La pintora italiana que se adelantó cuatro siglos al movimiento #MeToo
La historia de Artemisia Gentileschi, que denunció públicamente a su violador, demuestra lo poco que hemos cambiado

Puede que no te suene su nombre (el Museo del Prado, por ejemplo, solo tiene expuesta una obra suya), pero Artemisia Gentileschi fue una de las pintoras italianas más influyentes del siglo XVII. Se convirtió en la primera mujer en ser admitida en 1617 en la Academia de Bellas Artes de Florencia y con su arte reivindicó el papel de la mujer. Cleopatra, María Magdalena, Judith o Betsabé son algunas de las heroínas que representó.
En vez de conformarse con ser una abnegada esposa o dedicar su vida a la religión (algo que se estilaba por aquel entonces), Gentileschi eligió ser artista como su padre, el maestro toscano Orazio Gentileschi. Pese a ser hija de artista, no lo tuvo fácil para hacerse un hueco en el mundillo. Sufrió el rechazo de muchos de sus compañeros por el hecho de ser mujer y tuvo que ver como varias de sus obras eran atribuidas a su padre u otros artistas varones.
Nada de ello le impidió tomar las riendas de su carrera. Ella misma negociaba el precio de sus cuadros, viajaba sola por toda Europa e incluso llegó a dirigir un taller de pintura en Nápoles. Su libertad y su modernidad la convirtieron en una artista única para la época.
A los 17 años firmó su primer cuadro, Susana y los viejos, que muestra a dos hombres que miran lascivamente a una joven desnuda en lo que parece una escena de acoso. La pintura presagiaba en cierto modo lo que le ocurriría meses después a la artista, cuando fue violada por Agostino Tassi, otro pintor que trabajaba en el taller de su padre.

Tardó un año en reunir fuerzas para denunciarle y llevarle a juicio. Pero con ayuda de su padre, que notificó la agresión al Papa Pablo V, Tassi fue llevado ante la justicia. Eso sí, el calvario de la artista no había hecho más que empezar.
Toda Roma se enteró de lo ocurrido, y lejos de culpar al agresor, convirtieron a Gentileschi en objeto de escarnio. Si todavía hay quien hoy en día sigue culpabilizando a la víctima, qué no pasaría en el siglo XVII. El público puso en duda su versión y que la violación hubiese tenido lugar. La sometieron a un proceso de acoso público que duró varios meses y destrozó su reputación.
Pero ella siguió adelante con la acusación. El 27 de noviembre de 1612, Agostino Tassi fue declarado culpable, todo un hito para la sociedad tan machista de la época. Eso sí la condena dejó mucho que desear. El juez le dio a elegir entre cumplir cinco años de trabajos forzados o exiliarse fuera de Roma. El pintor eligió la segunda opción.
Aunque Gentileschi no se dejó condicionar por el estigma del juicio, la violación sí que influyó en su trabajo. Varios expertos aseguran que la violencia con la que pintó su obra más famosa, Judith decapitando a Holofernes, es una venganza por la agresión sexual. La obra plasma el momento en el que la viuda Judith, ayudada por su doncella, decapita a Holofernes, un general asirio que se había encaprichado con ella.
