Tras el tsunami morado, la acción
Teresa Viejo hace la crónica del viaje de MAS al Parlamento Europeo por el Día de la Mujer

Voy a confesarte mi tendencia a ser indulgente, y lo hago como quien se mira al espejo y descubre en su reflejo los años que no quiere ver. No me gusta acostumbrarme a lo que no me gusta. No me complace tolerar lo desagradable bajo la justificación de no crear más confrontación de la necesaria; sin embargo cuento en mi vida la de veces que dejo pasar algo con tal de no discutir al declarar “eso no es así”, y la suma me sonroja.
Por eso además de agradecer a Mujeres a Seguir su invitación a celebrar el 8 de Marzo en Bruselas, debo bendecir que el viaje me agitara hasta obligarme a reaccionar. Un grupo de mujeres devanando los hilos de este nuevo tiempo allí donde se forja el destino de Europa, es un golpe de aire antes de lanzarte al precipito del basta ya, de por ahí no avanzamos, de la acción. El Parlamento Europeo es un espacio de empoderamiento que, bien empleado, se convierte a su vez en un agitador de conciencias. Vaya si lo hace. La eurodiputada Beatriz Becerra, magnífica cicerone, nos explicó que los mecanismos para alcanzar la paridad efectiva están diseñados, ahora necesitamos que las autoridades de cada país los implementen y las nuestras son perezosas. Pero ya no hay tiempo para ensayos, ni para mensajes grandilocuentes que resbalan por la piel de una masculinidad tradicionalmente impermeable.
Si algo ha llenado mi maleta de vuelta de Bruselas ha sido la convicción de que lo que está sucediendo es muy trascendental, porque la marea de mujeres ha derivado en un tsunami violeta que empuja a actuar. Es común la sensación de que se ha agotado el proceso de construcción teórica del nuevo ideario feminista y a partir de aquí cualquier aportación que espolee el cambio será aplaudida. Más acción y menos emoción parecían decirnos desde cada rincón del Parlamento, empezando por su Presidente, Antonio Tajani: “No es una batalla de las mujeres para las mujeres, sino de todos para la humanidad”. Amén. “Los abusos de los hombres a las mujeres tienen un origen en su inferioridad psicológica frente a ellas”, llegó a declarar, y me sobrecogió imaginar lo que pensarían los hombres al escuchárselo decir. Hay que ser muy valiente para reconocer la debilidad propia, máxime frente a una mujer, y muy inteligente al diagnosticar cómo nosotras hemos desterrado el silencio de nuestro vocabulario dispuestas a seguir haciendo ruido más allá del 8M.

Mínimos cantos de sirena, cierto es, porque frente a nuestras ganas la tozudez de los datos que lanzaba la Comisaria para la Sociedad y la Economía Digitales, Mariya Gabriel, con la puntería de un misil: las mujeres solo representan el 30% de las TIC´s y en los escalones inferiores, cifra, además, que va en descenso desde 2011, tanto como para que la ONU asegure que los avances en igualdad languidecen en punto muerto. He aquí otro motivo para huir de la indulgencia. Si el futuro será digital no sé cómo lo vamos a construir si excluimos de él a las mujeres. Quiero encontrarme con mujeres programadoras de software, expertas en inteligencia artificial, diseñadoras de redes neuronales robóticas, analistas del internet de las cosas… porque esto indicará que somos motores del cambio, convirtiéndose ellas en modelos aspiracionales para cientos de niñas. Si empecé este texto mirándome con incomodidad al espejo no se me ocurre mejor modo de avanzar que animando a las más jóvenes a utilizarlo a su favor. Un azogue puede ser un dedo acusador o el revelador camino a seguir.
En mi voluntad está también extraer de mi maleta un par de cifras inquietantes: el ciberacoso se ceba en las menores de treinta años y las mujeres escribimos solo el 26% de los tweets. ¿Con este porcentaje a alguien le sorprende la agresividad que se respira en una red que destila testosterona en cada uno de sus 280 caracteres?
Además de programar sus algoritmos, tengamos más presencia en las redes sociales promoviendo conversaciones y líneas de debate que nos interesen a nosotras. Puede que a ellos también, por supuesto, pero desterremos los prejuicios puesto que el discurso mainstream siempre lo han impulsado los hombres. No les sucede nada por escucharnos y compartir nuestros diálogos, dado que a buen seguro los disfrutarán mucho.
Hasta ahora los informativos, las películas, las series de televisión, la vida contada en directo o en diferido, con descarnada veracidad o empolvada por la ficción, ha sido narrada a través de voces masculinas… ¿cómo puede el 50% de la población imponer al otro 50% el modo en qué debe de observar alrededor?
Sí, vivimos un despertar de conciencia que arrastrará a todas sin discriminación: hombres y mujeres, jóvenes y personas maduras, en aras de un nuevo tiempo donde lo femenino tendrá que, primero impregnar la sociedad, para después mudar las arcaicas estructuras del poder. Por ello la revolución del “nuevo feminismo” no puede instalarse en la confrontación sino que aspirará a la cooperación entre ambos sexos, equiparándolos sin soslayar sus diferencias, y su nuevo paradigma será tan transformador, que alcanzará el plano espiritual. No hay atajos ni burladeros, el tsunami morado es irreversible.
Regreso de Bruselas dispuesta a no guardar un silencio al que me conduce a veces mi cabeza cuando el corazón desea defender que así no, que en este viaje no hay desvíos ni atajos, que realizarlo es imprescindible y que nunca, nunca, estaremos solas durante el trayecto.
¡CONTENIDO BLOQUEADO!
Aquí hay un vídeo que no puedes ver debido a tu configuración de cookies. Puedes ver nuestra política de cookies o abrir el vídeo en youtube.com
Política de cookiesVer en youtube.com


