Natalia Fernández (CBNK): “El mejor regalo que puedes hacerte es vestirte con la actitud de quien quieras ser”
La directora corporativa de personas y comunicación de CBNK responde esta semana al cuestionario de MAS Directivas

En la actualidad es directora corporativa de personas y comunicación de la entidad financiera CBNK, marca surgida a finales del año pasado de la fusión de Banco Caminos y Bancofar. Desde su puesto, Natalia Fernández busca impulsar un proceso de transformación cultural conectando la estrategia de negocio con las personas. Especialista en trasformación de organizaciones y generación de modelos de liderazgo sostenibles, trabajó con anterioridad en la multinacional de productos de construcción Hilti y ha formado parte del comité de dirección de la Mutualidad de la Abogacía y de su comité de ética para la inteligencia artificial en los sectores asegurador y financiero.
¿Qué querías ser de pequeña? No tengo ninguna duda: quería dedicarme a escribir. Siempre me ha divertido trabajar con la imaginación. Es algo que desde pequeña he hecho de forma natural, tomar cualquier dato y que la mente empiece a darle forma, incorporar otros elementos, dejarte llevar, hasta que de repente surge una idea, haciendo que todos los puntos conecten, y después, plasmar todo en un papel. Un gran anhelo es poder intentarlo algún día. Mi imagen soñada es estar sentada en un gran escritorio frente a una ventana con la sensación de tener mucho tiempo y tranquilidad por delante para crear una historia que me represente, que hable de cómo entiendo las cosas.
¿Qué consejo le darías a tu yo adolescente? No me siento muy cómoda dando consejos. Creo que lo que a unas personas les sirve no tiene por qué funcionar a otros; cada uno debe construir su camino y aprender sus propias lecciones. No obstante, si mi yo adolescente quisiera escucharme alguna recomendación le diría que tiene que actuar y comportarse como si hubiera conseguido todo lo que desea. En la adolescencia se entrena el ‘yo’ del mañana, por lo que el mejor regalo que puedes hacerte es vestirte con la actitud de quien quieras ser en la vida adulta para no limitar tu potencial.
¿Cómo recuerdas de tu primer día de trabajo? Con la satisfacción de haber conseguido dar un paso vital importante y sentirme independiente. Aprendí muy pronto que los buenos compañeros de trabajo son un regalo de la vida y que algunos se convierten en parte de tu familia. Ese primer día es un tesoro de buenos recuerdos que sucedieron en un pequeño sitio lleno de historia y legado de la calle Yeserías de Madrid. El principio de muchas cosas buenas.
¿Quién es la persona que más ha influido en tu carrera? He tenido buenos jefes y mejores mentores. De todos ellos destaco a Fernando Destéfanis, quien me enseñó que debía cultivar el arte de la paciencia, y a Chema Palomares, alguien imprescindible en mi vida por su generosidad infinita y ejemplo constante de lo que significa el liderazgo de servicio. Pero, honestamente, mi marido es la persona que más influye en mi carrera, porque detrás de todas las decisiones, las dudas, las ambiciones y los sacrificios, él es el que apoya, anima, reta, provoca, tolera, a veces censura y siempre acompaña. Es la única persona que no le pone filtros a la crítica y que sabe que cuando he tomado una decisión, ya nada podrá hacer que vuelva hacia atrás.
Descríbete con tres adjetivos. Práctica, tenaz, terrenal.
¿Qué talento te habría gustado tener? No tengo ningún talento para la música, de hecho, tengo talento negativo. Me encantaría tener buena voz y mejor oído. Pero, en realidad, creo que lo que me gustaría es saber leer música y entender la importancia de los números en los sistemas musicales. He comprendido un poco tarde que la vida son matemáticas…
¿Cuál es el mejor cumplido que te han hecho? Me genera un poco de pudor esta pregunta, porque no estamos acostumbrados a hablar bien de nosotros mismos. No sé si es el mejor cumplido, pero me enorgullece mucho encontrarme a personas de vidas pasadas o a las que hace tiempo que no veo y que me reciban con una sonrisa y verdadera alegría por reencontrarnos. También cuando una persona recuerda algo que dije o hice en un momento dado y que le ayudó, aunque yo no sea consciente de ello.
Elige una mujer cuya carrera te haya inspirado. Me inspiro en las mujeres que son de carácter fuerte, pero no arrolladoras. Aquellas que de forma natural actúan con determinación y paso firme porque se lo creen y porque saben que tienen una misión: dejar las cosas mejor de como se las encontraron. Mujeres de la historia, de la literatura, de la sociedad actual, pero sobre todo mujeres anónimas de mi entorno que me encantan y en las que me apoyo para coger oxígeno y mucha motivación. De cada una he cogido un poquito, no tengo un único referente.
¿Cuál ha sido tu mayor reto profesional hasta la fecha? Los retos profesionales dependen de cada uno. Se puede vivir como un desafío todo lo que te lleve fuera de tu zona de seguridad y te haga entrenar nuevas habilidades. En este sentido, mi vida profesional ha estado llena de retos, cada vez que he asumido una nueva posición o he cambiado de empresa, de jefe, de equipo…Pero siento que el mayor reto profesional todavía no ha llegado porque no tengo una visión continuista del trabajo ni del ejercicio de mi profesión. En un contexto global, en el que las cosas pasan tan rápido y hay tantas irrupciones a nivel tecnológico y digital, es imprescindible que nos mantengamos actualizados y con el sentido de la alerta muy desarrollado. Yo tengo ese sexto sentido para saber cuándo llega el momento de lanzarse a conocer algo nuevo, innovar y cambiar.
Si pudieras elegir a cualquier persona, ¿con quién te gustaría trabajar? Sin ninguna duda, e independientemente de ideologías, con Isabel Díaz Ayuso. Es una profesional que asume riesgos, que reta tanto a los suyos como a los contrarios y que predica con el ejemplo. Ejerce un liderazgo consciente de lo genuino y muestra sus vulnerabilidades, lo que en realidad la hacer más fuerte e influyente. Me encantaría poder ver cómo es la ejecución de su trabajo en el día a día para generar ese resultado.
¿Y con quién te irías de cañas? Pues si puedo elegir probaría a tomarme unas cañas con mi ídolo de toda la vida, Alejandro Sanz. Lo haría solo para comprobar que no se me cae el mito y tendríamos que ir los sitios clásicos de la adolescencia de los dos: los bares de las lonjas de Moratalaz.
¿Qué te hace reír? Un chiste malo de mi hijo, una aventura adolescente de mi hija, una conversación absurda durante la cena en la que todos hablamos y ninguno nos escuchamos. Sonrío con la cotidianidad y me río cuando me doy cuenta de que lo extraordinario es cualquier momento de complicidad compartido con los tuyos.
¿Y lo que más te enfada? La falta de esfuerzo y de ética personal. Sin más. Tengo tolerancia cero con las personas y situaciones en las que no hay trabajo ni intención de hacer las cosas mejor.
Si volvieras atrás, ¿harías algo de forma diferente? No dedicaría ni un minuto de mi tiempo y salud a los ambientes tóxicos. El esfuerzo y la atención debe estar siempre en lo positivo. Lo bueno atrae más cosas buenas.
¿Cuál es tu bien más preciado? Mi concepto de Ítaca. Realizar un viaje de vuelta a casa, como hizo Ulises tras ganar la guerra de Troya para regresar con su mujer y su hijo a su patria. Un camino largo y tedioso lleno de aventuras y lecciones. Cuando por fin llegó, percibió que Ítaca era diferente, un lugar distinto al que recordaba porque él había cambiado en su periplo:
“Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.!
Yo tengo mi propia Ítaca, no es solo un lugar, es una forma de vivir.
¿En qué ciudad te gustaría vivir? Me gustaría probar la experiencia de vivir en Nueva York para sentirme a ratos protagonista de tantas series y películas. La ciudad de los mil encantos, donde todo el mundo encuentra su lugar, aunque nadie sea de allí al 100%. Después de eso… solo puede haber un lugar para mí en el mundo: Ítaca.
Si eligieses una profesión diferente, ¿cuál sería? Hace unos años no hubiera dicho esto, pero cada vez soy más consciente de la importancia de las disciplinas STEM. Si pudiera volver atrás estudiaría una ingeniería y probaría suerte con una profesión en la que el método, la técnica, las matemáticas y el proceso fueran ejes centrales del día a día e imprescindibles para conseguir un resultado.
¿Qué experiencia que todavía no hayas vivido te gustaría vivir? Quiero vivir ese día en el que, junto a amigos y compañeros de profesión, presente mi libro mirando a la primera fila y encontrando la mirada orgullosa de mi madre, satisfecha de mi padre, cómplice de mi marido e inspiradora de mis hijos.
¿Qué haces para desconectar del trabajo? Parafraseando a Victor Kuppers: saber que lo más importante es que lo más importante es siempre lo más importante. Si esto se tiene claro, lo mejor para equilibrar (que no desconectar) la vida profesional y la profesional es saber qué tiempo y energía dedicar a cada cosa, sin medias tintas. Cuando hay que trabajar se trabaja y cuando hay que descansar se debe hacer sin ningún sentimiento de culpa. En un contexto cada vez más líquido es imprescindible que los profesionales aprendamos técnicas de gestión de nuestro tiempo y a qué debemos prestar atención.
Recomiéndanos un libro, un disco, una serie y una película. Soy muy romantiquera, por lo que voy a recomendar en formato monotema: Mi libro de cabecera será siempre Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchel. Mas allá de la universal historia de amor entre Scarlett O´Hara y Rett Butler, el libro describe la guerra de secesión americana con un enfoque cautivador. Me cuesta seleccionar solo un disco, podría hacer una playlist de Luis Miguel de cuatro o cinco horas de duración con las canciones de mi vida. Soy una incondicional. Y en cuanto a películas y series me gustan especialmente los dramas históricos y épicos. No puedo resistirme a Gladiador, Troya, etcétera.
¿Dónde te ves dentro de diez años? Sin ninguna duda, buscando la forma de seguir ayudando a que la cultura corporativa de las empresas sea un motor fundamental del cambio y de la forma de conseguir modelos de negocio más exitosos y solventes. Tengo una profesión que me permite evolucionar constantemente y eso es precisamente lo que espero hacer dentro de diez e incluso veinte años. Seguramente estaré más cerca de llegar a Ítaca, la mayor de las felicidades.