El de las películas-concierto se está convirtiendo en un género cinematográfico por derecho propio, aunque, en realidad, los primeros títulos de este tipo se remontan a bastante atrás. Concretamente, hasta la década de los cuarenta del siglo pasado. En 1944, Reginald Le Borg y Ernst Matray dirigieron Adventure in music, protagonizada por el pianista José Iturbi, el chelista Emanuel Feuermann y la arpista Mildred Dillingque, que interpretaron para la ocasión composiciones de artistas como Borodin, Chopin o Beethoven. Cuatro años después se estrenaba Concert magic, con la participación de otros virtuosos como el violinsita Yehudi Menuhin.

Ya en los setenta, el rock se asomó a la gran pantalla a través de películas como That’s the way it is, de Elvis, o Let it be, de los Beatles. La de Elvis mostraba al cantante preparándose para una actuación en Las Vegas. En el documental sobre los cuatro de Liverpool, por su parte, quedaron bien patentes las tensiones que poco después acabarían con el grupo. La película cierra con su icónico concierto en una azotea de Londres, el último show en vivo de los Beatles. La cinta, por cierto, ganó el Oscar a la mejor banda sonora, pero ningún miembro de la banda fue a recogerlo (Quincy Jones lo aceptó en su nombre).

Un año más tarde, ya con los Beatles separados, George Harrison organizó el Concierto para Bangladesh, el primer festival benéfico de la historia de la música, que, además, se grabó para la posteridad. La ocasión lo merecía: contó con la participación de estrellas de la talla de Eric Clapton, Bob Dylan o Ringo Starr.

En 1978, Martin Scorsese estrenó la que está considerada una de las mejores películas-concierto de la historia, El último vals, sobre el concierto de despedida de la banda de rock The Band. El evento había tenido lugar el Día de Acción de Gracias de un par de año antes, en el Winterland Ballroom de San Francisco, y la larguísima lista de artistas invitados incluyó, entre otros, a Neil Diamond, Bob Dylan, Neil Young o Van Morrison.

También han pasado a la historia Stop making sense, que capturó el concierto de los Talking Heads en el Teatro Hollywood Pantages en 1983, y el Live in Budapest de Queen en 1987.

En 1991, Madonna llevó a miles de fans a las salas de cine con su Truth or dare. El filme muestra la vida de la artista durante el Blond ambition tour y fue muy bien recibido tanto por el público como por la crítica, logrando una recaudación de cerca de 30 millones de dólares.

Pero es This is it, de Michael Jackson, la que ostenta el título de película-concierto más taquillera de la historia: nada menos que 252 millones. El documental póstumo sobre el rey del pop se centra en el espectáculo que, a modo de despedida, iba a ofrecer en Londres en 2009. Finalmente, no pudo ser, porque Jackson falleció repentinamente días antes del evento. En la cinta se usaron más de cien horas de metraje de los ensayos que había realizado en Los Ángeles durante los meses previos.

Las legiones de fans de One Direction y los Jonas Brothers se movilizaron para revivir en los cines la experiencia de sus espectáculos. El montaje de One Direction: This is us mezclaba material sobre los orígenes de los miembros del grupo con grabaciones del concierto que ofrecieron en 2013 en el London 02 Arena. En el caso de Jonas Brothers: The 3D concert experience, se centraba en los entresijos de su gira de 2009 Burnin' Up.

Un año antes, en 2008, se había estrenado, en las salas de Estados Unidos y Canadá (en el resto del mundo se pudo ver solo a través de Disney Channel), Hannah Montana and Miley Cyrus: Best of both worlds concert, que combinaba las dos facetas de la artista (el personaje real y el de ficción).

Cyrus fue también, como Usher o Snoop Dogg, una de las estrellas invitadas en Never say never, el documental de 2011 que seguía los pasos de Justin Bieber en la gira que había llevado a cabo un año antes.

Beyoncé es famosa por convertir en un evento cultural casi todo lo que hace, y eso es precisamente lo que sucedió con el estreno del documental Homecoming, basado en el histórico concierto que ofreció en 2018 en Coachella. La artista se embolsó 60 millones de dólares por una cinta que batió récords de visionados en Netflix. El próximo 1 de diciembre llegará a los cines una película sobre su última gira, Renaissance world tour. Habrá que esperar hasta entonces para saber si alcanza o incluso supera el reciente éxito de Taylor Swift.