“No bailo como una bailarina, lo hago como una actriz que se mueve”
Paula Quintana estrena su último espectáculo, ‘Siempre, en algún lugar’
Paula Quintana es una artista todoterreno: actriz, bailarina y directora de sus propios espectáculos. Nacida en Tenerife, se formó desde la infancia en danza clásica, contemporánea y flamenco. Tras licenciarse en Arte Dramático se trasladó a Madrid, donde siguió estudiando y colaborando con destacados directores, bailarines y coreógrafos. Con gente del teatro como Yayo Cáceres (Ron Lalá), Fernando Soto, Gabriela Carrizo (Peeping Tom) y Andrés Lima, o del ámbito de la danza contemporánea (Daniel Abreu, Chevi Muraday y Carmen Werner) y el flamenco (escuela Amor de Dios). Ha actuado en el Royal Albert Hall de Londres o en el Grand Palais de París. Crea sus propios montajes. Con el anterior, Latente, fue candidata a dos Premios Max el año pasado. Este año ha protagonizado el largometraje de Pedro Loeb Cádiz, Cádiz. Y hoy se estrena en la Sala Mirador de Madrid su nuevo espectáculo: Siempre, en algún lugar.
Te has formado como actriz y bailarina, y tus espectáculos combinan ambas cosas. ¿Qué te conquistó primero: el teatro o la danza?
Aunque empecé primero a bailar, no podría decantarme por una de las dos cosas. De pequeña no jugaba con muñecas, bailaba y hacía teatro. Siempre me he formado como bailarina, pero el teatro me fascinaba, y cuando terminé el instituto me metí de lleno en él. Me encanta interpretar. Siento que interpreto con el cuerpo.
¿Te consideras entonces más una bailarina que actúa o una actriz que baila?
Hay cosas que siento que comunico mejor con el cuerpo y otras con palabras. Pero lo cierto es que no bailo como una bailarina, lo hago como una actriz que se mueve, yo bailo desde un personaje. Me considero más una actriz que baila, pero utilizo la técnica de baile que he aprendido.
¿Y qué disciplina es más exigente?
La danza, sin duda. Se necesita una técnica que o tienes o nada. Hay que desarrollar una musculatura y mantenerla, el cuerpo necesita tiempo para asimilar todo eso y si no eres constante, además, lo pierdes. Retomar la danza después de haberla dejado no es fácil. La pierna ya no sube igual, la flexibilidad no es la misma...
¿Cuál es la esencia de tu nuevo espectáculo?
A diferencia de otras ocasiones en las que he querido contar un montón de cosas, con este nuevo espectáculo pretendía crear un espacio de descanso. Quería expresar la necesidad de parar, de apagar la cabeza y disfrutar de un silencio, un movimiento o una melodía. En este mundo tan caótico a veces uno necesita parar y recuperarse, para así continuar desde otro punto. Mi intención era que la sala del teatro se convirtiese en un refugio de una hora. Que la gente que venga pueda aislarse del mundo, desconectar y no pensar.
Después del reconocimiento que logró Latente, ¿sentías más presión al afrontar un nuevo montaje?
Hago las cosas por la necesidad de contar algo, no por una necesidad de reconocimiento. La presión viene después, una vez ya está todo montado y me enfrento a ello. En ese momento me digo a mí misma: ¿no has pensado que a lo mejor esto no funciona? Pero al final me puede el deseo de contar, de compartir algo. Asumo que si uno prueba cosas nuevas se puede equivocar.
Además de en tus propias piezas, participas en espectáculos de terceros. ¿Ventajas e inconvenientes de cada cosa?
Me encanta trabajar con gente y a las órdenes de otras personas, porque aprendes mucho. No me gustaría dedicarme solamente a mis piezas. Cuando creas algo propio te quedas siempre en tus ideas, y cuando te dirige otra persona te metes en otros mundos, te aporta otras cosas.
También trabajas en otros países. ¿Hay más cultura de danza fuera?
Yo creo que hay más cultura de todo en general. Mi sensación es que la gente está más pegada a la cultura. La defienden como algo que les pertenece. Es muy habitual se queden al final del espectáculo y se interesen y pregunten. Aquí muchas veces tendemos a crear fronteras donde no tendría que haberlas.
Especialmente en el caso de la danza, que a buena parte del público le parece algo más inaccesible que, por ejemplo, el teatro.
Puede que desde el sector no hayamos hecho bien las cosas. Me gusta asumir la responsabilidad de las cosas, porque de ese modo las puedes arreglar. Cuando no depende de ti es muy difícil poner solución. Quiero pensar que desde dentro podemos reenganchar a la gente. Sin duda ya se está haciendo.
¿Qué planes tienes para el futuro?
Siempre tengo nuevas ideas rondando la cabeza. Afortunadamente tengo varios proyectos para el año que viene, incluidos un par de ellos en el mundo del cine. El cine me encanta, y en la medida de lo posible me gustaría seguir por ahí. También he empezado a colaborar con Dancing for the millennium goals [un programa de la Unesco que apoya el desarrollo sostenible a través del arte y la cultura].
