¡Pechos fuera!

Publicamos un adelanto del nuevo libro de Patricia Luján en defensa de la libertad del pecho femenino

Foto: Tanit Plana.

¿Por qué las mujeres han de esconder sus pechos en público y en redes sociales y los hombres no? Esa es la pregunta que plantea '¡Pechos fuera! Un manifiesto por la libertad de las tetas, mamas, senos, domingas, mamellas, lolas, perolas...', el primer libro escrito por Patricia Luján y School of Feminism, para la editorial Zenith (Planeta). La autora también invita a las lectoras a combatir la censura del pecho femenino haciéndose una foto con la portada y subiéndola a las redes acompañada del hashtag #PechosFuera. Reproducimos a continuación un extracto de sus primeras páginas:

«—¿Sabéis que Afrodita A nunca dijo “¡Pechos fuera!”?
—Sí, claro, ¡venga ya! Sí que decía “¡Pechos fuera!”.
—Que no, que no, nunca jamás dijo “¡Pechos fuera!”, de verdad.
—Pues entonces lo que decía era “¡Tetas fuera!”
—Nop.
Sacamos el móvil.
—Hola, Siri. ¿Dijo Afrodita A “¡Pechos fuera!”?
Gracias a la magia de las nuevas tecnologías, en la pantalla apareció un vídeo explicando que Afrodita A, icono de toda una generación, nunca dijo “¡Pechos fuera!”.
Durante unos segundos el grupo permaneció en silencio hasta que alguien se atrevió a abrir la boca y con tono de haber encontrado la luz sentenció:
—¡Qué fuerte! Afrodita A nunca dijo “¡Pechos fuera!” …!

 […]

La frase “¡Pechos fuera!” es una creación imaginaria de nuestra consciencia colectiva Y no es más que un remix del mítico “¡Puños fuera!” y el “¡Fuego de pecho!”.

 […]

En este mundo hiperconectado, repleto de información que nuestro cerebro, afortunadamente, no puede asimilar, en el que leemos titulares en redes sociales y creemos ser personas muy informadas sobre todas las cosas que ocurren cada día en el mundo, estamos acostumbradas a mirar, pero no a ver, a oír, pero no a escuchar, a creer lo que nos hacen creer. Así, sin reflexionar. Sin pararnos a pensar en la veracidad y calidad de los miles de inputs que nos llegan a diario a través de los medios de comunicación, de las redes o de los mensajes de móvil. Información controlada por algoritmos que estrechan nuestro mundo, mostrándonos lo que se supone que nos gusta ver, lo que necesitamos comprar y lo que debemos ser. Información entremezclada con memes, fake news y deepfakes. El problema es que las personas, mujeres y hombres, estamos acostumbradas a no cuestionar el sistema y su historia, una historia que ha sido hecha y contada por y para hombres. “Lo que es sigue siendo porque siempre ha sido así”. No es un trabalenguas, es la cruda y cruel realidad.

?Afortunadamente, cada día más y más personas empiezan a cuestionar el sistema y sus normas, y alzan sus voces y plantean nuevas visiones para hacer de este mundo un lugar más justo, igualitario y sostenible para todos los seres que habitan el planeta. No es fácil, pero es posible.

Entre tus manos tienes una herramienta de subversión, una llamada a la desobediencia, una granada de mano; un manifiesto de liberación feminista. Un libro que quiere ser un pequeño compendio sobre el pecho femenino. Sobre esa parte del cuerpo definida como mamas que es similar a la del hombre, que compartimos con la mayoría de los mamíferos hembra del reino animal y que causa hoy en día más controversias, peloteras y cismas que el debate de la tortilla de patatas con o sin cebolla.

¿Cuándo el pecho de una niña pasa a ser una teta? ¿Por qué se puede mostrar el pecho de un hombre y no el de una mujer? ¿Una mujer sin un pecho es menos mujer? ¿Cuándo se convierten los pechos de una mujer trans en tetas prohibidas para ser mostradas? ¿Por qué se censuran los pezones de mujer en las redes sociales y los de los hombres no? ¿Por qué podemos ver pechos de mujer hipersexualizados en portadas de revistas o en anuncios de publicidad y molesta el pecho de una mujer amamantando a una criatura? ¿Por qué los pechos de los hombres tienen el privilegio de ser mostrados y los pechos de las mujeres tienen la obligación de ser ocultados?
Quizás es hora de empezar a hacerse preguntas como estas.

[…]

Es hora de que tomemos conciencia de la sexualización de nuestras tetas. De las tetas que dan de mamar y de las tetas que se muestran a través de una camiseta de adolescente empoderada. De las tetas que flotan en las aguas de las piscinas y las playas. De las tetas que dejan una cicatriz en la piel como flamante trofeo de poderosa sobreviviente. De las tetas que antes eran de hombre y ahora son de mujer. Y de las tetas que fueron de mujer y ahora tienen el privilegio de ser mostradas públicamente por ser de hombre. De las tetas que mano no cubre y de las tetas que cubre la mano. De las tetas púberes. De las tetas con historia… 
Es hora de normalizar nuestros cuerpos. Es hora de dar naturalidad a nuestro cuerpo con independencia de connotaciones de sexo y género.

Una teta es una teta. Como una oreja es una oreja o un hígado es un hígado. Y, sin embargo, cuando una teta se deja ver, se genera un momento incómodo. ¿Cuándo se convirtieron las tetas en algo violento? ¿Por qué se convirtieron en algo violento?
Violencia es que te toquen una teta sin permiso o que te viole una manada. Violencia es que te miren porque las tienes grandes o porque las tienes pequeñas. Violencia es que a alguien que come en un restaurante le moleste que des de comer con el pecho a tu bebé. Violencia es que decidas no reconstruir tus pechos después de un cáncer de mama y te conviertas en una rara asimétrica. Violencia es que las revistas dicten cómo deben ser nuestros cuerpos. Violencia es que la publicidad utilice nuestros pechos como reclamo para vender más, siempre más. Violencia es que el capitalismo nos sexualice, discrimine y nos convierta en mercancía para ser usada y consumida. Violencia es que te vendan que debes aumentar tus pechos para ser más mujer y así gustar hasta el infinito y más allá. Violencia es que un escote (¡mírame a los ojos!) no sea apto para ir a una oficina o para estar sentada en un aula. Violencia es que tengas que ponerte estrellas, emojis o garabatos para ocultar tus pezones en Instagram. Todo esto (y mucho más) es violencia. Pero una simple teta no, no es violencia.

[…]

No se trata de enseñar o no tus pechos o pezones —¡que cada una haga lo que quiera! —.

Se trata de igualdad. Se trata del derecho a decidir sobre tu propio cuerpo. Se trata de no discriminar a más de la mitad de la población mundial. Se trata de que dejen de convertir nuestros cuerpos en objetos. ¡Nuestros pezones no son emojis!

Levantémonos y saquemos nuestras tetas grandes, pequeñas, blancas, negras, rosadas, amarillas, verdes o violetas, turgentes o caídas, con estrías o recién estrenadas, sin teta, con cicatrices, con forma de globo o de lágrima, de limones o melones, con sus pezones de todas las medidas y colores apuntando a norte, sur, este y oeste. Porque la unión hace la fuerza, y lo que fue no debería seguir siendo.

Basta ya de censura. Basta ya de ser cántaros de miel.

Las tetas, como las calles, siempre serán nuestras.

Es hora de gritar lo que nunca dijo Afrodita A:

¡PECHOS FUERA! 

Fiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu

 

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