Uno puede amar u odiar a Björk, y normalmente es lo uno o lo otro, pero lo que no se le puede negar a la islandesa es su voluntad de innovar. En 2012 convirtió su álbum Biophilia en el primer disco en formato app. Biophilia es en realidad una suite que a su vez alberga diez aplicaciones, una para cada uno de los diez temas del disco. Un entorno tridimensional que simula una galaxia conecta todo. Cada canción se centra en un fenómeno natural o cósmico, y las apps permiten experimentar con los temas y crear versiones, explorar la relación entre las estructuras musicales y esos fenómenos naturales y acceder a juegos, partituras, animaciones, ensayos musicales, etcétera. Biophilia se convirtió hace un par de años en la primera app incluida en la colección permanente del MoMA de Nueva York.
Para su noveno disco, Vulnicura, que, por cierto, tuvo que ser lanzado antes de lo previsto porque se filtró en internet –la tecnología no siempre juega a favor de los autores—, Björk decidió transformar varias de sus canciones en experiencias de realidad virtual. Esas piezas forman el corazón de la exposición Björk Digital, que acaba de aterrizar en Londres tras pasar por Sydney y Tokio.
Ha sido oficialmente presentada a los medios como una “experiencia teatral privada”. Ninguna de las palabras escogidas es casual. Björk ha dicho a menudo que la realidad virtual puede resultar más íntima que la propia realidad y que no es extraño que el porno haya sido una de las primeras industrias en abrazar esta tecnología. La cantante ni siquiera estuvo en la rueda de prensa que ha presentado la exposición de Londres. Apareció como un avatar virtual que respondió en directo, desde Islandia, a las preguntas de los periodistas.
En una declaración que ha colgado en Facebook, Björk asegura que “la tecnología está permitiendo a las mujeres trabajar fuera de los sistemas jerárquicos establecidos. La llegada del portátil en 1999 me ofreció un estudio personal para hacer Vespertine. La pantalla táctil me ayudó en 2006 a dibujar el mapa de mi propia idiosincrasia musical fuera del canon clásico, reconectar con la naturaleza y hacer Biophilia. La realidad virtual está ayudando a construir un nuevo escenario libre de política donde el sonido y la visión forman un torbellino que gira libre en 360. He hallado en ‘Vulnicura’ un material útil para trabajar con la realidad virtual porque se trata de una saga de desamor clásica [el disco está inspirado en su ruptura con el artista Matthew Barney] y su narración es la más complicada de todos mis álbumes. Y dado que la de Vulnicura es una única voz autocompasiva, trabajar con diferentes directores le añadió más puntos de vista”.
La muestra ofrece la oportunidad de experimentar de verdad, y no a través de la pantalla de un ordenador, esas piezas. Pero como ese es el único recurso para los que no tengan previsto pasar por Londres antes del 23 de octubre, aquí van un par de ejemplos:
Como el vídeo 360 grabado en Islandia por Andre Huang para Stonemilker
O el impresionante viaje al interior de la boca de Björk rodado por Jesse Kanda para Mouth Mantra
O Black Lake, la elaborada pieza que ya se exhibió en la retrospectiva que el MoMA le dedicó a la cantante el año pasado.
Un recorrido de dos horas por las dos décadas de vídeos de Björk, incluidos sus trabajos con grandes como Michael Gondry o Spike Jones, y una instalación que permite jugar con las apps que componen Biophilia, completan Björk Digital. Al menos de momento, porque la cantante ha anunciado que se irán añadiendo piezas hasta completar el álbum a medida que la exposición recorra Europa y Estados Unidos.