La huella estética: todo tratamiento tiene sus consecuencias

Ese rastro que van dejando todas las decisiones estéticas que tomamos al cabo de los años puede ser positivo o negativo

La edad media del primer tratamiento de medicina estética ha pasado de 35 a 20 años, según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética. Además, desde 2019 se han abierto en España un 20% más de centros de medicina estética. La vehemencia por vernos cada vez más jóvenes, unida a la escasa información sobre los efectos secundarios que los tratamientos estéticos sin medida provocan en nuestro aspecto y nuestro organismo nos lleva a hablar de algo muy importante: la huella estética.

En el mundo de la medicina, la ‘huella estética’ es más que una transformación momentánea, es el rastro dejado por los tratamientos estéticos a medida que interactúan con los procesos naturales del envejecimiento y con nuestra propia composición biológica. Es la suma total de las decisiones estéticas que crea una narrativa única en cada individuo. Algunas reflexiones de especialistas en medicina estética, como el doctor Jaume Tufet arrojan luz sobre este fascinante viaje en el que las elecciones estéticas de hoy se convierten en la narrativa visual de mañana.

Huella estética: positiva y negativa

A menudo, en el universo de los procedimientos estéticos, nos enfocamos en los resultados inmediatos. Sin embargo, la huella estética nos invita a mirar más allá, a considerar cómo nuestras decisiones estéticas moldean y definen nuestra apariencia, y los posibles efectos secundarios permanentes que estas decisiones pueden acarrear a lo largo de los años.

Una huella estética positiva se logra cuando los tratamientos se integran armoniosamente con el envejecimiento natural, preservando la expresión única de cada persona. En contraste, una huella negativa puede resultar de procedimientos mal ejecutados y/o decisiones estéticas cortoplacistas. Algunos tratamientos y productos inyectados o filtrados producen cambios irreversibles en la estructura de los tejidos. Por eso hay que asegurarse de utilizar solo productos de primera calidad, de extrema pureza, para lo que necesitas el consejo de tu médico estético de cabecera.

Teniendo en cuenta esta información, y si hablamos de hialurónicos, hay muchísimas clases y estructuras indicadas para las distintas localizaciones y hemos de ser muy precisos, porque un producto que sea óptimo para un área o un tejido específico puede resultar negativo en otras áreas. Por eso, los hialurónicos de extrema pureza, con menores cantidades de BDDE (molécula que estabiliza el ácido hialurónico), y los que han demostrado su acción bioregeneradora son los que producen una huella estética positiva.

A la hora de detectar diagnosticar la huella estética, nos basamos en tres resultados concretos:

-La información que arroja la observación macroscópica (identificando de forma visual los cambios en las facciones).

-Mediante ecografía, una técnica que se ha introducido en medicina estética hace más de 15 años y que se ha vuelto imprescindible para detectar los cambios en los tejidos.

-Mediante una biopsia que detecte los posibles cambios en las células. 

Cómo conseguir una huella estética positiva

-Conexión con tu médico estético de cabecera: la construcción de una huella estética positiva implica una conexión sólida entre el médico y el paciente. La comprensión mutua de las metas estéticas a largo plazo, combinada con la experiencia del médico, es esencial para lograr resultados armoniosos con el tiempo.

Por eso, establecer una comunicación abierta con tu médico estético para alinear expectativas, resultados y conocer los efectos secundarios es fundamental.

-Planificación a largo plazo: considerar cómo los procedimientos se desarrollarán con el tiempo.

-Elecciones naturales: optar por tratamientos que respeten la arquitectura facial y mantengan la expresión personal e individual.

El ácido hialurónico, usado correctamente, puede causar una huella estética positiva: hay estudios publicados que indican que, al mirar histológicamente los tejidos de personas mayores de 40 años que se sometieron a tratamientos puntuales con ácido hialurónico durante 10 años para corregir algún aspecto concreto, se produjo una ralentización del proceso de envejecimiento en los tejidos de las zonas tratadas.

Algunos tratamientos preventivos con aparatología también causan una huella estética positiva porque estimulan de manera natural la formación de colágeno y de fibras elásticas. Sin embargo, aquellos que inciden en mayor medida en el tejido produciendo cicatrices o quemaduras a veces pueden llegar a provocar una fibrosis que produce una huella estética negativa a largo plazo.

Es importante destacar que el uso excesivo o incorrecto de cualquier tratamiento puede contribuir a una huella negativa, causando pérdida de expresión facial, asimetrías y resultados poco naturales. La clave está en la aplicación precisa y en manos de profesionales experimentados.

La doctora Elvira Ródenas es experta en medicina estética. Ha sido vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética y presidenta de la Asociación de Medicina Estética y Cosmética del Colegio de Médicos de Madrid.

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