¿Cómo reflejan las series españolas a las mujeres?
Los roles de ‘florero’, cuidadoras y soporte emocional siguen siendo los más representados
No hay duda de que las series de televisión se han convertido en una parte fundamental del relato audiovisual de la actualidad, contribuyendo de forma importante a nuestro universo simbólico y a nuestra forma de ver el mundo. Pero ¿qué retrato hacen de la mujer y de los estereotipos y roles de género? A esa pregunta trata de responder un amplio informe publicado por el Instituto de la Mujer y realizado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). Su principal conclusión es que las ficciones televisivas en España continúan “retroalimentando la cultura sexista" al mostrar a la mujer en roles "estereotipados" y cosificados" bajo una "mirada patriarcal".
Para llegar a esa conclusión se han analizado los datos de producción y trescientas horas de contenido de dieciocho series: Cuéntame, La caza. Monteperdido, Allí abajo, La catedral del mar, Presunto culpable, La verdad, Vivir sin permiso, La que se avecina, La casa de papel, Las chicas del cable, Paquita Salas, Gigantes, Hierro, Vida perfecta, Élite, Skam, Acacias 38 y Amar es para siempre.
Para empezar, los datos indican la creación y producción de las series sigue principalmente en manos de varones. De hecho, señalan las autoras del estudio, solo una de las series analizadas es puramente de autoría femenina y el 78% de las personas responsables de las series nacionales son hombres. Ellos son mayoría en casi todos los grupos que componen las distintas categorías, especialmente en funciones directivas, técnicas y artísticas, mientras que la presencia de las mujeres es tan solo mayoritaria en peluquería, maquillaje y vestuario.
En cuanto al contenido, la proporción de mujeres en papeles protagonistas ha ido aumentando y ya es similar a la de hombres (especialmente en las series de sobremesa o juveniles, no tanto en el prime time). En cualquier caso, apunta el análisis, “en las pantallas se siguen representando los roles y estereotipos que minusvaloran el mundo de las mujeres al tiempo que promueven una masculinidad estereotipada”.
Las mujeres siguen siendo mayoritariamente representadas en la faceta que se conoce como “feminidad” (82,2%), es decir, “una representación en que las mujeres destacan por su pasividad, lo que se conoce como figurar de ‘florero’, o su actividad se limita a ser las protagonistas de los cuidados de los otros, a través, bien del amor en la pareja, bien como soporte emocional y atención material de las necesidades de la familia”. Su desempeño en el mundo del trabajo es reflejado tan solo en un 14% de los casos, descontado el 2,5% en el que aparecen como trabajadoras domésticas.
La familia ocupa un papel importante en las series estudiadas, y en ese universo familiar se atribuye un mayor peso a la madre. Se observa cierta idealización a la hora de mostrar las relaciones familiares, no tanto así en el caso de las relaciones de pareja, donde conflicto y armonía se reflejan de manera bastante equilibrada (54,75% frente a 45,3%).
Las relaciones sexuales alcanzan una representación en el conjunto de las producciones analizadas de un 8%. Las relaciones homosexuales no están, cuantitativamente, mal reflejadas, pero se destaca que hay una sobrerrepresentación de la homosexualidad femenina en relación con la masculina. Las lesbianas son protagonistas en series corales como Amar es para siempre, Las Chicas del Cable, Vida Perfecta, La Verdad o Skam, mientras que los varones gay tienen cierto protagonismo solo en La Casa de Papel, Vivir sin permiso y Élite.
El informe describe como “preocupante” que la violencia masculina se siga representado de manera abundante como un rasgo de la identidad masculina. “La violencia masculina catalogada, como violencia de varones contra varones y la violencia contra las mujeres, tiene un porcentaje muy alarmante, situándose en el 58,4% del total de las secuencias analizadas”.
En resumen, concluye, “es cierto que la proporción de mujeres protagonistas se ha incrementado cuantitativamente manteniendo proporciones semejantes al protagonismo masculino, pero a cambio de reincidir más en los estereotipos que se fundamentan en una feminidad, pasiva que solo parece activarse ante la búsqueda del amor de la pareja o el cuidado de los hijos”. En cuanto a la representación masculina, hay pocas novedades “respecto a los modelos clásicos de masculinidad a los que nos tiene acostumbrado el mundo cinematográfico: héroes, hombres buenos, sensatos, aunque también abundan los que quedan al otro lado de la ley y con ansías de poder sin límites. Los roles masculinos de manera prioritaria siguen girando alrededor de una identidad que persigue el poder”.
