Natalia Gamero del Castillo (Condé Nast): “El periodismo de calidad es más importante que nunca”
Gamero del Castillo es directora general de Condé Nast Europa y ganadora del Premio MAS Internacional 2024
Ningún profesional español había alcanzado antes una posición de tanta responsabilidad en el sector editorial, un ámbito en el que todavía hay pocas mujeres en puestos de liderazgo. Desde 2021, Natalia Gamero del Castillo, supervisa las operaciones europeas de Condé Nast, grupo editorial propietario de cabeceras tan icónicas como Vogue, GQ, Vanity Fair, Condé Nast Traveler, AD y Wired. La audiencia de estos títulos en los mercados europeos supera los 100 millones de usuarios al mes. En sus dos décadas de carrera en la compañía (se unió a ella en 2004), Gamero del Castillo ha ocupado otros cargos de responsabilidad, incluido el de presidenta y CEO en España. Antes de eso fue también directora general digital, puesto desde el que lideró la transformación digital de la compañía en nuestro país. Por todo ello, ha sido reconocida con el Premio MAS Internacional en los XI Premios MAS.
Estudiaste Derecho, pero pronto a trabajar como periodista. ¿Qué te atrajo del mundo de los medios?
Efectivamente, estudié Derecho, pero lo que realmente me interesaba era la cultura y, en especial, la literatura. Me gusta pensar que viene de familia, ya que mi tatarabuelo fue Saturnino Calleja, fundador de la editorial Calleja. A los 23 años decidí que no me dedicaría al derecho, y tuve la suerte de que Luis María Ansón me diera una oportunidad en La Razón, que fue un lanzamiento fascinante. Después entré en El Cultural, con Blanca Berasategui, que fue una maestra. Es difícil no enamorarse del periodismo trabajando con los mejores. Yo era muy joven entonces y con poca experiencia, y recuerdo lo emocionante que me parecía firmar en el mejor suplemento cultural del país o escuchar la voz de Francisco Umbral al otro lado del teléfono cuando le llamaba para acotar sus textos. El ambiente era muy divertido. Después del trabajo a veces nos reuníamos en la coctelería Balmoral, donde siempre estaban algunos de los mejores periodistas del momento. Recuerdo a David Gistau, que en la redacción siempre llevaba un diccionario en la mano, y a Jorge Berlanga, que escribía textos maravillosos en media hora dejándonos a todos boquiabiertos. Siempre me ha apasionado la capacidad del periodismo de elevar el debate social y también su dimensión de género literario. Algunos de los mejores textos que leo surgen en una redacción. Formar parte de la evolución de la industria de medios desde puestos de liderazgo en Condé Nast, una compañía que ha redefinido la cultura a través del periodismo y la creación de contenidos, resulta emocionante en un momento en el que el periodismo de calidad es más importante que nunca.
¿Y cómo diste el paso a la gestión?
Fue un proceso natural. Entré en Condé Nast en los inicios de la digitalización de la industria, cuando estaba casi todo por hacer en ese ámbito, y con el objetivo de liderar un proceso que me dio la oportunidad de tomar parte en decisiones clave en el desarrollo de productos pioneros. Eso me llevó orgánicamente hacia roles más orientados a la dirección. A medida que fui desarrollando mi carrera, descubrí que tenía una vocación por liderar equipos.
¿Qué has aprendido sobre el liderazgo en el proceso?
El mayor aprendizaje ha sido, quizá, escuchar más y entender que no se trata únicamente de tomar decisiones, sino de crear una cultura que fomente la colaboración y el aprendizaje. Esto es especialmente importante en un entorno de cambio profundamente complejo. La confianza en los equipos locales también es clave. Mi ámbito de influencia es amplio e incluye Europa, México y Latinoamérica y middle east. Los equipos locales son los que tienen el conocimiento del mercado, los que gestionan el día a día del negocio. Sin ellos, nada funcionaria. Finalmente, creo firmemente que las mujeres líderes debemos fomentar una cultura de apoyo mutuo que permita romper los techos de cristal que aún existen y abrir más espacios para el talento femenino.
“Siempre me ha apasionado la capacidad del periodismo de elevar el debate social y también su dimensión de género literario. Algunos de los mejores textos que leo surgen en una redacción”
La última edición del informe del Instituto Reuters confirma que sigue habiendo pocas mujeres en puestos de responsabilidad en los medios, incluso en aquellos donde son mayoría en las redacciones. ¿Algún indicio de que las cosas estén cambiando?
Afortunadamente, veo señales de cambio. En el caso de España, por ejemplo, estamos viendo a más mujeres accediendo a puestos de liderazgo en la industria. Pero sabemos que estamos lejos de llegar a un equilibrio. El papel de las empresas es fundamental para fomentar este cambio, ofreciendo oportunidades y apoyando a las mujeres en todas las etapas de su carrera. He tenido la suerte de crecer en una compañía comprometida con el liderazgo femenino. Las cuestiones de diversidad y empoderamiento femenino forman parte de nuestra naturaleza, tanto organizativamente como a través de nuestras publicaciones, que han sido defensoras del progreso y la igualdad de género.
¿Desarrollar una carrera internacional era para ti un objetivo o simplemente surgió la oportunidad?
No fue un objetivo planeado. Mi carrera internacional surgió de manera natural y no esperada. Cuando Roger Lynch me ofreció la posibilidad de liderar Europa, acepté el reto, y los que han venido después, con una mezcla de entusiasmo y responsabilidad. Siempre le digo que elegirme fue un atrevimiento, pues aunque tenía mucha experiencia en transformación y llevaba casi dos décadas en la compañía, nunca había liderado equipos internacionales. Eso, sin lugar a dudas, ha sido la parte más enriquecedora de mi trabajo.
¿Cuál es el mayor reto que has afrontado en esta nueva etapa?
Anteriormente operábamos como un conjunto de mercados independientes, cada uno con sus propios objetivos y prioridades. Hoy hemos evolucionado hacia una compañía verdaderamente global, con metas comunes y una visión clara del papel que queremos desempeñar tanto en el mercado europeo como en el global. Este cambio ha permitido integrar una rica diversidad de culturas y perspectivas bajo una misma dirección estratégica, lo que ha sido clave para fortalecer nuestra posición. Como todo gran reto, este proceso ha traído consigo recompensas significativas. La estructura global nos ha permitido diversificar el negocio de forma más robusta y estratégica. Hoy, nuestro portfolio es mucho más amplio: los negocios orientados al consumidor complementan nuestro negocio publicitario y hemos expandido nuestras alianzas más allá de los sectores tradicionales de moda y belleza.
¿El mercado de las revistas es diferente en función del país?
Hoy en día el público consume contenidos de forma global, sin fronteras, y en múltiples formatos y plataformas. Y, en esa línea, la manera en que creamos y distribuimos nuestros contenidos ha evolucionado junto con nuestras audiencias. Un ejemplo reciente es la portada de GQ España con Shakira, que ha sido noticia en todo el mundo. Ese tipo de alcance global desde lo local es también parte de nuestra ambición editorial. Aunque los valores de Vogue, Vanity Fair, GQ, Glamour, Condé Nast Traveler o AD son universales, es evidente que los intereses y realidades culturales de cada país les otorgan una identidad única, y reflejar esa diversidad es esencial para la práctica misma del periodismo. El reto está en encontrar el equilibrio entre el carácter global de las marcas y la adaptación a las idiosincrasias locales.
¿Cómo te imaginas el negocio de las revistas en, digamos, diez años?
Creo que continuarán algunas de las tendencias que vemos hoy, como la versatilidad a la hora de consumir el contenido, la búsqueda de experiencias diferenciales y el valor de los entornos de confianza. No tengo la menor duda de que los grupos de comunicación que, como Condé Nast, promueven el periodismo de calidad, tendrán un rol aún más relevante. En cuanto al negocio, diez años es mucho tiempo, y estoy convencida de que veremos cambios profundos, pero creo que en lo esencial no cambiará tanto y seguirá pasando por conectar con audiencias cualificadas a través de contenidos de calidad. Nuestras marcas crean cultura y comunidad, y creo que precisamente estos elementos seguirán siendo los ejes de nuestro negocio en el futuro. Espero que en diez años veamos también una mayor diversidad en los equipos de liderazgo de los medios.
Llevamos años oyendo hablar de la muerte del papel. ¿Llegará algún día a cumplirse la sentencia?
Yo estoy convencida de que no. Aunque la mayoría del consumo de contenidos global ocurre en plataformas digitales, el papel sigue siendo muy importante para nosotros, especialmente para el sector del lujo que quiere posicionar sus productos en un entorno premium. Seguirá siendo un producto aspiracional, una forma de arte que permite a los lectores conectarse de una manera profunda y duradera con los contenidos.
¿Qué te gusta leer?
Leo muchos medios internacionales como The New York Times, The Financial Times, The Wall Street Journal, El País y, por supuesto, los nuestros. He seguido muy de cerca las elecciones en Estados Unidos a través de The New Yorker y cada mes espero con impaciencia la salida de nuestras revistas de arquitectura e interiorismo, como The World of Interiors, AD y House & Garden. Me resulta imposible viajar sin consultar Condé Nast Traveler, que es uno de nuestros títulos en expansión, y Vogue nunca deja de sorprenderme con su capacidad de generar conversación y anticiparse a las grandes tendencias. Por supuesto, también leo novelas y ensayos de todo tipo. Me fascina la literatura americana: Franzen, Joyce Carol Oates, Edith Warton, Scott Fitzgerald, Auster, Annie Prouxl, etcétera. Últimamente he leído dos entrevistas que me han fascinado, una con Ursula K Le Guin en Conversations on Writing y otra con Susan Sontag publicada en su día en la revista Rolling Stone.