“Yo también me pregunto adónde van los patos de Central Park cuando el lago se hiela”

Las recomendaciones de Maica Rivera, directora de Literocio, para el Día del Libro

Maica Rivera.

La Feria del Libro de Madrid, una de las grandes citas literarias el año, ha sido una de las muchas víctimas de la COVID-19. “El daño ha sido grande”, explica Maica Rivera, directora de Literocio, la empresa de gestión cultural encargada este año de toda la actividad de comunicación de la Feria. Las cifras de 2019 reflejan claramente el peso económico que este gran evento literario tiene para escritores, libreros, editoriales, distribuidores y lectores: una recaudación de 10 millones de euros, 550.000 ejemplares vendidos, más de 1.800 escritores firmantes y 2,3 millones de visitantes. El aplazamiento de la gran cita al otoño, del 2 al 18 de octubre, puede ser el balón de oxígeno para la Feria anual más popular del Paseo de Coches de El Retiro, cuyo lema este año no puede ser más descriptivo del momento actual: ‘La Cultura En Pie’.

En la ‘nueva normalidad’, la directora de Literocio destaca la promoción de la colección Línea Negra de Crimen & Misterio (editorial Eolas y Menoslobos), cuyo primer título, Yo, detective de Rafael Guerrero, se quedó en capilla el pasado mes de marzo. A pocos días de celebrarse el Día del Libro, este año de manera excepcional el 23 de julio, Rivera charla con Mujeres a Seguir.

¿Cómo le ha afectado hasta ahora profesionalmente la crisis de la COVID-19?

Literocio es una empresa especializada en afrontar imprevistos y adversidades. Venimos de trabajar en el barro, cámara y libreta en mano, y en el barro seguimos trabajando. Llegamos aquí curtidos ya en muchas batallas de un sector cultural en crisis permanente, tenemos músculo en toma de decisiones rápidas y creatividad de urgencia, y todo ello nos ha permitido minimizar pérdidas a pesar de las cancelaciones o aplazamientos de presentaciones de libros, ferias, festivales y coloquios literarios. Hemos aprovechado el período de confinamiento para posicionar nuestra revista digital LOmagazine y para adelantar mucho trabajo de mesa. También hemos dedicado muchas horas a trazar estrategias con vistas a las nuevas fechas y formatos que impone la que llaman ‘nueva normalidad’. Por ejemplo, a pesar de la lejanía física, hemos podido dedicar más tiempo que nunca al acompañamiento de nuestros autores, de quienes estamos ahora más cerca que nunca, y también a la lectura de manuscritos para la colección Línea Negra de Crimen&Misterio (editorial Eolas y Menoslobos) que dirijo y que estamos a punto de retomar con la promoción del primer título que se nos quedó en capilla el pasado mes de marzo, Yo, detective de Rafael Guerrero. 

¿Qué ha supuesto para el sector editorial la suspensión de la Feria del Libro de Madrid?

Mucha nostalgia esos días, en los que todos echamos tanto de menos estar en El Retiro. Económicamente, el daño ha sido grande para muchas librerías y editoriales. Pero lo cierto es que la adversidad ha hecho más visible que nunca el afecto de la sociedad lectora por la Feria. Ahora mismo se está trabajando intensamente para levantarla en otoño y doy fe de que hay un equipo increíble que ha seguido ocupándose de ello sin descanso. Además de citar la dinámica incombustible del director de la Feria, Manuel Gil, y del secretario del gremio de Librerías de Madrid y de la Feria, Pablo Bonet, me gustaría destacar la labor de Mariví García y Rosa García, que también realizan mano a mano un trabajo espectacular entre bambalinas para que cada año la Feria sea posible.

Recomiéndenos una novedad editorial. Y por qué.

Los papeles de Bruselas de Nacho Escuín. Soy agente literaria del autor, quien, a mi juicio, es el mejor poeta español de los últimos quince años, y el salto que ahora damos a la novela es emocionante. Se trata de un libro muy mimado que hemos estado preparando, en la distancia pero a conciencia, durante todo el confinamiento. Ha sido una de las razones para levantarse de la cama en los peores momentos de desánimo por la pandemia, y que ahora vea la luz significa, con motivos extraordinarios, un pequeño y, a la vez, grandísimo milagro. Publicarlo, además, con una editorial joven y vital como es Bala Perdida, dirigida por la valiente editora Lorena Carbajo, nos hace aun más felices.

Recomiéndenos un título clásico o reciente. Y por qué.

Cuentos de una abuela de George Sand, disponible en una edición exquisita de Trama editorial. Porque se trata de una lectura deliciosa que, a la vez, nos desarrolla una avanzada educación sentimental en tres cuentos de hadas femeninos que la autora, Aurore Dupin (París, 1804-Nohant, 1876), cumbre del romanticismo francés, dedica a su nieta Aurore. Los relatos (‘El castillo de Cumbrecorva’, ‘La reina Coax’ y ‘La nube rosa’) plantean un enfoque visionario, muy perspicaz, que lleva los postulados románticos conocidos más allá de lo estético, hacia lo filosófico; y las historias reivindican, a través de sus niñas protagonistas, la igualdad entre los sexos y, por extensión, entre todos los seres humanos.

¿Cuál es su personaje de ficción favorito y por qué?

Holden Caulfield, de El guardián entre el centeno (1951), escrita por J.D. Salinger, uno de mis autores favoritos. No dejo de reconocerme en su rebeldía, su mirada crítica y su extrañamiento del mundo. A mí, como a Holden, me fastidia tener que irme a la cama sin sueño, también odio los dramas de Dickens y me sorprendo prejuzgando a la humanidad por cosas tan banales como una maleta. Igual que a él, me pone triste escuchar el eco de una risa en la lejanía de la inhóspita metrópoli y me descoloca, como le sucede a Caulfield con su hermana pequeña, que personas a quienes considero a mi cuidado me quieran proteger, ellas a mí, de la lluvia. Y, por supuesto, yo también me pregunto adónde van los patos de Central Park cuando el lago se hiela. Pero la lista de personajes podría ser interminable por afinidades: mi amada Jo March de Louisa May Alcott, el Principito de Saint-Exupéry, la dama de Shalott de Alfred Tennyson o incluso los cronopios de Cortázar… 

Un mensaje de optimismo para estos tiempos de crisis.

Me quedo con el lema de la Feria del Libro de Madrid: ‘La Cultura en Pie’.

 

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