Y las telenovelas turcas conquistaron el mundo
Así se ha convertido Turquía en el mayor exportador global de producciones televisivas tras Estados Unidos

Cualquiera que vea Nova o Divinity sabe de lo que hablamos: las series turcas está de moda. Si en los ochenta dominaban las telenovelas venezolanas, en los noventa México tomó el mando y con el cambio de milenio el trono fue ocupado por los colombianos, en la actualidad son los seriales turcos los más seguidos. Como quien no quiere la cosa, el país se ha convertido en el segundo exportador global de formatos y producciones para la pequeña pantalla, solo por detrás de Estados Unidos.
El fenómeno no se ha gestado de un día para otr, pero casi. Hace una década, las exportaciones de programas de televisión reportaban a Turquía ingresos de apenas 100.000 dólares. En 2015, esa cifra ascendió a 250 millones de dólares. Ese año, The Hollywood Reporter señalaba a la televisión turca como la nueva gran sensación mundial en materia de programas originales y ciclos exportables. En la actualidad es un negocio de 350 millones. De cumplirse las expectativas, la industria podría ingresar 2.000 millones de dólares para 2023. Y es que, tras conquistar primero los países árabes, luego Europa del Este y después América Latina (sobre todo Chile y Perú), la televisión turca se ha fijado en los países escandinavos, India y China como sus nuevos (y golosos) mercados objetivo.
De momento, más de un centenar de telenovelas turcas se han exportado a más de 150 países y han sido vistas por más de 500 millones de personas en el mundo en los últimos años, según su Ministerio de Cultura y Turismo. Sabedores del potencial a nivel de ingresos e imagen para el país que tiene la industria, el Gobierno prepara un reglamento, que se presentará al Parlamento, para apoyar financieramente las telenovelas nacionales de calidad…con la condición de que se emitan en el extranjero.
En España no hace tanto que desembarcaron, y eso que aquí siempre han gustado los seriales. Aunque menospreciados por una parte del público, los culebrones han funcionado desde que llegaron a principios de los ochenta. La venezolana Cristal, estrenada en TVE en diciembre de 1989, sigue siendo la telenovela más vista de nuestro país. Ocho millones de espectadores de media la siguieron a diario y su final reunió a once millones de personas. Eran otros tiempos, la competencia era mucho menor, pero son cifras dignas de un evento tipo boda real. Latinoamérica siguió suministrándonos historias de amor y venganza durante décadas y en los últimos años también han funcionado las producciones patrias diseñadas para la parrilla de sobremesa como El secreto de Puente Viejo o Amar en tiempos revueltos.
Hasta que llegó la ola turca. Atresmedia fue la primera en lanzarse con Fatmagül hace poco más de un año. La serie se estrenó en España tras cosechar un éxito abrumador en varios países de Europa. Aquí tampoco defraudó, con una audiencia media de 740.000 personas y una cuota del 4,1% (es la telenovela más vista de la historia de Nova). Después llegaron otras como Ezel, Sila o Medzedir, la adaptación turca de la serie norteamericana The O.C., estrenada el mes pasado. La última adquisición de Nova –pendiente todavía de estreno— es Madre, un drama basado en un formato japonés que aborda el maltrato infantil.
Mediaset no ha querido quedarse atrás y ha contratacado programando varios culebrones turcos en Divinity. Primero compró Kara Sevda, una serie de los mismos productores de Fatmagül que también ha dado buenos resultados. Stiletto Vendetta y Sühan: Venganza y amor llegaron después. La próxima será Erkenci Kus, una historia de amor entre una recién graduada universitaria y el hijo del dueño de una agencia de publicidad. Todo hace presagiar que no será la última.