Las increíbles hazañas de María Goyri

Una exposición en Madrid recupera las revolucionarias figuras de Goyri y su hija, Jimena Menéndez Pidal

María Goyri y Jimena Menéndez Pidal, en 1908. Fotos: Fundación Menéndez Pidal

A veces a una le sorprenden más de lo habitual cuestiones a la orden del día como la invisibilidad de la mujer en el discurso oficial de la Historia, que trasciende los datos y desestabiliza el imaginario construido por la educación reglada. Esa fue mi impresión hará un par de meses cuando en una performance de la artista Esther Ferrer en el Museo de Bellas Artes de Bilbao surgió la pregunta: los que pintaron las cuevas en la prehistoria, ¿fueron hombres o mujeres? Estuve días preguntándome por qué en un primer momento pensé que habían sido hombres cazadores.

En lo que indagaba sobre la figura de María Goyri (Madrid 1873- 1955) para preparar esta entrevista, me volvió a sorprender averiguar que se dedicó no solo al campo de la pedagogía, su faceta más conocida, sino también al de la filología, y de manera especial al estudio del Conde Lucanor, la obra y vida de Lope de Vega (en su tesis doctoral, publicada en 1909, analizó en profundidad La Difunta Pleiteada) y el romancero, género al que automáticamente se vincula  la figura de su marido, Ramón Menéndez Pidal, pero no la suya. Reivindicarlas a ella y a su hija, Jimena, es el objetivo de una exposición que acoge la Fundación Menéndez Pidal de Madrid.

Hablamos con Morgana Alonso, la historiadora responsable de las visitas a la muestra, sobre las hazañas de María Goyri y su hija Jimena.

Hija de una madre soltera de origen humilde, María Goyri se convirtió en la primera estudiante de Filosofía y Letras de la universidad española. ¿Cómo lo logró?

Hoy en día seguimos sin saber quién era su padre, aunque pensamos que tuvo que ser un hombre pudiente relacionado con la política o el ejército. Su madre, Amalia Goyri, era costurera, pero debía tener contactos y  cierta formación. No era una mujer analfabeta ni inculta. Fue ella la que introdujo a su hija en el estudio. A partir de los 14 años María estudió en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer y en la Escuela de Comercio. Cuando decidió estudiar en la Universidad Central, el rector le negó la entrada. No porque las mujeres no pudiesen cursar estudios superiores (la legislación española no impedía la entrada de las mujeres a la universidad). Escribió a la familia explicando que no podría controlar a los varones si veían a una mujer en el campus. Al final consiguió ingresar como oyente y al año siguiente, en 1893, le permitieron matricularse y no tener que ir acompañada de un hombre, aunque le pusieron una condición: debía esperar a que todos los alumnos varones entrasen en clase con el profesor. Luego ella entraba en la facultad y esperaba en el despacho del director con la puerta cerrada. Cuando el bedel tenía un momento libre, iba a por ella y la acompañaba a clase. Debía de sentarse en una mesa hecha especialmente para ella y que habían puesto en el estrado junto a la del profesor, de espaldas a sus compañeros y mirando a la pared.

¿De qué manera afectó a su carrera profesional el matrimonio con Ramón Menendez Pidal?

No supuso ningún problema. De hecho, se complementaban y apoyaban mutuamente. María siguió con sus investigaciones, publicaciones y dando clases, pero decidió ser madre y ejercer como tal, dejando que el protagonismo recayera sobre su marido, mientras ella actuaba en las sombra. Evidentemente, las grandes intelectuales del siglo XIX y principios del XX nunca fueron reconocidas en su justa medida. Eso le pasó a María con respecto a sus aportaciones a El Romancero y otras publicaciones, pero no porque estuviese supeditada a Ramón, que no era el caso, sino porque la sociedad funcionaba así.

María Goyri y Ramón Menéndez Pidal, en 1926
María Goyri y Ramón Menéndez Pidal, en 1926

En 1915 se puso en marcha la Residencia de Señoritas y tres años después se fundó el Instituto-Escuela, dos iniciativas en las que María Goyri estuvo muy involucrada. ¿Cuáles eran sus prioridades en el ámbito educativo?

 

La igualdad de la enseñanza para niños y niñas, algo que heredó de su madre, Amalia, que ya de pequeña la llevaba a clases de gimnasia y de pintura con niños. También el derecho de los niños menos pudientes y con problemas sociales a tener una oportunidad a través de la enseñanza. Fundó, junto Alice Pestana y otros, el Protectorado del Niño Delincuente, respaldado por los ideales de la Ilustración y el Libre Pensamiento que se desarrollaron en España en esa época.

 

Clase de gimnasia  del Instituto-Escuela, en los años veinte
Clase de gimnasia del Instituto-Escuela, en los años veinte

Un grupo de párvulos del Instituto-Escuela, en 1923. Jimena Menénndez Pidal dirigía entonces el centro
Un grupo de párvulos del Instituto-Escuela, en 1923. Jimena Menénndez Pidal dirigía entonces el centro

Jimena tomó el testigo de sus padres y, tras dirigir el Instituto-Escuela, fundó en 1940 el Colegio Estudio, junto a Ángeles Gasset y Carmen García del Diestro. ¿Cómo consiguieron poner en marcha un centro basado en los planteamientos de la Libre Enseñanza de la Segunda República en plena autarquía franquista?

Con el esfuerzo y la lucha de intelectuales cuyo fin no era su propio bien, sino el de las generaciones futuras. Tras el cierre definitivo del Instituto-Escuela en 1939, la mayoría de los profesores y profesoras fueron encarcelados, forzados al exilio o depurados. Otros quedaron bajo la atenta supervisión de la censura franquista, aunque nunca perdieron de vista su principal objetivo: mantener y desarrollar el sistema y los ideales educativos de la Institución Libre de Enseñanza. Gracias a ellos se creó el Colegio-Estudio, aunque el proyecto se enfrentó a enormes problemas políticos que obligaron a cambiar su sede varias veces. En 1956, la Falange asaltó las instalaciones, y las presiones del Ministerio de Educación franquista forzaron al colegio a construir un nuevo edificio fuera de la capital. En 1966 se inauguró la definitiva sede de Valdemarín, que entonces era una zona campestre  alejada de la capital.

¿Qué heredó Jimena de su madre?

La conciencia sobre la importancia de una educación igualitaria para niños y niñas y lo que ello implica: la preocupación por el desarrollo de los hombres y mujeres que en el futuro conformarán la sociedad. En el Colegio-Estudio desarrolló los principios que le habían sido inculcados y que  se basaban en  la idea de que los niños eran individuos con aptitudes particulares. Intentaban que los niños y niñas aprendieran a estudiar de forma independiente, sin libros ni manuales de estudio. Los alumnos creaban sus propios cuadernos para desarrollar la creatividad, la curiosidad y la flexibilidad. Son principios que hoy en día parecen ir aprehendiendo en la dinámica docente, al igual que la igualdad del alumnado es ya una cuestión asumida.

Jimena Menendez Pidal (a la izquierda) y su marido, Miguel Catalan, en Caracas
Jimena Menendez Pidal (a la izquierda) y su marido, Miguel Catalan, en Caracas

 

 

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