Toni Acosta, actriz: “El teatro es mi casa”

Acosta se enfrenta a su primer monólogo en ‘Una madre de película’, que estará hasta el 9 de febrero en el Teatro Bellas Artes de Madrid

Fotos: Javier Naval.

De la comedia al drama y viceversa. Una madre de película habla del nido vacío, esa sensación que muchas mujeres “pero también hombres”, recalca su protagonista Toni Acosta, experimentan cuando sus hijos se van de casa con solo un billete de ida. La obra también trata otras situaciones a las que una madre puede enfrentarse: la dificultad para quedarse embarazada, la depresión postparto, la separación de la pareja… La combinación de todos estos temas en una misma propuesta escénica se ha plasmado en el texto escrito por Juan Carlos Rubio y la magistral interpretación de una mujer/intérprete que lo ha vivido en primera persona.

¿Cómo surge el proyecto?

Yo tenía la inquietud de hacer un monólogo, de enfrentarme sola al público. Además, quería que girará alrededor del nido vacío. Hablé con el director y guionista Juan Carlos Rubio y, para mí sorpresa, se subió a mi barco, aunque al principio me decía: “Pero si yo no soy padre”. Pero yo seguí mi intuición, quería que fuese él. Sabía que si me juntaba con una mujer podía quedar un texto más cursi, porque íbamos a estar más metidas en nuestra película, nunca mejor dicho. Juan Carlos ha aportado la visión del hijo que se va del hogar.

¿Qué es ‘Una madre de película’?

Mi intención era hablar de esa nueva etapa de la vida de una mujer, porque esto empezó, al menos para mí, como una bofetada que me dio la vida. Yo tengo dos hijos y uno se marchó a estudiar con 18 años. Me quedaba con la peque que, de repente, planteó irse a Irlanda. Yo creí que tendría más tiempo para pasarlo con ellos, pero de repente la vida te sorprende. Hablar del nido vacío nos ha llevado a algo precioso, que es homenajear a las madres y los cuidados que dan a sus hijos durante tanto tiempo. Yo sé que mi madre lo pasó cuando me fui un año a Irlanda. Ahora estamos más conectados todos con las nuevas tecnologías, pero antes solo hablaba con mi casa, si había suerte, los domingos, a una hora determinada y a cobro revertido. Creo que es bonito aceptar la etapa del nido vacío y saber que la maternidad no se acaba nunca. Las madres siempre estamos ahí.

El nido vacío es el centro de la historia, pero se tocan muchos otros temas.

Era necesario, porque no se puede explicar el síndrome del nido vacío sin hablar de todo el proceso que comienza cuando una mujer se queda embarazada y deja de ser el centro para pasar a convertirse en un tupper en el que lo importante es el contenido. Para hacer este trabajo, Juan Carlos vino a mi casa, me grabó y me escuchó con atención. Le enseñé la habitación real de mi hijo y le mostré objetos y recuerdos para que, a raíz de ahí, empezase a componer a Eva María. Le dimos muchas vueltas al texto, quitamos y añadimos cosas, pero la esencia está ahí. Todo gira y orbita alrededor del nido vacío.

¿Qué rasgos en común tienes con la protagonista?

En común tengo que yo también he sentido ese agujero en el estómago. Por mi profesión conozco a mucha gente, participo en numerosos eventos, pero he experimentado ese un vacío del que habla Eva María. Durante mucho tiempo he estado pendiente de los horarios de mi hijo. La diferencia con ella es que yo soy más de soltar, de abrazar ese agujero y de pensar en cómo afrontar la nueva etapa. Y ahí está el punto cómico de la obra, mostrar a una madre que cree que su hijo la ha abandonado cuando en realidad es ley de vida y a ella le toca ahora fabricar su propio nido.

¿La obra se dirige más a mujeres o también a los hombres?

Yo quería –y esa ha sido mi intención desde el principio– hacer una función intergeneracional, a la que pudieran venir chicas con sus amigas, sus madres y sus abuelas. Por ejemplo, mi madre lo ha disfrutado muchísimo y mis amigas, que están pasando por ese momento ahora mismo, lo mismo. Pero yo la recomiendo también a los hombres. Creo que ellos también sufren el nido vacío. El padre de mi hijo lo ha pasado fatal, porque ha estado muy involucrado en la crianza y echa de menos a su hijo. Y luego está el niño, que se siente representado en algún momento de la historia, así que es una obra para todos.

"Es bonito aceptar la etapa del nido vacío y saber que la maternidad no se acaba nunca. Las madres siempre estamos ahí".

Es tu primer monólogo. ¿Cómo te has sentido?

Da vértigo, sin duda. Al principio me asustaba ver la cantidad de texto que me tenía que aprender y me daba miedo pensar que iba a estar sola en el escenario durante una hora y media, pero ahora lo gozo mucho. Hago el viaje entero y, según pasan los días, estoy cogiendo músculo. La sensación de que soy capaz de algo me gusta mucho. Es muy bonito y lo celebro y me felicito.

¿Qué te aporta el teatro que no te da el cine o la televisión?

El teatro es el espacio donde mejor me siento. A mí me encanta. Hace unos días vino Paula Echevarría a una de las representaciones. Ella y yo somos amigas desde hace veinte años, así que me conoce bien. Su comentario tras ver la obra fue: “El escenario es tu casa”. Y yo pensé: “¡Qué razón!”. Me encanta hacer películas y series, pero no quiero renunciar por nada al teatro, me hace sentir como en mi casa.

¿Qué otros proyectos tienes para este 2025?  

Me gustaría que fuese el año de Una madre de película. Hemos empezado estrenando en Madrid, pero luego nos vamos de gira y, aunque no quiero comprometerme con grandes proyectos, tengo un largometraje para abril. Se rodará en Canarias y será como volver a casa. Por lo demás no quiero cargarme con mucho más. Además, tengo una hija adolescente y quiero estar con ella. La gente cree que un hijo te reclama más cuando es bebé, pero no es cierto. Yo quiero acompañar a mi hija en esta nueva fase que comienza.

 

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