Carmen de Burgos o la condena al olvido
La dictadura franquista ocultó durante décadas el legado de la considerada primera periodista profesional en España

La Biblioteca Nacional, el Ateneo, la Universidad de Murcia y el Centro Andaluz de las Letras están celebrando homenajes a Carmen de Burgos en el 150 aniversario de su nacimiento. Pero ¿quién fue Carmen de Burgos?
Esta pregunta es muy frecuente al hablar de esta mujer que fue tremendamente influyente en el primer tercio del siglo XX y a la que muy pocas personas conocen en la actualidad. Las referencias que se hacen de ella tienen que ver casi siempre con su relación con Ramón Gómez de la Serna y no con su legado social y literario.
Más conocida como Colombine, también utilizó otros seudónimos como Gabriel Luna, Perico el de los Palotes, Raquel, Honorine o Marianela. Fue un personaje absolutamente poliédrico: periodista, escritora, traductora, biógrafa, conferenciante y, como todos los intelectuales que se preciaran de ello en su tiempo, dedicó gran parte de su actividad a la educación.
Fue pionera en muchos aspectos: la primera periodista profesional en España (durante casi treinta años fue redactora del Diario Universal, con una columna diaria), colaboró asiduamente con El Heraldo, ABC y con otras publicaciones españolas, europeas y americanas. Fue la primera corresponsal en Europa de un diario español y la primera corresponsal de guerra de nuestro país.
Escribió más de cien novelas cortas, ensayos, libros de viajes y manuales prácticos de temas muy variados, entre los que destacan los dedicados a los derechos de los trabajadores y al papel de la mujer en la sociedad y el mundo laboral. Por ello es considerada como una precursora del feminismo (aunque ella nunca se consideró así). Fue una firme defensora del sufragio universal, del divorcio, de la supresión de algunas leyes sexistas y del fomento de la libertad de la mujer a través de la educación sin distinción con los hombres.
Abrió el camino a la igualdad en instituciones tan cerradas como el Ateneo de Madrid, la Asociación de la Prensa o la Sociedad Económica Matritense de amigos del país, siendo una de las primeras mujeres en acceder a ellas.
Una de sus últimas obras, Puñal de claveles, fruto de su compromiso con la defensa de los derechos de la mujer, es una obra imprescindible para comprender la trascendencia social de su literatura. Federico García Lorca se basó en ella para escribir Bodas de sangre, lo que la convierte en un relato esencial.
Su posicionamiento en temas como el divorcio, la supresión de la pena de muerte o el voto de la mujer provocaron que, tras la Guerra Civil, su nombre fuera incluido en la lista de autores prohibidos y sus libros desaparecieran de las bibliotecas y librerías. También se eliminó su memoria de todas las sociedades a las que perteneció.
El cataclismo cultural de la dictadura franquista sepultó su legado bajo una losa de más de cincuenta años de olvido por sus ideas reformistas, tanto en lo social como en lo político, además de por su actitud ante la vida y por el simple hecho de ser mujer.
El libro de Concha Núñez Rey Carmen de Burgos Colombine, en la Edad de Plata de la literatura española (Fund. José Manuel Lara 2005) nos adentra en la biografía y el pensamiento de esta excepcional mujer, de la que se nos ha privado tan injustamente.
La reedición de sus libros más emblemáticos y los homenajes que se están realizando son más que merecidos, pero es posible que la memoria de este singular personaje no se llegue a recuperar nunca en la justa medida de su importancia.