Eleanor y Hick
Un libro analiza la relación que durante décadas mantuvieron Eleanor Roosevelt y la periodista Lorena Hickok
Eleanor Roosevelt ha pasado a la historia como activista por los derechos de la mujer y por su papel de presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Es una de las Primeras Damas más populares de la historia de los Estados Unidos. Pero poco se sabía sobre el intenso affair que mantuvo con Lorena Hickok, la periodista asignada por Associated Press para cubrir el primer mandato de Franklin Delano Roosevelt en la Casa Blanca. La historia se recoge ahora en el libro de Susan Quinn Eleanor y Hick, publicado en España por Ediciones Casiopea. Se trata de una biografía actualizada de la vida de la primera dama que sitúa el romance en el convulso escenario político, social y personal que envolvió la vida del matrimonio Roosevelt durante los cuatro mandatos de él al frente de la presidencia, que incluyeron la Segunda Guerra y el New Deal, el programa para luchar contra los efectos de la Gran Depresión.
La vida de Eleanor Roosevelt no fue fácil. A los dos años quedó huérfana de madre y poco después perdió un hermano. Su padre era un alcohólico que quedó internado en un sanatorio y se arrojó por una ventana. Aunque sobrevivió, murió al poco de un ataque de delirium tremens. Su hermano mayor falleció también por problemas con el alcohol. Eleanor fue criada por su abuela, quien la internó en diversos centros y con quien nunca tuvo una relación afectiva. Su matrimonio con Franklin D. Roosevelt, primo en quinto grado de su padre, no fue bien visto por la madre de este, que nunca tuvo en estima a su nuera.
Eleanor Roosevelt tuvo una intensa vida profesional, política y social. Feminista convencida, participó activamente en la Liga de las Mujeres Votantes, en la Liga de Mujeres de la Unión de Comercio y en la División de Mujeres del Partido Demócrata. Fue una gran conferenciante, participando en 350 conferencias de prensa para mujeres periodistas y en incontables programas radiofónicos. Su columna en el periódico My Day era una de las más seguidas en la época. Durante la Gran Depresión viajó extensamente por el país promoviendo el New Deal, y estando ya viuda, durante la Segunda Guerra Mundial, visitó a las tropas en distintos frentes de batalla. Presidió el Comité de Derechos Humanos de la ONU y desempeñó un papel clave en la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Por su parte, Lorena Hickock era la mujer reportera más conocida del país a principios de los años treinta. Mientras cubría la primera campaña presidencial de Roosevelt estableció una relación cercana con la que pronto sería primera dama. Ese vínculo tan estrecho hizo que dejara el periodismo, se mudara la Casa Blanca y se convirtiera en secretaria ejecutiva de la división de mujeres del Comité Nacional Demócrata. Al parecer, su relación con la primera dama cambió cuando esta conoció, durante las negociaciones para la firma de la Declaración Universal de Derechos Humanos en Ginebra, al doctor David Gurewitsch, que la acompañó durante sus últimos años, aunque siguieron en contacto estrecho hasta la muerte de Eleanor Roosevelt en 1962. Lorena Hickock moriría seis años después.
