“Las directoras tratamos temas que nos importan a nosotras”

Gracia Querejeta regresa a la gran pantalla con ‘Ola de crímenes’

Foto: Moisés Fernández Acosta

El de Gracia Querejeta es un nombre íntimamente relacionado con el mundo del cine. A él se han dedicado sus dos padres, Elías Querejeta y María del Carmen Marín, aunque asegura que la vocación le viene más por vía paterna, porque “él ya era productor muchos años antes de que mi madre empezara a hacer vestuario de cine. De él he aprendido a respetar muchísimo el trabajo, a tener una dedicación absoluta por la película que elijas, sea la que sea, y que hay que hacer las cosas lo mejor posible independientemente de las circunstancias, que no siempre son fáciles. Pero, la verdad, no tengo mucha conciencia de haber querido ser directora de cine. No recuerdo haber tenido una vocación radical desde pequeña como otros directores. Fui metiéndome poco a poco. Creo que fue al hacer mi tercer documental cuando me di cuenta que quería dedicarme a esto”. Tras algunos documentales y cortos (de hecho, ganó un Goya en el 1990 por el corto El viaje del agua), dirigió en 1992 su primera película, Una estación de paso. Héctor, Siete mesas de billar francés o 15 años y un día son algunos de los títulos que vinieron después. Ahora, y tras un tiempo dedicada a la televisión (Sin identidad, Víctor Ros) y otros proyectos, la directora madrileña regresa a los cines con su octavo largometraje, Ola de crímenes, que se estrena este viernes. Se trata de una comedia negra con guion de Luis Marías y un reparto de lujo encabezado por Maribel Verdú, una de sus actrices fetiche, y con Paula Echevarría, Juana Acosta, Luis Tosar, Raúl Arévalo, Antonio Resines y Raúl Peña.

Con Ola de crímenes vuelves a la comedia. ¿Con qué género te sientes más cómoda?

He hecho mucho más drama. Comedia pura y dura, poca, siempre han sido más bien tragicomedias. Esta película, por ejemplo, tiene algo de oscuro en los personajes. Es una comedia que transita por otros territorios. Yo me siento a gusto si consigo comprender el guion y si veo que puedo sacarle partido y darle brillo, el género no importa.

Este guion, precisamente, no lo has escrito tú. ¿Qué te enganchó de la historia?

Lo empecé a leer con una cierta prevención. No acabo de verme en casi en ninguno de los guiones que me llegan. La verdad es que hasta ahora los había rechazado todos, de ahí mi prevención. Pero al cuarto de hora de empezar este, al levantarme a la cocina a beber agua, me di cuenta de que me estaba riendo. Así que me dije: por aquí vamos bien. Comparto con la historia un cierto sentido del humor bastante absurdo. Los personajes son muy extremos, muy alocados, y eso es lo que más gracia me hizo. Además del hecho de que no sea una película de chascarrillos. Es un tipo de humor que casi roza el drama.

Aunque en forma de comedia negra, vuelves a tocar el tema de la familia.

Totalmente, creo que por eso me llamaron para hacer la película. Esta es una familia desestructurada, con unos miembros, madre e hijo, rarísimos. Es una película sobre una mujer que básicamente se pasa todo el tiempo tratando de defender a su hijo para que no le ocurra lo que debería pasar si se supiera la verdad. El hijo comete un delito y ella trata por todos los medios de que no pague las culpas. Eso es, evidentemente, muy maternal.

Foto: Jorge Alvariño
Foto: Jorge Alvariño

¿Cómo ha sido volver trabajar con Maribel Verdú?

Un placer. Ya nos conocemos tanto que nos facilitamos mutuamente el trabajo. Aparte, tenemos la confianza para aportar cada una lo que quiere sin miedos y  sin tapujos. Ha vuelto, sobre todo, a ser muy divertido, nos hemos reído mucho, porque el personaje de ella está muy chalado. No conozco a nadie que esté tan chalado e incluso decidimos darle una vuelta de tuerca al personaje para ir más allá.  

Tus protagonistas suelen ser mujeres. ¿Tiene que ver con esa cierta ‘mirada femenina’ que dicen que tenéis las directoras?

Nunca he entendido bien eso. Por ejemplo, en el caso de Ola de crímenes el guion lo ha escrito un hombre y las tres protagonistas son mujeres. No sé si le he puesto una ‘mirada femenina’. He aportada mi mirada como directora, intentando hacer el guion lo más mío posible. Creo que esa mirada femenina no tiene tanto que ver con que rodemos de una manera o de otra, sino con los temas que tratamos. Ahí es donde las mujeres de alguna manera estamos más conectadas, tratamos temas que nos importan a nosotras. No sé si más ‘femeninos’, probablemente no deberíamos adjetivarlos de esa manera. Tocamos temas que nos interesan, y en general, a mujeres de determinada edad, nos interesan unos temas. Mi mundo no es muy opuesto al de Chus Gutiérrez ni al de Icíar Bollaín. Sin embargo, sí dista bastante, por ejemplo, del de [Enrique] Urbizu, por lo que sea. Esta película sirve para demostrar que las directoras sabemos rodar acción y no solo historias, digamos, tranquilas.

Has dirigido películas, series y cortometrajes ¿Qué supone un mayor reto?

Sin duda, las series de televisión. Por dos cosas. La primera es que no tienes mucho tiempo para ahondar en los guiones. No tienes tiempo de trabajarlos con los guionistas: lo que te viene dado es lo que hay que rodar. Y, por otro lado, solemos rodar setenta minutos en nueve días. Eso es una auténtica barbaridad, pero lo cierto es que te da mucho training. Luego cuando ruedas cine vas muy bien de tiempo casi siempre, porque te han apretado tanto las tuercas en otros momentos que te ha dado músculo.

Las cifras del último informe de CIMA no eran buenas, pero ¿cómo ves tú el panorama del cine español para las mujeres?

Llevo treinta años en esta profesión y ha sido así siempre. Ahora hay más mujeres, antes había menos, pero nunca hay suficientes. Seguro que a muchas más les gustaría estar dirigiendo y no pueden hacerlo porque el panorama no es muy alentador en general, casi para nadie. Las vías de financiación para una película son escasas, hay muy pocas puertas a las que llamar. Habría que trabajar más la paridad, sobre todo entre la gente joven. Creo que iremos llegando poco a poco, entre otras cosas porque los medios facilitan que se puedan rodar cosas más pequeñitas, aunque den menos dinero.

Foto: Jorge Alvariño
Foto: Jorge Alvariño

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