Harvey Weinstein y el silencio de Hollywood

La industria que durante décadas ha ignorado los abusos sexuales del productor cierra ahora filas en su contra

Weinstein y Gwyneth Paltrow, rodeados del equipo de 'Shakespeare in love'. Foto: Everett Collection/Shutterstock

Harvey Weinstein era hasta la fecha conocido por ser uno de los pesos pesados de Hollywood, por haber lanzado la carrera de infinidad de actores y directores y por haber redefinido el modelo de negocio del cine independiente gracias a títulos como Sexo, mentiras y cintas de vídeo, El indomable Will Hunting, Pulp Fiction, Shakespeare in love o El discurso del Rey. A partir de ahora será conocido principalmente como depredador sexual.  

Las acusaciones en su contra se suceden en cascada desde que el pasado jueves The New York Times publicara un reportaje que descubría el acoso que durante décadas han sufrido las mujeres que trabajaban con él. El artículo ofrece los testimonios de ocho de ellas, incluida la actriz Ashley Judd, que cuenta que hace veinte años fue invitada por el productor a una reunión de trabajo en un hotel. Al entrar en la habitación, Weinstein, tapado solo con una toalla, le pidió que le mirara mientras se duchaba. Judd dice que se negó y se marchó. El artículo también explica que Weinstein ha llegado a acuerdos económicos con al menos ocho mujeres para que retiraran denuncias por acoso. Una de ellas es Rose McGowan. Al parecer la actriz firmó el acuerdo en 1997, después de un incidente con Weinstein en una habitación de hotel durante el Festival de Sundance. McGowan no participa en el reportaje, pero en los últimos días ha utilizado las redes sociales para mostrar su apoyo a las que sí lo han hecho.

A raíz de esos testimonios otras mujeres se están animando a hablar. Las historias que cuentan demuestran un patrón. Eran citadas por Weinstein a reuniones privadas con la excusa de discutir algún proyecto. Entonces él les proponía masajes, les realizaba tocamientos, se quitaba la ropa o directamente les proponía intercambiar sexo por trabajo.

Gwyneth Paltrow y Angelina Jolie se sumaron ayer a la lista. Paltrow ha relatado que en 1996, poco antes del rodaje de Emma, la película que lanzó su carrera, Weinstein la convocó a una reunión en su suite. Cuando llegó, él le pidió que le diera un masaje en la habitación. Ella se negó y se lo contó al que por entonces era su novio, Brad Pitt, que se enfrentó al productor. Desde entonces no volvió a intentar ningún acercamiento. Pitt ha confirmado la historia. Angelina Jolie ha publicado en un comunicado que a finales de los noventa también rechazo sus avances en una habitación de hotel: “Tuve una mala experiencia con Harvey Weinstein en mi juventud y en consecuencia elegí no trabajar nunca más con él y avisar a otros cuando lo hacían”.

The New Yorker también publicó ayer el resultado de un exhaustivo trabajo de investigación de diez meses que recoge el testimonio de trece mujeres y dieciséis empleados, actuales o antiguos, de Weinstein. Sus relatos son, si cabe, más impactantes. Tres le acusan directamente de violación. Aseguran que el productor las obliga a practicar sexo oral o vaginal con él. Una de ellas es la actriz italiana Asia Argento, que explica que si no habló antes fue por miedo a que el productor acabara con su carrera. “Sé que ha destruido a un montón de gente antes”, indica. “Esa es la razón por la que esta historia, que en mi caso tiene veinte años y en otros son incluso más antiguas nunca hayan salido a la luz”. Cuatro mujeres dicen haber sido sometidas a tocamientos indeseados. Otras cuatro acusan a Weinsten de exhibicionismo o de haberse masturbado en su presencia. Los empleados corroboran las denuncias de las mujeres. También que ha boicoteado la carrera de actrices que, como Mira Sorvino y Rosanna Arquette, le rechazaron. E indican que el comportamiento de su jefe era de sobra conocido tanto en Miramax, su anterior productora, como en la actual, The Weinstein Company, de la que, por cierto, fue despedido el domingo.

Por lo visto, era en realidad un secreto a voces en Hollywood. Sabían de sus abusos no solo sus empleados, sino también muchos periodistas, actores y ejecutivos. El miedo de sus víctimas a hablar, los acuerdos de confidencialidad y la permisividad de la industria y de los medios han ayudado a taparlos durante décadas. Sí que ha habido alusiones más o menos veladas. Cuando el cómico Seth MacFarlane anunció los nombres de las candidatas al Oscar en 2013 les dijo: “Enhorabuena, vosotras cinco ya no tendréis que fingir que Harvey Weinstein os atrae”. El público entonces se rio. Ahora ya nadie lo hace.

La industria que durante años ha ignorado sus delitos está al fin cerrando filas en su contra.  También reflexionado sobre esa política del silencio. En una dura carta abierta publicada en el New York Times, la actriz, directora y escritora Lena Dunham critica a quienes pese a las acusaciones e incluso condenas por abusos siguen trabajado con gente como Weinstein, Woody Allen o Roman Polanski. Incluida ella misma. Y es que admite haber actuado en un acto de recaudación de fondos organizado por Weinstein para la campaña de Hillary Clinton pese a haber oído los rumores. “Sentí que subirme al escenario bajo su patrocinio era una traición a mis valores. Pero quería apoyar a mi candidata desesperadamente e hice cálculos. Todos hemos hecho cálculos, y decir que lo sentimos no es un acto de cobardía. Es un cambio de actitud que podría cambiar la forma en la que hacemos negocios y la forma en la que las mujeres consideran su posición en el lugar de trabajo. Siento haber estrechado la mano de alguien que sabía que no era un amigo de las mujeres de mi industria”.

Dunham también apela a los hombres que, dice, durante años han tapado el comportamiento del productor. Algunos como George Clooney, Mark Ruffalo, Kevin Smith o Andrew Gardfield se han apresurado a condenar al productor. La exreportera del Times y fundadora de The Wrap, Sharon Waxman, que su intento de publicar la historia de los abusos de Weinstein en el periódico que precisamente ahora ha destapado la historia fue neutralizado en 2004 por sus editores. Waxman explica que Matt Damon y Russel Crowe, entre otros, presionaron para bloquear el reportaje. Damon, al que Weinstein dio su primera oportunidad con El indomable Will Hunting, se ha defendido: “Yo nunca trataría de matar una historia como esa”, ha dicho.

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