¿Cómo es posible que Lola Herrera me haga creer que está cinco horas con Mario…
…si la representación no dura cinco horas?
Desde mi perspectiva de marketing siempre me ha asombrado la capacidad del teatro para conectar con el público, emocionarle y trasladarle a otros tiempos y lugares. Y todo ello con unos recursos técnicos muy limitados, en vivo y en directo. Además, siempre me ha admirado el talento, las habilidades de sus profesionales y la resiliencia del sector ante avatares y crisis de todo tipo.
Por eso acepté con entusiasmo la dirección técnica del Observatorio de la Academia de las Artes Escénicas. Su primera edición (la segunda ya está en marcha y sus resultados estarán disponibles en los próximos meses), tiene tres partes: una síntesis de las últimas estadísticas de público y representaciones, cuatro focus groups y una encuesta dirigida a sus profesionales. El resultado es una perspectiva de primera mano sobre la situación general del sector, su financiación y sus condiciones laborales. Las conclusiones se han presentado recientemente en Barcelona, Valencia, Sevilla y San Sebastián, así como en el Ministerio de Cultura y Deporte.
Pero ¿cuál es la situación de las mujeres que trabajan en este sector? El tamaño de la muestra (1.063 encuestados, con un 39% de mujeres) facilita el análisis por género. A continuación, comparto los resultados que más me han llamado la atención. Por ejemplo, un 32% de las encuestadas está “total o bastante de acuerdo” con la idea de que las artes escénicas expresan prácticas de igualdad de género, frente a un 42% que está “total o bastante en desacuerdo” con ella.
Esto sucede en un sector que ha sufrido duramente la crisis, como demuestran los últimos datos estadísticos de la SGAE (30% menos espectadores en 2017 frente al año record de 2008). Por eso no es de extrañar la negativa valoración que de su situación hacen los profesionales del sector, algo más negativa en el caso de las mujeres: el 79% cree que es “mala o muy mala”, una opinión que sostiene también al 73% de los hombres.
Sin embargo, las mujeres son algo más optimistas de cara al futuro. Un 33% de ellas piensan que la situación de las artes escénicas irá a mejor, tres puntos por encima de los hombres.
En este contexto tan comprometido es habitual que los profesionales del sector declaren necesitar ingresos complementarios de fuera del sector para vivir. Es así en el caso del 35% de mujeres y del 29% de los hombres.
Con respecto a la brecha salarial por género, un 62% de mujeres encuestadas dice que existe, 15 puntos por encima de los hombres encuestados.
Hablamos de un sector en que el trabajo es discontinuo, Incluso para los profesionales más demandados cotizar todo el año es casi imposible. Únicamente un 39% de mujeres y un 46% de los hombres cotizan más de 180 días al año.
El acceso a la cultura es un derecho constitucional y las artes escénicas son uno de los vehículos para materializar ese derecho. Los datos confirman que la igualdad entre las profesionales del sector y sus colegas masculinos es todavía una asignatura pendiente. Lamentablemente, eso tampoco acabaría con la precariedad del oficio, que requiere de un mayor compromiso y apoyo institucional. Obtener este apoyo cuando pase la crisis del COVID-19 es imperativo para las artes escénicas y será todo un reto.
Mientras tanto, ¿cómo se mantendrán vivas en condiciones tan difíciles? Probablemente, como lo han hecho desde hace 2.500 años; para sus profesionales no se trata de un trabajo, ni siquiera de una vocación. Es una pasión. Es el Teatro. Quien lo probó, lo sabe.
