Roller derby: ellas patinan delante
Los equipo femeninos empiezan a introducir en España este deporte de velocidad, contacto y estrategia

“¡No pasa, no pasa!” Lo grita el público que asiste al derbi Gatas-Ingles de Acero, una suerte de Madrid-Barça con coderas, cascos, pinturas de guerra, tatuajes y hasta purpurina. En la pista, Nenaza, Malas Formas, Monjigata o Bambi Killer se encargan de cumplir el mandato del público: hay que bloquear a la jammer del equipo contrario y allanar el camino a la propia. Para ello hay que abrirse paso a codazos y las demás te tienen que ayudar.
Así es el roller derby en dos líneas, pero tiremos del hilo. Se juega en patines de cuatro ruedas y lo trajeron a España las mujeres, porque es eminentemente femenino desde su nacimiento en los años veinte en Estados Unidos. Recuperó fuelle en los dos mil y se practica aquí desde hace menos de una década. Va de velocidad y contacto: cinco jugadoras por equipo en una pista elíptica y dos tiempos de treinta minutos, que se dividen en carreras que pueden durar un máximo de dos minutos llamadas jam. Las jammers son las únicas que pueden marcar puntos y se las distingue por una estrella en su casco. El resto son bloqueadoras y su papel es cortar el paso a la corredora contraria.
Las jammers marcan puntos cada vez que superan la barrera de contrincantes. “Nos gusta definir el roller derby como un deporte femenino de contacto porque, aunque hay equipos masculinos, nació y es predominantemente femenino”, cuentan las integrantes del equipo madrileño Las Gatas. “En el mundo del deporte suele ser una excepción, aunque ahora las cosas están cambiando”.
Cambian, pero no van sobre ruedas: “El deporte base lo practican más niñas que niños, pero según crecen, en el instituto y en edad universitaria, ellas van abandonando”, explica Pilar Calvo, campeona de España de tiro al plato y secretaria general de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP). Tiran la toalla a tal ritmo que solo un 23% de las fichas federativas son de mujeres, según los últimos datos del Consejo Superior de Deporte, correspondientes a 2015. La cifra es apenas dos puntos superior a la de 2012. “Ellos ven el deporte como su espacio habitual, un espacio amable. Salvo excepciones como la gimnasia rítmica, el patinaje artístico o la natación sincronizada, en los que ellas se sienten cómodas, las estadísticas dicen que las chicas lo dejan en la adolescencia mientras ellos siguen quedando para jugar una pachanga y practicar deporte como algo esencial en su día a día. Las chicas priorizan estudiar”, asegura Cristina López Villar, profesora de la Facultad de Ciencias del Deporte y Educación Física de la Universidad de La Coruña y autora del libro Pioneras del deporte en Galicia.
En el roller hay golpes, caídas y codazos pero es en realidad un espacio amable. Llevan la inclusión y la diversidad por bandera de manera tan literal que al inicio de los encuentros algunos equipos hacen su presentación patinando por la pista con banderas LGTBI o feministas. “En el roller derby todo el mundo tiene su lugar en el equipo, tanto dentro como fuera de la pista. No importan los cuerpos de cada jugadora. Es algo que hacemos nosotras para nosotras, ‘by the skaters, for the skaters’”, explican las jugadoras. Funcionan bajo la normativa de la WFTDA (Women’s Flat Track Derby Association), que en una declaración recoge el compromiso de este deporte con las prácticas inclusivas y antidiscriminatorias con perspectiva de género. “Y esto también es muy importante para nosotras”, dicen.
Cristina López Villar cree que un rasgo importante de disciplinas como el roller derby es precisamente esa atención a la diversidad. “Son nuevos deportes que apuestan por una visión más plural, por cómo debería ser la sociedad. En Galicia, por ejemplo, tenemos una liga de fútbol gaélico [undeporte similar al fútbol australiano que se juega fundamentalmente en Irlanda] mixto. Existe la tradicional segregada, como se juega en Irlanda, pero un grupo ha decidido hacerlo mixto aunque para ello haya tenido que crear su propia liga”.


Hoy toca “reclutamiento”. Ya han barrido toda la pista, llena de tierra y hojas porque hay que apañarse con una cancha al aire libre. Mari Quita marca los ejercicios, despacio, a las que hacen la prueba para acceder. “¡Cuidado, amiga, nunca sin coderas!”, grita. Ella se encarga de entrenar y seleccionar a Las Mininas, la cantera de Las Gatas. “El roller te ayuda a ganar confianza, a estar más segura. En mi caso, no aguantaba sin hacer deporte y había dejado el baloncesto porque en la federación había cosas que no me gustaban”, explica. Las propias jugadoras señalizan las pistas, cargan el material, organizan los encuentros, llevan las redes sociales, etcétera. Se dividen las tareas por áreas y cada una participa en al menos dos. “Somos de muchos lados. Yo de San Blas, otras de Móstoles, la Cheeky es de Brooklyn”, explican tomando unas cañas después de entrenar. Mujeres corrientes autogestionándose para practicar un deporte de equipo. Pero las estadísticas nos dicen que no es lo común.
Es así desde la base. “Lo vemos en el clásico regalo de cumpleaños. Es más fácil que a los chicos se les regale cosas deportivas, como una pelota o una canasta portátil. Porque nos siguen afectando tanto los estereotipos que las personas que no están muy concienciadas sobre temas de género van a caer en ello”, expresa López Villar. Coincide Élida Alfaro, directora del Seminario Mujer y Deporte de Universidad Politécnica de Madrid y una de las veteranas en la lucha por la igualdad en este campo, que reconoce que en las últimas tres décadas ha habido importantes cambios legales y de concienciación, “pero sigue manteniéndose en la población una idea muy estereotipada del deporte. La práctica deportiva se considera un hecho más cercano al modelo social masculino”.
“Puedes empezar a hacer algún deporte en el colegio. Pero si no tienes referentes, si cuando ganas un premio tiene menos valor que el de los hombres, si no sales en televisión es complicado”, asegura Pilar Calvo. Le sobran los ejemplos: desde mujeres deportistas que reciben becas para estudiar mientras sus compañeros las obtienen para correr hasta los famosos premios que son de reír… por no llorar. “Para los hombres sí, para las mujeres, nada. O te regalo un perfume o una botella de vino. Pero el esfuerzo es el mismo”, se lamenta. También influye la percepción de que las mujeres no se ganan la vida con el deporte. “Las chicas se dan cuenta de que jamás van a vivir de eso, aunque sean buenas, y el mensaje que les llega es que tienen que buscar otra salida profesional”. Lo habitual, indica Calvo, es “ver cómo un chico de tu misma categoría está cobrando 2.000 o 3.000 euros mientras tú cobras 300 euros. O nada”. Por eso el 90% de las deportistas profesionales en España tiene estudios universitarios, frente a menos de la mitad de los hombres. “Ellos, hayan sido buenos o no, saben que después van a tener salida entrenando a niños, como árbitros, como jueces, en las federaciones”.


Silbatos. Una jammer se toca las caderas repetidamente. Así puede detener la carrera antes de los dos minutos si va con ventaja. Tiene que levantar mucho las manos para que todos la vean. La visibilidad. ¿Saben a cuánto cuesta el tiempo dedicado a fútbol masculino en los informativos de la televisión pública? La AMDP lo ha estimado: el equivalente a más de 300 millones de euros al año en publicidad. También han computado qué parte del espacio que los medios dedican al deporte lo protagonizan mujeres, y es solo un 6% del total. “Si sale algún podio en televisión es de chicos. En revistas especializadas, chicos. Los patrocinadores, lógicamente, van con quien sale por la tele. Pero esto no debería ser así en la televisión pública, porque la pagamos todos y nosotras somos la mitad de la población. Quizá si viéramos a más mujeres haciendo deporte diríamos ‘oye, pues eso me gusta, yo podría hacerlo’”, asegura la vicepresidenta de la asociación.
Élida Alfaro recuerda que sí ha habido un cambio sustancial en el deporte de alta competición, concretamente en el ámbito olímpico, donde Españapresenta actualmente una participación prácticamente paritaria. “Y es así porque el Comité Olímpico Internacional ha establecido unas políticas orientadas a lograr esa paridad: no admite nuevos deportes sin versión femenina, no admite países que no lleven representación femenina, etcétera”. Pero el efecto de ello es limitado. Como recuerdan las expertas, es poco probable que una mujer que no ha hecho deporte de forma continuada se sienta representada por una deportista de élite que marca récords imposibles para el común de los mortales. “Es importante como modelo de referencia, pero no influye directamente en la mejora de la práctica deportiva para la salud, para el bienestar, que es lo que realmente interesa”.
Más silbatos: el equipo de arbitraje, formado por patinadoras y también patinadores del equipo masculino, ha marcado descanso. “El roller derby nos aporta algo indescriptible. Es como un refugio en el que nos sentimos seguras, una liberación. Los problemas se solventan cuando vamos a entrenar, al menos por un rato. No solo por el deporte en sí, que es maravilloso, sino por tus compañeras. Existen unos vínculos muy fuertes entre nosotras que nos aportan mucho en todos los sentidos. También está el factor del empoderamiento. Al superarte en cada partido o en cada entrenamiento te sientes capaz de todo”.
Ese es el jugo que le sacan Las Gatas al roller derby. Pero es también un perfecto resumen de lo que pierden las mujeres como invitadas de segunda al mundo del deporte. La larga lista de perjuicios comienza en la salud. Cada vez más estudios muestran la importancia de realizar actividad física para prevenir múltiples patologías. Aunque es cierto que las mujeres viven más años, también lo es que lo hacen con peor calidad de vida. Además se ha demostrado que a partir de la menopausia es aún más importante que las mujeres mantengan la actividad física. “Si no has hecho nunca nada es un poco complicado hacerlo a esa edad. En el fondo es otra forma de violencia, una violencia muy silenciosa, pero yo la considero otra forma de violencia hacia las mujeres”, dice Cristina López Villar.
“En algunas investigaciones con personas mayores vemos que mientras los hombres han podido decidir qué ocio querían tener, porque disponían de tiempo, ellas se han dedicado tanto a los cuidados que ni siquiera han podido elegir en qué invertirlo”, explica la profesora López-Villar. Es una de las principales barreras a derribar, y no solo en el deporte. “Hay que eliminar estereotipos pero para eso ayudaría que las mujeres no tuvieran que trabajar dos o tres veces más que los hombres para demostrar lo mismo, o que ellos no dedicasen a las actividades de la casa una cuarta parte de tiempo que ellas o que fueran las mujeres las que siguieron pidiendo, en un 90%, los permisos de maternidad”, enumera Alfaro. Luego está la cuestión del poder. Llevar tanto tiempo excluidas de todo el tejido de clubes, federaciones y equipos implica no estar tampoco en los órganos que toman las decisiones. Solo dos de las 66 federaciones deportivas españolas están actualmente presididas por mujeres. Y ahí es donde se toman las decisiones sobre el dinero.
“Nuestro mayor problema es encontrar pistas que podamos permitirnos económicamente y que estén adaptadas a la normativa. El roller derby es un deporte autogestionado y el coste es muy alto cada vez que queremos organizar algún partido”, explican Las Gatas. Una consecuencia más de la desigualdad en el deporte es que las mujeres pierden parte de la financiación pública que les corresponde. “Somos más del 50% de la población. ¿Por qué entonces si analizamos los presupuestos con una perspectiva feminista vemos que se invierte tanto en fútbol o en otros deportes altamente masculinizados?”, se pregunta López Villar, que hace referencia a un reciente estudio sobre el destino de los programas de los servicios de deporte gallegos que ha demostrado que la mayoría de la inversión acaba en actividades de competición. “¿Quiénes están socializados en las actividades de competición? Mayoría de chicos. Las chicas participan más en actividades dirigidas, donde la financiación ya no llega tanto”.


Y tirando del hilo de las pérdidas, que parece no acabar, nos topamos con el factor decisivo: la autoestima, necesaria para reclamar la mitad de todo. Ese sentirse “capaz de cualquier cosa” tras un entrenamiento o un partido. “Eldeporte tiene un factor determinante para las mujeres y es que cambia su visión del cuerpo. Socialmente la mujer ha tenido siempre una percepción de su cuerpo totalmente estética, y el deporte aporta una visión más funcional. Mejora muchísimo su autoestima. Si tú ves que puedes hacer cosas más allá de estar bien estéticamente, estás favoreciendo el considerarte igual que los demás”, subraya Élida Alfaro. López Villar añade que practicar deportes en los que la fuerza y la resistencia son importantes permite, además, “empoderarse y deconstruir el cuerpo femenino entendido desde la visión tradicional de vulnerabilidad, una visión que garantiza la sumisión”. Por eso, recuerda, las imágenes de mujeres fuertes o musculadas suelen producir rechazo entre personas con una cultura machista.
El papel de la educación como motor de cambio o perpetuación de los roles sociales no podía ausentarse de este debate. Hay preocupación porque lejos de aumentar, el número de chicas que eligen estudiar Ciencias del Deporte lleva años a la baja. “En mi facultad ahora mismo estamos en el 17% de alumnado femenino, es poquísimo. Nunca ha estado por encima del 25%”, se lamenta Alfaro. Recientemente se ha publicado un estudio de un grupo de investigadoras del Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña que constata que en los últimos quince años ha caído un 54% el número de mujeres que solicitan realizar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, alcanzándose la cifra más baja en el curso 2013-2014 y con la brecha de género agrandándose en los centros privados. “Investigaron por qué las chicas de instituto no accedían a estas carreras y descubrieron que no lo veían como una salida profesional. Hay un impacto tan fuerte desde los medios de comunicación sobre lo que es deporte, que se resume en fútbol, que las chicas, con excepciones, no visualizan que sea una salida para ellas”, resume López Villar.
Con menos mujeres en la rueda, no es previsible que la igualdad llegue pronto a los currículos. “La ley dice que las facultades deben incluir la perspectiva de género en sus estudios, pero eso no se lleva a cabo ni siquiera en la carrera de Educación”, denuncia Alfaro, pionera en el impulso de la perspectiva de género en las facultades y federaciones deportivas. “Ya desde abajo el niño y la niña perciben diferencias en cuanto al modelo social, en cuanto al juego, en cuanto a la forma en que las profesoras y profesores los atienden”. “A mí en la carrera nadie me habló de ninguna mujer deportista, en los vídeos que veíamos todos eran hombres. Espero que haya cambiado, pero en algunos aspectos seguimos siendo una sociedad machista, el currículo de las carreras aún lo es”, asegura la profesora. “Estuve en Oslo y me llamó la atención que había una proporción de 50%-50% en la carrera. Y era porque habían hecho cuotas, pero ya desde los años setenta u ochenta”.


Deportistas y académicas coinciden en que aún necesitamos visibilizar la brecha y que se perciba como tal. “Si la gente no conoce cuál es el problema jamás va a reclamar una solución, y en nuestra asociación no solo hay deportistas sino entrenadoras, gestoras, abogadas, periodistas, etcétera, todas afectadas por las mismas dinámicas”, subraya Pilar Calvo. “Hay que concienciar, porque tenemos unas leyes pero no las condiciones para aplicarlas. España es de los países más avanzados en igualdad de género en el aspecto legal, pero hay una brecha entre lo legal y lo real”, asegura Élida Alfaro.
“Hay programas, pero hay que invertir más. También sería interesante trabajar la visión de la masculinidad en el deporte”, propone López Villar. “Hoy en día el niño de colegio, ¿qué quiere ser? Futbolista, con esa visión que dan los medios de un jugador con éxito y dinero, rodeado de chicas, y perdemos de vista que el deporte tiene otros valores”. También la campeona de España de tiro al plato hace hincapié en reforzar esos valores: “Ningún hombre tiene la vergüenza de decir: ‘Oye a mí no me puedes dar 1.000 euros y a esta mujer nada, ha trabajado igual que yo’. ¿El compañerismo es solo entre los míos?”, se pregunta. “Necesitamos que los hombres se impliquen”. López Villar recuerda que Mariah Nelson, autora de The Stronger Women Get, The More Men Love Football (Cuanto más fuertes son las mujeres, más les gusta a los hombres el fútbol) definió el deporte como “el último bastión del machismo”. Que este ratito con Las Gatas, que patinan las primeras, sirva al menos para conjurar ese pronóstico y reivindicar que lo que hoy es la excepción sea mañana la norma.
Este reportaje se publicó primero en la última edición de nuestra revista en papel.