Los 3 pasos necesarios para recuperar la motivación en el trabajo
Superar la apatía laboral es posible, aunque no en todos los casos. Te contamos cuándo sí lo es y cómo lograrlo
Si los domingos por la tarde se te hacen demasiado cuesta arriba, por las noches te vas a la cama angustiado por lo que te espera al día siguiente o ir por la mañana a la oficina te parece una penitencia, es probable que tu motivación en el trabajo ande en horas bajas. Seguramente conocerás a otras personas, en tu empresa o en tu entorno, que estén en la misma situación, y es que perder la motivación laboral es algo muy habitual.
Al igual que sucede con la familia, los amigos o las relaciones de pareja, no siempre nos sentimos igual de entregados o comprometidos con nuestro trabajo, y no pasa nada, es completamente normal. Eso sí, conviene reconocer la situación y tratar de encontrar una solución antes de que se convierta en algo más serio y acabe pasándonos factura (se calcula que la mitad de los problemas de salud mental de la población ocupada están relacionados directamente con el trabajo).
Recuperar la motivación laboral es posible, aunque no siempre ni en todos los casos. La coach Eliana Gialain, principal behavioural scientist de CoachHub, explica que depende, en primer lugar, de la relación que hayamos establecido con nuestro trabajo. “Es importante que uno entienda qué le motiva. No podemos recuperar algo si no sabemos efectivamente de qué se trata”, indica. Si para ti el trabajo es solo una obligación o lo ves como un simple intercambio de esfuerzo productivo por salario, la cosa tendrá difícil solución. En esos casos, señala la experta, “las investigaciones de comportamiento humano indican que a la persona le resultará muy difícil mantener su motivación por mucho tiempo, ya que la relación con el trabajo estaría anclada en motivaciones extrínsecas, o sea, en elementos externos. Sin embargo, si se basa en motivaciones intrínsecas como, por ejemplo, sentir que tu trabajo tiene impacto sobre la organización o que es valorado por tu jefe y compañeros, que estás ayudando a otras personas, que te permite crecer profesionalmente y adquirir más conocimientos, o incluso si representa una fuente de ingresos que te permite comprar una casa, viajar o invertir en ti mismo o tu familia, en esos casos la motivación puede tener altos y bajos, pero es recuperable”.
Si ese es tu caso, con un poco de suerte, esta fase de apatía será algo temporal. Según Ana de Larrechea, psicóloga de la plataforma OpenUp, el primer paso para superarla es “tomar conciencia de lo que nos pasa. Admitir honestamente que estamos desmotivados nos permite observar lo que está sucediendo y buscar soluciones”. De hecho, en su opinión, sentirnos así puede convertirse en una buena oportunidad para “reflexionar, evaluar nuestra situación y ser conscientes de nuestras necesidades”. Por su experiencia, compartir esos sentimientos con alguien de confianza, “ya sea un mentor, familiar o compañero de trabajo, puede ser liberador”.
El siguiente paso es localizar el origen del problema. “Es vital determinar qué necesidad no está siendo satisfecha. Ya sea falta de apoyo, exceso de carga laboral o dificultades en la gestión del tiempo. Identificar la raíz del problema es un gran paso”, indica la psicóloga. También Gialain insiste en la necesidad de reflexionar sobre los motivos que están generando frustración: “¿Es una situación temporal o estaría más relacionada con un cambio duradero en las condiciones de trabajo?”.
En este punto es importante destacar que mantener la motivación no es misión exclusiva de los empleados, sino una responsabilidad compartida entre estos y la empresa, que, en teoría, debería ser la primera interesada en lograrlo. Hay evidencias de sobra de que mantener la moral de la tropa alta mejora la productividad, reduce el absentismo, ayuda a atraer y retener el talento y aumenta la reputación de la organización. Sin embargo, en muchas empresas, teoría y práctica distan mucho. Difícilmente se le podrá exigir a la plantilla una actitud positiva si vive bajo una presión constante, con una carga de trabajo excesiva, mal retribuida o bajo el yugo de un jefe tóxico. Entonces no estaremos ante un problema de particular y el trabajador deberá valorar el margen de actuación del que dispone. “En casos de situaciones generales que afectan a muchas personas de la empresa o incluso a nivel social, como durante la pandemia, lo que puede hacer uno es comprender si puede mover ficha para ajustar algo en el trabajo y sentirse mejor o si durante un tiempo tendría que enfocarse un poco más, emocionalmente hablando, en actividades fuera de su trabajo que le den placer para así equilibrar su estado de ánimo”, recomienda Gialain.
Cuando la pérdida de motivación sí es una cuestión personal, lo que aconseja es volver a la lista de motivaciones en el trabajo y analizar qué es lo que está fallando. “Una primera medida sería reforzar el vínculo con los aspectos que siguen cumpliendo las expectativas y dando satisfacción. A continuación, se deberían analizar las condiciones de trabajo que están impactando en las motivaciones frustradas y preguntarse si esas condiciones pueden cambiar, qué supondría ese cambio y de quién depende”.
En el mismo sentido, De Larrechea aconseja no perder de vista “por qué te gusta tu trabajo y qué aspectos valoras de él. Este recordatorio puede ser una fuente poderosa de inspiración”. Y si esto no es suficiente, propone un ejercicio práctico: “Reflexiona sobre alguna necesidad que no está siendo satisfecha. Cierre los ojos y piénsala. Respira profundamente y trata de tomar perspectiva. ¿Está dentro o fuera de tu control? Si está fuera, ¿cómo puedes aceptar la situación? Si está dentro, ¿qué acciones puedes emprender para cambiarla? Piensa en estas acciones y empieza a dar pequeños pasos”.
Si nada de esto funciona o llegamos a la conclusión de que cambiar las cosas no está en nuestra mano y soportar la situación ya no nos compensa, quizá haya llegado el momento de plantearse un cambio de aires, y el inicio de año puede ser un buen momento para ello.
