La heredera de Margaret Thatcher
Theresa May se convertirá esta tarde en primera ministra británica

Fuerte, seria, competente, pragmática, buena gestora y trabajadora son algunos de los calificativos que utilizan para describir a Theresa May los que la conocen. May se convertirá hoy en la primera ministra británica y la segunda mujer en ocupar el cargo tras Margaret Thatcher. Como ella, llega al poder en un momento complicado. Si la crisis económica y el invierno del descontento llevaron a la Dama de Hierro al gobierno, May tendrá que enfrentarse a la incertidumbre del Brexit y los conflictos territoriales que el resultado del referéndum ha reavivado.
Tras el anuncio de dimisión de David Cameron, solo otra mujer, la secretaria de Estado de Energía, Andrea Leadsom, se interpuso en el camino de May hacia el 10 de Downing Street. Fue un obstáculo efímero: la propia Leadsom se encargó de liquidar sus posibilidades al sugerir en una entrevista en 'The Times' que el hecho de ser madre –May no tiene hijos— hacía de ella una mejor candidata para asumir las riendas del país. Poco después pidió disculpas, retiró su candidatura y ofreció su apoyo a su compañera de partido.
Procedente de una familia de clase media, Theresa May (Eastbourne, 1956), de soltera Brasier, es la hija única de un pastor anglicano y de una madre políticamente comprometida. Su padre falleció en un accidente de tráfico en 1984, cuando ella tenía 25 años, y su madre lo hizo poco después. Estudió Geografía en Oxford, la misma universidad donde Thatcher estudió Química. En su tercer año allí, conoció a Phil May, entonces presidente de la Oxford Union, una sociedad de debates en la que se han fajado muchos futuros políticos británicos. Se dice que fue la primera ministra pakistaní Benazir Bhutto quien les presentó en una fiesta del partido conservador. Se casaron en 1980.
Tras la universidad, Theresa May trabajó en el Banco de Inglaterra y fue consultora financiera, aunque sus amigos aseguran que siempre tuvo ambiciones políticas. En 1986 se convirtió en concejal en el municipio londinense de Merton y una década después, en las elecciones generales de 1997, logró un asiento en el parlamento. Lo había intentado sin éxito en dos ocasiones anteriores. Llegó al gobierno en 2010, cuando Cameron le asignó la difícil cartera de Interior.
Discreta respecto su vida privada, su afición a los zapatos es apenas el único detalle frívolo que de ella se conoce. En algunas entrevistas también ha dicho que le gusta cocinar y hacer senderismo. Hace tres años reveló que le habían diagnosticado diabetes tipo 1 y que tenía que administrarse insulina dos veces al día.
Ha apoyado el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero no su derecho a adoptar. También se ha manifestado a favor de reducir el plazo legal para abortar de las 24 a las 20 semanas. Como ministra promovió una ley para luchar contra la violencia doméstica. Aunque no era un objetivo propio, asumió el poco realista compromiso de su partido de reducir la tasa anual de inmigración por debajo de las 100.000 personas. No lo ha conseguido. De hecho, Reino Unido registró el año pasado una migración neta (llegadas menos partidas) de 330.000 personas, una cifra record que animó a muchos ciudadanos a votar a favor del Brexit.
‘Brexit significa Brexit’
Ella se oponía a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, aunque no participó activamente en la campaña. En cualquier caso, ha declarado su intención de hacer cumplir el resultado del referéndum: “Brexit significa Brexit, y vamos a hacer que sea un éxito", ha dicho. En su primer discurso como líder conservadora, también anunció que gobernará para todo el país y “no solo para los privilegiados”.
“Es fuerte, competente, más que capaz de aportar el liderazgo que nuestro país va a necesitar en los próximos años”, ha dicho de ella David Cameron, que ayer presidió su última reunión de gabinete en la residencia de la calle Downing. Theresa May participó como responsable de Interior. Hoy volverá como primera ministra.