Historias de una manifestación
Mujeres y hombres, jóvenes y mayores, nos cuentan sus motivos para sumarse a la huelga

Tristemente, Natalia (25 años) no ha tenido que enfrentarse al dilema de si ir a trabajar o no. Está en el paro. Sí ha hecho huelga de cuidados y de consumo. Por la mañana ha participado en un piquete informativo en La Vaguada y por la tarde en la manifestación. “Las mujeres estamos siempre en la cola, es hora de que nos pongamos en cabeza”, dice.
Pilar (60 años) trabaja en el sector tecnológico. En su empresa mucha gente, tanto hombres como mujeres, han secundado el paro de dos horas. Han sido tantos que se ha tenido que posponer un seminario previsto sobre una nueva legislación de contratación que entra en vigor el día 9. “Yo trabajo en un sector en el que nuestra presencia es especialmente escasa”, explica. “Creo que para cambiar las cosas, para cambiarlas de verdad, no bastan iniciativas para romper con los estereotipos, que también son importantes. Pero hay que ir más allá. Tenemos que demostrar que se puede salir a las seis del trabajo, demostrar que la conciliación es posible, que otra sociedad es posible. Tenemos que cambiar el mundo”.

Marta, Paula y Flor son periodistas. Han hecho huelga todo el día, han participado en la concentración de periodistas de la mañana en Callao y han pasado la jornada en la calle reivindicando. “Es un día histórico”, asegura Marta (24 años), emocionada. “Está claro que el feminismo es imparable”. Ella es todavía becaria. Su amiga Paula (22 años) trabaja en el ICEX y hace un máster. “Puedo hablar de política y de economía. No me lo expliques, quítate esa manía”, reza la pancarta que lleva. La de Flor (23 años) hace referencia al movimiento ecofeminista. Ella hace prácticas en Prisa Radio, donde las periodistas han parado en bloque. “También estoy estudiando para poder acceder el día de mañana a un puesto directivo en comunicación, y ahora mismo en los medios no hay directivas”. Es otro de los motivos por los que está aquí.

Cuando nació, sus padres le pusieron otro nombre. Era de varón. Pero en 2015 ella decidió llamarse Arantxa. Tiene solo 16 años y ha ido a la huelga a escondidas de sus padres. “Son muy machistas”, reconoce. Estudia Bachillerato de Arte, y hoy ha ido al instituto, aunque no a clase. Ha pasado la jornada colgando carteles e informando sobre la huelga. Lo que viene siendo un piquete informativo, aunque la expresión le suena extrañísima a Sara, compañera de clase. Como anticuada. Y eso que a sus 16 añitos, Sara está ya cansada de cantidad de cosas, como si tuviera muchos más años. “Estoy harta de no poder ir sola por la calle de noche, de que haya mujeres a las que se les despida por quedarse embarazadas, de que cobremos menos…”. Todas, todas las adolescentes que se manifiestan hablan del miedo. También su amiga Laura se queja, “no puede ser que cada vez que vuelva a casa mi madre y yo tengamos miedo de que no llegue”.
Hay muchísimos chavales, chicos y chicas. También muchas familias con niños pequeños. Jaes (41 años) y Valentín (37 años) empujan los carritos de sus dos hijas. “Desde hace diez años tengo conciencia feminista y me parece importante que las niñas también la tengan”, dice ella. Ambos son funcionarios, aunque Jaes está de excedencia para ocuparse de las niñas. Menos hoy, claro. Hoy él se ha cogido el día para cuidarlas. Y por la tarde está manifestándose. “Estoy aquí para reivindicar la igualdad, para que mis hijas y todas las niñas tengan mañana las mismas oportunidades que yo”.

Feministas de la vieja guardia como Ángela (75 años) y Margarita (69 años) tampoco se han quedado en casa. Ángela no trabaja desde hace años, aunque hoy no ha podido desentenderse de las labores domésticas. No ha tenido posibilidad. Dice estar manifestándose “por las mujeres, las de ahora y las que vendrán”. Margarita reconoce que se ha emocionado “al ver tanta gente joven. Tenéis que luchar, porque estáis perdiendo todos los derechos que habíamos conseguido. Los estamos perdiendo. Habíamos avanzado y ahora estamos yendo hacia atrás”, se lamenta. Las dos llevan meses participando también en las concentraciones por las subidas de las pensiones. “Otra vergüenza”, sentencia Ángela.
Otra de las manifestantes prefiere no dar su nombre para no erigirse en portavoz del colectivo, pero forma parte del Espacio Caba, un centro autogestionado por los vecinos del barrio de Aluche que acoge iniciativas sociales: agricultura ecológica, educación de inmigrantes… También tienen un grupo feminista. “Hemos estado todo el día haciendo actividades con los niños en el barrio hasta que hemos enganchado con la manifestación”.
También hay grupos de mujeres inmigrantes. Jessica (25 años) es una de ellas. Estudia Ciencias Políticas y está haciendo huelga “por las mujeres que no pueden, por las que no están en nuestra situación privilegiada”.

Ricardo graba la manifestación con un móvil. Tiene 66 años y ya no trabaja. “He venido a Madrid a visitar a una amiga y a estar en la manifestación”, dice. Su amiga le acompaña.
“Los hombres de verdad apoyan el feminismo”. Es lo que dice el cartel que descansa a los pies de Carletes (17 años). Él también ha parado a descansar con sus amigos en un banco del Paseo del Prado. Estudia segundo de Bachillerato y hoy ha ido a clase, aunque también ha decidido ir a la manifestación “por solidaridad, empatía y justicia social”. “Yo quiero un futuro en el que pueda cobrar lo mismo que un hombre y andar por la calle sin sentirme una vagina con patas”, interviene Sara (16 años).
