ClosinGap: la alianza empresarial contra la brecha de género
Entrevista con Ana Polanco, directora del comité ejecutivo de ClosinGap
En los últimos años, han sido muchas las compañías que han puesto en marcha programas e iniciativas en favor de la igualdad de género, pero que varias se pongan de acuerdo para trabajar de forma coordinado por este objetivo —o, en realidad, por cualquier causa social— es algo bastante insólito en España. ClosingGap es el ejemplo de que es posible.
Recientemene se cumplía el primer aniversario de ClosinGap, el clúster español impulsado por algunas de las principales multinacionales que operan en nuestro país con el objetivo de, en primer lugar, analizar la brecha de género y, después, actuar contra ella. A las ocho empresas iniciales (Merck, Mapfre, Vodafone, Repsol, Mahou San Miguel, Meliá Hotels, L’Oréal y BMW Group) se han sumado, en los últimos meses, tres más (Inditex, PricewaterhouseCoopers y Bankia) y, hace unas semanas, la Once. Durante este primer año, el clúster ha llevado a cabo varios estudios de calado, ha potenciado el debate público sobre el tema y ha presentado una serie de acuerdos públicos, quince medidas que sus empresas asociadas se han comprometido a cumplir.
Pero el camino ha sido largo hasta llegar aquí. La idea partió de Merck, que se inspiró en un programa internacional desarrollado por la compañía, en colaboración con el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, llamado Healthy women, healthy economy. “Evidentemente, la situación de la mujer en Europa y en España dista mucho de la de estos países. Digamos que en posicionamiento de género estamos bien, pero hasta cierto punto. Con matices”, indica Ana Polanco, responsable de corporate affairs de la farmacéutica y directora del comité ejecutivo de ClosinGap. “Ocupamos la posición 29 en el Global Gender Gap Report, que el Foro Económico Mundial publica anualmente. Esto significa que hemos avanzado un 75% en el cierre de la brecha de género, pero todavía existe un 25% de margen de mejora. De ahí que nos preguntáramos cuál es el coste de oportunidad de no aprovechar todo el talento femenino, y eso nos llevó a plantearnos qué brechas podíamos analizar que tuvieran un impacto directo sobre la economía”. Porque de la brecha salarial se habla más, pero la desigualdad tiene muchas aristas y algunas son bastante desconocidas. Cada empresa del clúster se ha comprometido a analizar una brecha distinta, la más relacionada con su ámbito de actividad. Esos informes se están publicando de forma bimestral y todos hacen hincapié en el aspecto económico, es decir, en lo que la brecha de género le cuesta a España.
“Los datos son muy impactantes. Todos sabíamos, por ejemplo, que las tareas del hogar y los cuidados recaen sobre las mujeres, pero hasta que no lo conviertes en números y lo pones negro sobre blanco, no te das cuenta de lo que supone”, asegura Polanco. En concreto, del cálculo del impacto económico de esa brecha en la conciliación –la “madre de todas las brechas”, en su opinión— resulta la astronómica cifra de 100.000 millones de euros (el 8,9% del PIB de 2017). Según ese estudio sobre conciliación y corresponsabilidad, realizado por Repsol, de igualarse el tiempo que hombres y mujeres dedican a las tareas del hogar, las españolas dispondrían de 49,5 millones de horas al día que podrían dedicar a su carrera, su ocio o su bienestar.
Y es que aunque se hable de distintas brechas, la realidad es que estas no son estancas, sino que están estrechamente interrelacionadas. Por ejemplo, el que las mujeres se dediquen más a los cuidados y el hogar hace que se dediquen menos a sus carreras y, por lo tanto, que luego cobren pensiones más bajas: unos 422 euros menos de media, según el monográfico sobre pensiones, del que se ha encargado Mapfre. A su vez, esto repercute sobre su capacidad de consumo y, por tanto, en su bienestar y en el del conjunto de la economía. Las mujeres no solo llegan a la vejez cobrando menos, sino también con peor salud. El informe que analiza la desigualdad en el ámbito de la salud, realizado por Merck, destaca que si bien las mujeres viven de media cuatro años más que los hombres, en esta última etapa tienen peor calidad de vida. Si las mujeres llegaran a edad avanzada con mejor salud, el ahorro potencial para el sistema sería de 8.945 millones de euros al año, el equivalente al 70% del gasto farmacéutico de España. Ese estudio deja otra cifra sorprendente, esta relacionada con la natalidad, y es que si en las últimas décadas se hubiesen implementado aquí políticas y ayudas para fomentar la natalidad como las que se han aplicado en países como Suecia, la economía española habría ganado casi un millón de trabajadores más que habrían generado 31.000 millones de euros, el equivalente a la mitad del presupuesto del Sistema Nacional de Salud.
Dado que dedican dos horas y media más al día que los hombres al hogar y la familia, las mujeres tienen, además, menos tiempo para actividades de ocio, recoge el informe sobre la brecha en este ámbito, que ha llevado a cabo Mahou-San Miguel. Eso no solo tiene consecuencias para su salud y bienestar, sino también para la economía. Un ejemplo: la diferencia media del gasto en restauración de los hogares encabezados por hombres frente al de los hogares encabezados por mujeres es de 330 euros al año. Si se igualara, se podrían crear 34.800 empleos y aumentaría la recaudación de IRPF, IVA y cotizaciones sociales en unos 1.130 millones de euros.
El informe de movilidad, liderado por BMW y el último presentado hasta la fecha, concluye que el hecho de que las mujeres opten más por los medios de transporte compartidos, sean públicos (metro, autobús o tren) o privados (taxi o el coche compartido) y su mayor conciencia ecológica hacen que contaminen un 9% menos en sus desplazamientos por la ciudad. Si el resto de la sociedad adaptara ese patrón de movilidad de las mujeres –algo que, afortunadamente, los menores de 35 años ya están haciendo—, el Estado podría ahorrarse más de 93 millones al año.
En los próximos meses se irán publicando los informes sobre el resto de brechas: turismo (a cargo de Meliá), educación (Inditex), consumo (L’Orèal), digital (Vodafone), empleo y salarios (PwC), mundo rural (Bankia) y discapacidad (Once). Pero, en vista del tono marcado por los primeros, ya podemos intuir lo que concluirán, y es que la desigualdad no es solo injusta, sino también un dislate en términos económicos.
Pese al valor de todo ese trabajo (España va por detrás de otros países en investigación de género), ClosinGap quiere ir más allá del análisis y el estudio. “No nacimos para ser un think tank y generar datos, que son importantes, porque la robustez del dato evidencia la necesidad de actuar. Pero no nos queremos quedar ahí, queremos pasar a la acción”, asegura Polanco. Por eso el clúster ha trabajado también a lo largo de este año en la puesta en común de acciones concretas. Ese trabajo ha cristalizado en una serie de acuerdos públicos que se presentaron en el ClosinGap Summit, la jornada con la que celebraron su primer aniversario. Se trata de quince compromisos (eso sí, de carácter voluntario) que las empresas integrantes han asumido. Los hay internos, que afectan solo a sus propias estructuras (juntas suman casi un millón de empleados); colaborativos, que implican a todas las empresas del grupo, y otros externos, relacionados con terceras empresas o las administraciones. Son medidas que van desde crear programas de mentoring cruzados y compartir buenas prácticas a poner en marcha una campaña de sensibilización sobre la necesidad de impulsar el talento femenino. “El objetivo último es convertirnos en un agente de transformación social”, explica Ana Polanco. “Cambiar la sociedad es responsabilidad de todos, también de las empresas y más en el caso de empresas punteras como las nuestras”.
Esta entrevista se publicó primero en la última edición de nuestra revista en papel.
