, cofundadora del madrileño Colegio Nervión.
La mayoría de las pinturas adquiridas por el Prado con los ahorros de su vida son obras inéditas hasta ahora y cinco de ellas son de artistas no presentes en la colección de la pinacoteca, como Mariana de la Cueva y Gabriel Antonio Corvoysier. Estas dos, en concreto, son las primeras que se han identificado de sus respectivos autores. “Mariana de la Cueva fue elogiada por los principales biógrafos de artistas, pero desconocíamos su actividad pictórica. Esto mismo sucede también con otras mujeres del Siglo de Oro, lo que dota de mayor interés a esta obra, por cuanto supone un avance en el conocimiento de la labor artística de las mujeres durante este periodo, y más concretamente en la segunda mitad del siglo XVII”, indican desde el museo.

Con la compra de la Alegoría de la Templanza, de Alonso Berruguete, acaso la de mayor relevancia del conjunto, se incorpora al Prado uno de los artistas más brillantes del siglo XVI español.

Destacan también obras de pintores españoles anteriores a Picasso como Mariano Fortuny, Eduardo Rosales y María Blanchard. De esta última el museo ha adquirido La boloñesa, la primera obra que ingresa de una artista que describe como “la pintora española más importante anterior a Picasso”.

El legado también ha permitido aumentar la presencia de otros pintores ya representados en el museo con nuevos cuadros, como el Retrato de caballero, de Adriaen Thomasz Key; el Autorretrato de Pedro de Campaña; La estigmatización de San Francisco, de José del Castillo, y Los Comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo, de Antonio Gisbert, una réplica de la conservada en el Congreso de los Diputados. Eduardo Rosales es el artista más beneficiado por este legado: Doña Blanca de Navarra, La Reina doña Juana en los adarves del castillo de la Mota y Sala de Constantino en el Vaticano (estudio) se suman a la colección del museo. Tienen también interés Giuseppe Maria Ferdinando Dal Pozzo, que puede contarse entre las mejores obras conocidas de José Aparicio, y la Sagrada Familia del roble, de Luis Eusebi, una de las primeras copias conocidas de un cuadro del Prado tras su inauguración en 1819. Finalmente, la pintura de paisaje del siglo XIX se enriquece con Paisaje napolitano, pintado por Mariano Fortuny durante su estancia estival en Portici, Nápoles.