La España vaciada se masculiniza y envejece
La mayor emigración de las mujeres a la ciudad explica en buena medida el fenómeno

El entorno rural no solo se despuebla de forma continuada desde 1988, sino que también ha ido masculinizándose y envejeciendo en las últimas décadas. Esta es una de las conclusiones del informe sobre la brecha de género en el medio rural presentado esta mañana por ClosinGap y CaixaBank.
Durante el periodo 1988-2020, la población rural española ha pasado del 42,7% al 38,4%. Pero, además, el peso de la población masculina en este entorno es mayor que en el entorno urbano, especialmente en el caso de los municipios de menor tamaño. Así, mientras que en los entornos urbanos hay 93,8 hombres por cada 100 mujeres, en las poblaciones rurales son 101,3 los hombres por cada 100 mujeres. “La masculinización es una tendencia observable desde 1998, motivada por una menor tasa de permanencia de las mujeres en el ámbito rural fruto del hecho de que por cada 100 mujeres nacidas en un municipio rural, 33 emigran a entornos urbanos, cuando son 28 los hombres que lo hacen”, explica el informe.
Se observa también un envejecimiento más acusado entre la población residente en núcleos rurales, especialmente entre las mujeres. Si en los municipios urbanos el 21,3% de las mujeres y el 16,5% de los hombres tiene más de 65 años, la proporción asciende hasta el 22,1% y el 18,2% en los municipios rurales.
La mayor precariedad laboral de la mujer se agudiza también en el medio rural. España es el segundo país con mayor tasa de paro rural, con una brecha de género superior a la europea. Eso a pesar de que las mujeres rurales cuentan con un nivel de formación superior al de los hombres de ese entorno: el 22,8% tiene estudios superiores frente al 15,6% de los hombres.
De los 1,6 millones de personas empleadas en explotaciones agrarias familiares, el 65,4% son hombres y hay aproximadamente 3 hombres que son titulares-jefe de la explotación por cada mujer en esta posición. El informe concluye, además, que la toma de decisiones empresariales en el ámbito rural también es una cuestión de género. Así, cuando trabajan por cuenta propia las mujeres tienen a ser autónomas independientes sin empleados a cargo, mientras que los hombres dirigen más empresas o explotaciones agrarias. En el caso de las explotaciones con mujeres al frente, estas son de menor tamaño. Por contra, una actividad empresarial en la que las mujeres rurales dominan es el turismo rural. Ellas son propietarias del 59,5% de los alojamientos rurales, que la mayoría (75,4%) gestionan de forma independiente y sin empleados.
Ellas se trasladan a la ciudad de forma más habitual que los hombres para encontrar un empleo que se ajuste a su nivel educativo, mejorar sus condiciones de trabajo o formarse más. “El eventual retorno al medio rural en modalidad de teletrabajo de las personas que migraron a zonas urbanas supondría un importante impacto económico”, indica el informe. “La suma de los efectos directos, indirectos e inducidos de dicho retorno para las casi 13.300 personas que podrían hacerlo en formato de teletrabajo, asciende a 172 millones de euros, alrededor del 0,02% del total del PIB de la economía española del año 2019 o el 0,3% del PIB de Castilla y León de ese mismo año. En términos de empleo, 2.699 puestos de trabajo estarían relacionados con la actividad generada por dichas personas retornadas”. La contribución al erario público a través de impuestos especiales, IVA, cotizaciones sociales, IRPF e impuesto de sociedades sumaría 28,2 millones de euros adicionales.
Por último, existe también una brecha importante en lo que respecta a las tareas del hogar. Las mujeres rurales dedican 2 horas y 7 minutos más al día que los hombres a actividades relacionadas con la casa y la familia, (4,43 horas frente a 2,36 horas). De eliminarse esta desigualdad, la población femenina en los municipios rurales dispondría de 8,9 millones de horas más al día. El impacto económico de esa brecha supera los 38.500 millones de euros, equivalente al 3,1% del PIB de 2019.