“Me enamoré de la literatura cuando mi padre me leía ‘La Odisea’ antes de dormir”
Las recomendaciones de Irene Vallejo, autora de 'El infinito en un junco', para el Día del Libro
La Historia de la Literatura empieza de manera inesperada: el primer autor del mundo que firma un texto con su propio nombre es una mujer: se trata de la poeta y sacerdotisa Enheduanna. Lo cuenta Irene Vallejo en El infinito en un junco, un título que acumula ya veintisiete semanas en las listas de las obras más vendidas de no ficción, y la mayoría de ellas en el primer puesto del ranking
Quienes lo han leído recomiendan cual devotos a una religión este ensayo sobre la historia de los libros, de quienes a lo largo del tiempo los han hecho posibles y de quienes los han protegido. Sin una gran campaña de marketing o publicidad de por medio, este título, que ya va por su catorce edición y cuyos derechos se han vendido a veinticuatro países, es uno de los candidatos a los premios candidaturas a Real Academia Española 2020 de creación literaria.
Con motivo de la celebración del Día del Libro, este año de manera excepcional el 23 de julio, Mujeres a Seguir charla con la filóloga zaragozana.
¿Cómo le ha afectado la crisis de la COVID-19?
Sé que el drama principal de esta crisis es el de la salud, pero he vivido con mucha intensidad y crudeza las dificultades de la conciliación, con un niño pequeño en casa y problemas de salud… Hemos perdido todos los apoyos exteriores, hemos tenido que suplir a los maestros, a sus compañeros de juego, cuidarlos, proteger su salud… Trabajando principalmente por las noches y robándole horas al sueño porque no había tiempo para escribir durante el día. Profesionalmente, enseguida empezaron a surgir actividades de todo tipo en las redes y hemos mantenido viva la conversación sobre los libros y la cultura.
Recomiéndenos una novedad editorial.
En esta cuarentena he leído mucho, he hecho grandes descubrimientos… Como Mujeres rojas, de Marta Sanz. También El silencio de las mujeres, de Pat Barker, que cuenta La Ilidada en boca de un personaje femenino. En un conflicto desatado por una epidemia, Briseida cuenta la historia desde el punto de vista de las cuidadoras, las que sostienen la vida, el honor la lucha. Es una perspectiva muy interesante y que ha sido totalmente callada: cómo las mujeres al final padecen la guerra y la cuentan de otra manera, porque la viven y experimentan desde otro punto de vista.
Recomiéndenos un clásico.
Para la gente que no ha leído mucho, yo siempre recomiendo a Ovidio: tiene erotismo, sentido del humor, poesía… El arte de amar o Las metamorfosis son libros fascinantes y cautivadores. A todo el mundo le recomendaría Los ensayos de Montaigne; me siento muy identificada con él, con esa forma que tiene de hablar de sus lecturas, de los autores clásicos, de Horacio, de Virgilio, de Séneca… como si hubiera mantenido con ellos charlas amistosas. Esa humildad con la que piensa y se pregunta por sí mismo y por el mundo en el que vive… Es un libro que siempre tengo cerca, y cuando no sé muy bien cómo seguir, lo busco.
¿Cuál es su personaje de ficción favorito?
En la infancia, sin duda, fue Ulises. Yo me enamoré de la literatura cuando mi padre me leía La Odisea antes de dormir. Luego, me fascinó Huck Fynn [Mark Twain]. Más adelante, me impresionaron Melibea [La Celestina] o Montaigne como personaje de sus ensayos. A lo largo de tu vida te vas creando una familia elegida de personajes que te vas encontrando, que te impactan y te acompañan; y cuando te enfrentas a una determinada situación, te acuerdas de ellos, de las aventuras que vivieron, de las decisiones que tomaron, y acaban influyéndote como faros que te dicen lo que te puede pasar, los riesgos que corres, lo que puedes hacer. Como la Dorothea de Middlemarch, una mujer con muchas aspiraciones que no sabe cómo encauzar porque su época no se lo permite; o Isabel Archer [Retrato de una dama, Henry James], que tiene la oportunidad de decidir en su propia vida y que descubre que la libertad tiene sus peligros y sus dilemas, que puedes equivocarte mucho precisamente por ser libre y, con todos sus errores y tropiezos, acaba pensando que ha valido la pena y se hace responsable de su destino.
Un mensaje de optimismo para estos tiempos de crisis.
Como dicen los versos de Dylan Thomas, no tiene dominio la muerte. A lo largo de la Historia siempre hemos salido de las situaciones más duras, y cada vez mejor. Hace un siglo la mal llamada gripe española se llevó por delante entre 50 y 100 millones de personas; en este siglo ya no ha habido una epidemia de semejante envergadura. Hoy en día tenemos más vacunas, investigación médica, mejores medios, más conocimiento... Llegan nuevas generaciones y todo se renueva. El mensaje de esperanza es, sin duda, que siempre acaba venciendo la vida.
Lee la entrevista completa en el último número de nuestra edición en papel.