Andrea Aguilar, terapeuta sexual: “Muchas veces tenemos sexo gimnástico y mecánico, cuando deberíamos estar siendo plenamente conscientes de las sensaciones”

Aguilar acaba de publicar el libro ‘Mujer orgásmica’, en el que nos invita a explorar nuestra sexualidad para tener más y mejores orgasmos

Andrea Aguilar, graduada en Psicología y terapeuta sexual experta en placer femenino, cuenta que hasta los 34 años no tuvo su primer orgasmo. “Durante quince años fui completamente anorgásmica. No era capaz de tener orgasmos ni conmigo, ni con mi pareja. Lo llevaba con bastante frustración”. Eso la llevó a investigar sobre el placer femenino y a formarse como terapeuta, especializándose en sexualidad consciente y prácticas tántricas y taoístas. “Después de mucha prueba y error entendí que lo único que necesitaba mi cuerpo era relajarse a nivel profundo. Descubrí que todas somos una fuente infinita de placer”. Aguilar ha cogido ahora esa experiencia personal y profesional y la ha plasmado en Mujer orgásmica (Lunwerg), un libro con el que busca “ayudar a las mujeres a ser más orgásmicas. Me gustaría ayudarlas a conectar con más placer”.

Dices que todas somos multiorgásmicas. ¿Qué es lo que impide a algunas sientan placer durante el sexo?

Todas las mujeres somos multiorgásmicas, lo digo desde la certeza de saber que es así. De hecho, quería que ese fuera el título del libro, pero quedaba muy largo. Todas estamos diseñadas para sentir placer y para sentir ese placer multiorgásmico también. La razón por la que podemos no sentirlo son variadas. Primero, que nuestra sexualidad, la que hemos visto, que imitamos y que nos han enseñado, es una sexualidad tensa. Incluso violenta, en el sentido de que es muy dura y rápida. Y nuestros cuerpos necesitan tiempo para excitarse y relajarse. Por otro lado está nuestro inconsciente. Cuando yo no tenía orgasmos de ninguna manera era porque mi cuerpo estaba en modo protección. Lo que ocurre en ese estado es que el sistema nervioso entra en alerta y no deja que los orgasmos ocurran. No es que nadie haga algo mal o que nuestro cuerpo esté mal diseñado. Cuando nos cuesta llegar al orgasmo es porque en algún momento de la excitación el sistema nervioso deja de estar regulado.

En tu caso, ¿qué te ayudó a experimentar una sexualidad más plena?

Lo que más me ayudó a que el placer se expandiera fue poner el foco y la atención en todo lo que se mueve cuando estás excitada. En el libro hay un capítulo en el explico que tenemos que pasar de una sexualidad genital a una energética. Tenemos que dejar de pensar solo en los genitales, el sexo no es como apretar un botón. Siempre que hay sexo, hay energía moviéndose. Hay que poner el foco en las sensaciones, en el calor, en el cosquilleo y en cualquier sensación placentera que sientas. En todo eso, que es más sutil, es donde está el verdadero placer expandido.

¿En qué consiste la sexualidad consciente?

Igual que hablamos de alimentación consciente, que es prestar atención a lo que estás comiendo y cómo lo estás comiendo, podemos hablar de sexualidad consciente, que no es otra cosa que añadir consciencia a todo lo que tiene que ver con el acto sexual: como llego a la relación sexual, cómo está mi pareja –si es en pareja-, qué estoy sintiendo, etcétera. Muchas veces tenemos sexo gimnástico y mecánico, cuando deberíamos estar siendo plenamente conscientes de las sensaciones. Tenemos que pararnos y escuchar a nuestro cuerpo en cada momento.

También hablas de la importancia de la autoestima sexual.

Cuando no tenía orgasmos mi autoestima sexual era muy baja y eso afectaba a mi autoestima personal. Si te cuesta tener orgasmos eso no solo afecta a lo segura que te sientes en la cama, sino también en la vida. Para tener una buena autoestima sexual es importante escucharnos y saber qué necesitamos. Se habla mucho de comunicar lo que una necesita, que es muy necesario, pero a veces ni nosotras mismas lo sabemos. Tenemos que empezar a darnos cuenta de lo que necesitamos, porque esto nos llevará a tener un sexo más satisfactorio.

En un capítulo das algunas claves para que las mujeres que dicen tener dificultades para alcanzar el orgasmo lo logren. ¿Qué es lo más importante a la hora de conseguirlo?

Lo más importante, que es algo que he aprendido a través del Tantra, es estar presente en el cuerpo. Porque muchas veces no estamos habitando el cuerpo, no sentimos lo que nos está ocurriendo. La respiración también es clave. En ocasiones entramos en apnea cuando estamos teniendo sexo y la respiración es como la gasolina. Cuando respiramos la energía, la excitación y todo ese calor se mueve por el cuerpo. También exhalar. El orgasmo es una gran exhalación. Es soltar el control, dejarnos llevar y rendirnos al placer.

¿Cómo de habitual es fingir el orgasmo?

Por desgracia es muy habitual. Cuando he lanzado esta pregunta en mis redes sociales, entorno a un 70- 80% de las mujeres me decían que por lo menos alguna vez lo habían fingido. Y es que lo hemos hecho casi todas. Es muy importante que dejemos de fingir, porque fingir es una mentira. Normalmente fingimos con la buena intención de que nuestra pareja sienta que estamos muy satisfechas y porque parece que si no hay orgasmo no nos ha gustado, cuando en realidad nos puede estar gustando mucho. Es la dictadura del orgasmo. Tenemos que dejar de hacerlo porque lejos de unirnos a nuestra pareja, nos separa. Lo que quieren nuestras parejas es tener sexo con una mujer que goce de verdad. Tienes que ponerte a ti como prioridad. Primero debes ocuparte de sentir placer tú. No es cuestión de egoísmo. Ponerte a ti primero es lo mejor que puedes hacer por la pareja.

Eres terapeuta sexual y acompañas a mujeres a reconectar con el placer. ¿Con qué mitos o tabús te has encontrado?

Por ejemplo, que para nosotras es mucho más difícil tener orgasmos. Pero las mujeres somos multiorgásmicas de forma natural, no hemos de hacer nada, solo nos tenemos que relajar, y la energía circulará y se expandirá por nuestro cuerpo. Nosotras lo tenemos más fácil que los hombres. Ellos, para ser multiorgásmicos, han de aprender a no eyacular, han de aprender a elevar su energía. En nosotras es natural. Otro mito es el de la penetración. La penetración es maravillosa, pero nosotras podemos tener lo que la gente conoce como orgasmos vaginales, orgasmos desde el cérvix que se expanden por todo el cuerpo solo respirando o tocándonos. Pero para tener un orgasmo no es necesaria la penetración.

¿Nos sigue costando o nos da vergüenza hablar de sexo o placer femenino?

Hablamos mucho, pero nos sigue dando vergüenza hablar de los problemas. Hablamos de todo con nuestras amigas pero no les solemos contar si tenemos un problema de índole sexual. Nos han hecho tener tanta vergüenza de nuestros impulsos sexuales y de nuestro cuerpo, que nos cuesta hablar de lo que no funciona. Y mentimos. Y hacemos ver que todo es mucho más fiestero de lo que es. Mentimos, pero no porque somos mentirosos, sino porque tenemos la necesidad de hacer ver que todo va bien.

¿Ha ayudado el auge de los juguetes sexuales a derribar el tabú sobre la masturbación femenina?

Definitivamente. Creo que los juguetes han puesto además el placer de la mujer en el centro. También han puesto el clítoris en el centro del mapa sexual. Todo esto ha sido un gran paso. Pero también siento que ahora hemos de dar otro paso. Y en lugar de buscar descargas en tres minutos y orgasmos express, buscar un placer más largo y profundo. Nosotras podemos experimentar un placer infinito, un placer multiorgásmico.

¿Cómo nos afectan las ideas preconcebidas y lo que históricamente hemos aprendido sobre lo que es el sexo, el deseo y el placer en nuestra sexualidad?

Nos afectan de muchas maneras. Lo que tenemos ahí metido dentro de la cabeza, aunque vayamos de modernas, es lo que durante generaciones nos han enseñado. Es decir, que tú necesitas ser atractiva para un hombre para que te mantenga y así sobrevivir. Y esta idea, aunque es muy vieja y obsoleta, sigue operando a nivel inconsciente. Esa idea de la mujer como objeto de deseo nos ha convertido en muy pasivas en cuanto a nuestro deseo y en cuanto a nuestro placer. Tenemos que ser más activas y liderar lo que está ocurriendo en nuestro cuerpo. Tenemos que ser líderes de nuestro placer y no delegarlo en otra persona. Ese viejo paradigma hace que tu placer dependa de lo que la otra persona te hace, y por supuesto, lo que la otra persona te hace te afecta, pero tu placer depende de ti, de cuánto te abres y de cuánto te conoces.

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