“La rabia nos explica muchas cosas, por eso es importante escucharla”
La ilustradora Raquel Riba Rossy, creadora de Lola Vendetta, publica su segundo libro
Más vale Lola que mal acompañada fue la primera incursión en el papel del personaje de Lola Vendetta, el alter ego de la ilustradora Raquel Riba Rossy. El personaje, cuenta, nació "hace unos cuatro años en un apartamento de Sagrada Familia en el que vivía con cinco amigas. Surgió un poco como desahogo personal. Tenía sus dibujos en carpetas, sin enseñárselos a nadie. Solo lo conocían ellas, era un juego entre nosotras. Un día llegaba harta de que me dijeran cosas en la calle y hacía una viñeta. A una amiga le ponían los cuernos y torturamos al novio en otra viñeta, un poco a modo de terapia. Todo en petit comité, nunca pensé en publicarlas. Pero los temas que trata Lola Vendetta nos afectan a prácticamente todas. Cuando una resuelve sus necesidades y las expone en público ayuda a facilitar el camino a otras personas". Su nueva novela gráfica, ¿Qué pacha, mama?, habla de maternidad.
El nuevo libro aborda las relaciones madre-hija, que no es que sea nuevo, pero la mayoría de las autoras se lo plantean cuando se convierten a su vez en madres.
No creo que tenga que esperarme a ser madre para hablar de maternidad, porque ya tengo una. Creo que el punto de vista del hijo también es muy interesante. Tampoco sé si yo lo voy a ser, porque en la vida hay muchas opciones. Era un tema que quería tocar, sobre todo para sacar a la luz el trabajo de las madres que se han dedicado a sus hijos. Es como mi madre vivió su maternidad. Muchas veces no lo tenemos en cuenta. A veces los hijos caemos en la arrogancia de pensar que una madre está para ejercer de madre en todo momento, y no es así. Tiene que ser la persona que ella quiera ser. También quería enseñar el lado oscuro de la maternidad, porque no siempre es genial. Quería desmitificarla.
Explícanos el título.
Pacha mama es la madre tierra. Es un concepto que utilizan mucho en Latinoamérica. Lo descubrí hace unos años y me encantó. Yo fui educada en un colegio católico, donde la gran divinidad era masculina, y me hacía falta encontrar divinidad femenina, grande y abundante, que es como yo percibía el mundo. Cuando años más tarde empecé a reflexionar sobre el feminismo me di cuenta de que esa falta de respeto que ha existido hacia las mujeres es la misma que ha existido hacia la tierra. Tengo la sensación de que en cierta manera es una falta de respeto hacia lo femenino, que no necesariamente equivale a la mujer.
¿Has aprendido algo nuevo sobre tu madre en el proceso?
Diría que he aprendido a valorar más lo que ha hecho. Y a hacer autocrítica respecto a esa tendencia que tenemos a premiar más lo que se hace fuera de casa que dentro. Ella era una mujer que quería llegar a algo, con sus aspiraciones y sus virtudes, pero por cuestiones de la vida, tuvo un hijo discapacitado y vinimos unos cuantos más detrás, no pudo. Mi padre ya tenía su empresa, y ella se vio obligada a dar un paso atrás. ¿Por qué no valorar eso? Darle las gracias por el tiempo que nos ha dedicado me parece lo mínimo.
Lola lucha contra el patriarcado empuñando su katana. ¿Cuándo deberíamos sacarla?
La katana simboliza escuchar a la rabia. La rabia es un sentimiento que ha vivido en la sombra. Siempre se la ha demonizado mucho, pero nos explica cosas. El problema viene cuando actuamos desde ella. La rabia nos dice qué nos duele tanto como para llegar a ejercer violencia sobre otro. Por eso es importante escucharla. A través de ella puedes averiguar muchas cosas. Hasta cuál es el propósito de tu vida, como me pasó a mí.
En tus ilustraciones la sangre está muy presente. Defines a Lola como una 'bloodgasm coach'. ¿Qué quiere decir?
Es curioso, en las películas de acción vemos sangre todo el tiempo. Luego salen cuatro gotas de la vagina de una mujer y todo el mundo se lleva las manos a la cabeza. Esto me llevó a reflexionar. Hay una sangre violenta a la que prestamos mucha atención y una sangre pacifica que no hace daño a nadie y nos escandaliza, cuando es lo más natural del mundo. Cuando Lola aparece cortándole la cabeza a alguien a todo el mundo le parece gracioso, pero cuando sale con sangre entre las piernas me dicen que no es necesario hacer apología a la suciedad. No hay nada sucio en la menstruación. Sentí que había que abrir un debate en torno a este tema.
¿Qué es la reEvolución Femenina?
Es un proyecto conjunto con Ana Cascales. Lola Vendetta expresa las injusticias y pone un poco el foco sobre un problema concreto. Pero si quieres ir más allá, te hacen falta herramientas. Hay que echar la vista atrás y entender. Y hay métodos para hacerlo. Creamos unos talleres para mujeres donde pueden dedicar un fin de semana a chequearse a sí mismas. No es magia ni nada por el estilo, es pura psicología. Hacemos una relectura de todo lo que les ha pasado y aprendemos herramientas nuevas. Les explicamos reacciones sistémicas, como la que tienen con el ciclo menstrual. También les hacemos reflexionar sobre lo que piensan que significa ser una mujer. Y ellas mismas ponen sobre la mesa cosas que les hacen daño. Además hacemos yoga por la mañana. Al final es como una especie de campamento con amigas, pero en el que se habla estructuradamente para llegar a cierto punto. Ahora mismo estamos haciendo uno al mes, con una media de setenta asistentes. Es algo muy bonito.
Dice Lola que el feminismo no se sufre, se disfruta. ¿Tú lo haces?
Yo lo hago mucho, y más desde que tenemos reEvolución Femenina. Estamos viviendo un momento precioso. La huelga del 8 de marzo fue maravillosa, sobre todo al ver la diversidad de mujeres que han participado. Me gusta ver a la gente saliendo a la calle, porque eso quiere decir que se ha hartado de esperar a que alguien haga algo. Ahora son las mujeres las que luchan. Estamos abandonando la postura del ‘me han hecho algo o no me han hecho’ para ser un motor activo del cambio. No ser víctima, desprenderse del personaje pasivo, salir a la calle y gritar es lo que más me gusta del movimiento.
¿Y qué te parece el ritmo al que va?
Vivimos en el mundo de la inmediatez y parece que todo tiene que ser ya. Estamos viviendo un proceso que avanza mucho más rápido que otros cambios sociales a lo largo de la Historia. La clave está en entender que estamos en proceso de lograr esa igualdad y que uno no termina de educarse a los 18 años, sino que aprendemos hasta el día en que morimos.
