y pues vivir no es posible

ya sin hombres, yo me caso

Proponiendo alternativas más actuales a estos desenlaces, Calema Producciones presenta en el teatro Arapiles 16 de Madrid la obra Querella de Lope y las mujeres, escrita por Yolanda Pallín, dirigida por Ernesto Arias y protagonizada por Carolina Calema, actriz y bululú con una enorme experiencia en enfrentarse en soledad a la cuarta pared.

Querella presenta, desde una perspectiva actual, una selección de los personajes femeninos más representativos del autor y sus peripecias, en una fusión de textos y personajes; una especie de tráiler concentrado de la obra teatral de Lope, con un hilo argumental inteligente, que transita de la admiración, en unos casos, por lo actual de sus planteamientos (¿Acaso Fenisa no está enamorada hasta las trancas de Dinarda? ¿Acaso no intuye que es una mujer?), hasta la decepción por el destino de muchas de sus protagonistas (casarse o meterse a monjas. O “a partir de los 37” convertirse en una suerte de celadoras/represoras de las más jóvenes).

Debe haber sido difícil la selección de personajes e historias, porque Lope da vida en sus obras a más de 2.000 mujeres: distintas, rebeldes, resignadas, víctimas, sabias, bobas, vengadoras… ¿Un atrevimiento querellarse con el Fénix de los ingenios por unos destinos alternativos para estos personajes? Tal vez, pero en este caso se hace desde la elegancia, el respeto y el reconocimiento.

Por otra parte, esta obra nos recuerda cuánto han cambiado las cosas. Como dice Ernesto Arias, su director, “en el Siglo de Oro casi toda la creación teatral gira en torno a la honra, eufemismo empleado en la época para referirse a la vagina”. Sin embargo, Arias recuerda también que, en muchos países, los textos de Lope describen la realidad actual: hermanos que quieren matar a su hermana violada o padres para los que la preservación del honor consiste en casar a sus hijas con el violador. 

Está claro que Lope conocía en profundidad a las mujeres y se planteaba preguntas sobre su condición y su papel en la sociedad de la época. ¡Cómo no conocerlas! Dos esposas legítimas y once amantes documentadas. A la última de ellas, Marta de Nevares, el anciano Lope la cuidó con fervor, ciega y demente,  hasta su muerte a los 41 años.

No sé quién gana esta querella, si Lope o la bululú que interpreta sus obras. Digamos que quedan en tablas, eso sí, con una conclusión esencial: “Lo importante no es como vos nos veáis, Lope, sino como nos vemos nosotras”.

El día del estreno (la obra estará en cartel hasta el 22 de marzo), charlamos brevemente con la protagonista, Carolina Calema, sobre las tablas del teatro.

Si Lope viviera hoy, ¿iría a la manifestación del 8M? 

Es probable, nunca lo sabremos. No podemos decir que fuera un autor feminista, entonces no existía ese concepto, pero obviamente es un autor bastante adelantado a su época en cuanto al tratamiento de personajes femeninos. Esto nos permite jugar con sus personajes para exponer temas que nos inquietan hoy en día.

¿Qué retos plantea producir una obra con una compañía bululú en que una sola actriz, en este caso tú, lleva todo el peso de la obra?

Es una locura kamikaze y me sigo preguntando por qué lo hago. No me entiendo a mí misma, con lo complejo que es. Tal vez lo hago porque, como en toda pasión, a cambio de esta locura, los momentos de goce que te proporciona son eternos.  Tal vez ahí está la magia de este reto.

¿Cuál es tu personaje favorito de los que interpretas en la obra? 

No podría decidirme. Cada una de ellas me enseña algo que tiene que ver con mi momento vital. No puedo elegir, más bien lo contrario, me gusta nutrirme de todas.

Según el Observatorio de la Academia de las Artes Escénicas, hay una notable desventaja para las mujeres en cuanto a condiciones de trabajo en el sector. ¿Qué tendría que pasar para que esto cambiara? 

Los puestos de poder siguen manejados por hombres y esto hace que, en muchos casos, las fórmulas de selección y contratación sean dudosas. Pero tal vez lo peor sea que, en mi opinión, existe poca sororidad entre nosotras. Es frecuente, por ejemplo, que se organicen grupos, iniciativas, a veces chiringuitos para mejorar este problema en el sector, y una vez que las que los dirigen obtienen algún pequeño éxito, se olvidan del tema, de que existimos y de los problemas que aún quedan por resolver.