La otra cara de Amy Winehouse
Un libro fotográfico firmado por su íntimo amigo Blake Wood muestra su lado más natural
Tal día como hoy hace siete años, Amy Winehouse aparecía sin vida en su casa de Camden Town. Se unía así al maldito ‘club de los 27’, los artistas fallecidos a esa temprana edad, del que también forman parte Janis Joplin, Jim Morrison o Kurt Cobain, por ejemplo.
En el momento de su muerte, Winehouse se encontraba en un excelente momento profesional, no así en lo personal. Estaba reciente el éxito de Back to black, el álbum del que se vendieron más de 20 millones de copias y con el que había arrasado en los Grammy: ganó cinco de los seis premios a los que optaba, incluyendo el de mejor canción por Rehab. Esa noche, en sus agradecimientos, Amy mencionó a dos Blakes. El segundo (“mi Blake encarcelado”) era su esposo, Blake Fielder-Civil, con el que mantenía una tortuosa relación y que por entonces cumplía condena en prisión. El primero era Blake Wood, un fotógrafo al que había conocido ese mismo año y del que se había vuelto inseparable.
La relación con Wood, o el “Blake bueno” como era conocido en su entorno, representó un pequeño oasis en el turbulento momento por el que atravesaba Winehouse. Se habían conocido en enero de 2008, en casa de Kelly Osborne, amiga íntima de ambos. Él tenía 22 años y acababa de llegar a Londres. Ella, 24. Rápidamente conectaron y pasaron juntos unos meses clave en la vida de Winehouse.
Blake comenzó a retratar a Amy de manera desenfadada, natural y feliz, que distaba mucho de la imagen decadente que transmitían los medios. La fotografió a en la isla de Santa Lucía, donde pasaron unas largas vacaciones para que se distanciase de los focos, los paparazzi y, sobre todo, de las drogas.
Estas y otras instantáneas (algunas inéditas) son recogidas ahora en el libro, editado por Taschen, Amy Winehouse by Blake Wood: una colección de 85 fotografías en color y en blanco y negro que reflejan la estrecha relación que mantuvieron ambos artistas.