“La silla de ruedas no es un problema. Me ha permitido ver las cosas de otra manera, sentir de otra manera”
Carmen Giménez, atleta paralímpica y superviviente de la violencia machista

La violencia de género la dejó en silla de ruedas y el fallecimiento de su hijo la llevó al deporte. Pese a los golpes que ha sufrido, Carmen Giménez no ha perdido la sonrisa ni las ganas de vivir. Más bien lo contrario. El 12 de marzo del 2010, su entonces pareja la tiró por la ventana de un tercer piso. Milagrosamente, salió viva de esta brutal agresión, pero sufrió una lesión medular. “La consecuencia más evidente es la silla de ruedas, pero para mí la consecuencia más importante fue sobrevivir y, a partir de ahí, hacerme consciente del valor de la vida”, asegura. “Yo había estudiado Empresariales, trabajaba en una consultora, viajaba… Cumplía con el estereotipo de lo que es una mujer de éxito, pero en verdad tenía muchos problemas. El primero era no ser consciente de lo valioso que es estar viva. Sufrir esa pesadilla de relación y esa violencia extrema me hizo darme cuenta de que la vida tiene sentido en cualquier formato. Me llevó un tiempo, no es algo que pasara de la noche a la mañana. Y no me resultó fácil, pero con ayuda psicológica, de mi entorno y gracias, sobre todo, a mi propia voluntad, lo conseguí. No puedo andar, pero puedo hacer otras muchas cosas: puedo viajar, puedo leer, puedo reír, puedo soñar… Con las miles de cosas que sí puedo hacer, sería absurdo que lo que no puedo condicionase mi vida. Estas son mis circunstancias, pero todos tenemos las nuestras. Yo prefiero hablar de circunstancias y no de problemas. Para mí la silla no es un problema. Me ha permitido ver las cosas de otra manera, sentir de otra manera”.
Antes de la lesión, Carmen hacía deporte a diario: iba al gimnasio, corría, montaba en bici, nadaba, practicaba escalada… Hacerlo después es una posibilidad que ni se le había pasado por la cabeza, pero otro revés de la vida acabó llevándola de vuelta al deporte. “En realidad, fue a raíz del nacimiento y la muerte de Bruno, mi hijo mediano, que comencé otra vez a correr. Mi hijo nació de forma prematura. Yo llamé al 112 en cuatro ocasiones, pero no acudieron, y mi hijo murió horas después del parto por no haber sido atendido antes. Para hacerme sentir que Bruno formaba parte del mundo y no era solo algo de su madre, la gente de mi entorno empezó a correr por muchos lugares con unas camisetas serigrafiadas con sus huellas y el hashtag #RunforBruno. Llegado un momento me dijeron: nosotros lo vamos a seguir haciendo, pero ¿por qué no lo haces tú también? En ese momento”, admite, “la idea de correr en silla de ruedas me generó muchas, muchas dudas”.
De hecho, su primer intento resultó bastante frustrante. “Me fui con mi silla normal, la del día a día, a una pista que está donde vivo, en Torrelodones, y me puse a dar vueltas. Había una carrera de 5 kilómetros a finales de octubre de ese año y yo quería participar, pero las cuentas no me salían, porque calculaba que iba tardar 6 horas en hacer esos 5 kilómetros. Buscando información después me enteré de que para correr se utilizan otro tipo de sillas”. A través de un club de atletismo de su localidad contactó con un experto en atletismo adaptado, la persona que la ha guiado en este mundo y actual entrenador. Pero ahí no acabaron, ni mucho menos, las dificultades. “Las sillas especiales que se necesitan para correr no se pueden comprar, hay que hacerlas a medida. Y no se hacen en España. Estados Unidos o Japón es lo que pilla más cerca”. A Carmen no le quedó más remedio que contactar con un fabricante en Estados Unidos, desplazarse hasta allí para que le fabricaran su silla y traérsela de vuelta a España. “Es como gastarte 6.000 euros en unas zapatillas para empezar a correr antes incluso de habértelas calzado y saber si correr te va a gustar”, explica. “Yo lo hice por mi hijo, pero según iba superando todos esos obstáculos pensaba: esto es inviable. Parece increíble que alguien quiera dedicarse al atletismo adaptado en estas circunstancias. Por eso no hay prácticamente atletas en España, no hay ninguna facilidad”.

Hace ahora tres años de aquello y Carmen Giménez no solo ha conseguido correr, también ha ganado un Campeonato de España y ahora se prepara para su primera maratón. Será la de Sevilla, el próximo 20 de febrero. Giménez se convertirá así en la segunda mujer, tras Eva Moral, en correr una maratón en silla de ruedas en España. “Espero que sea la primera de muchas para para cumplir con mi objetivo, que es llevar a mi hijo a todos los sitios que debería de haber pisado por su propio pie y, además darle visibilidad al deporte, la mujer y la discapacidad. Me encantaría abrirme el circuito internacional de maratones y poder ir a Londres, a Berlín, a Nueva York, y que mi silla, que lleva el nombre de Bruno, estuviera allí, demostrando a las personas que estén en las mismas circunstancias que yo que es posible”.
Para ayudar a esas personas a acercarse al atletismo y que su camino sea algo más fácil que el que tuvo que recorrer ella, Carmen Giménez ha creado un club. “Ya hemos conseguido un par de sillas para que la gente pueda iniciarse, los guantes que se necesitan y acceso al estadio de Vallehermoso. Al menos ahora la gente puede probar, y si decide dar el paso de adquirir sus propios materiales, le podemos facilitar toda la información: dónde, cómo, quién, cuánto cuesta… Todo eso que para nosotros fue un mundo”.
En este tiempo Carmen ha tenido, además, a su segunda niña (su hija mayor tiene 8 años) y desde hace unos meses colabora también con la Fundación Adecco. “Estoy dando con ellos charlas en empresas. Les cuento mi historia, lo que siento y cómo lo he gestionado, esperando poder ayudar a alguien de alguna manera. A todos nos pasan cosas duras en la vida, pero siempre tenemos la opción de usarlas en positivo para generar cosas buenas”.