Aunque a nuestro país no llegó hasta un par de años después, HBO estrenó en junio de 1998 el primer capítulo de Sexo en Nueva York, la serie que marcó un antes y un después en la forma de retratar a las mujeres y el sexo en televisión. La moda, como vía de expresión de los personajes, tuvo un papel fundamental en el programa. Especialmente en el caso de Carrie Bradshaw. Sus arriesgados, coloridos y siempre llamativos outfits, creados por Patricia Field, la convirtieron de forma inmediata en un referente de estilo.

Algo que siempre caracterizó la forma de vestir del personaje fue su habilidad para mezclar diferentes estilos. Carrie podía combinar piezas de alta costura con ropa de tiendas de segunda mano, o prendas deportivas con ropa más elegante. También demostró que los complementos pueden elevar cualquier estilismo dándole un toque personal. Mención especial merecen sus adorados Manolo Blahnik, que ella contribuyó a hacer todavía más famosos.

Más allá de lo acertado de sus estilismos, si Carrie Bradshaw se convirtió en un icono de estilo fue, en buena medida, por la seguridad en sí misma que demostraba, ya llevara un vestido elegante o unos vaqueros desgastados.