"Me gustaría que mi trabajo tuviese un impacto en la vida de las personas"
Alai Miranda Blanco, ingeniera y divulgadora


Es poco más que una adolescente, pero tiene talento, una visión y una seguridad en sí misma que no se corresponden con su edad. Pese a esa juventud, ya ha puesto en marcha destacados proyectos tecnológicos y lleva a cabo una encomiable labor de divulgadora, inspirando a otros jóvenes a seguir sus pasos. Este año ha recibido el Premio MAS Desafío Digital by Globant, un galardón que reconoce a personas que están contribuyendo a aumentar el interés de los jóvenes por la tecnología.
Ahora tiene 18 años y estudia Ingeniería de Computadores, pero Alai Miranda Blanco contaba solo 11 cuando asistió a sus primeros dos talleres de tecnología: uno de Arduino y otro de textil y joyería. “Allí descubrí que la tecnología era más que aquello a lo que se dedica mi padre, que es una herramienta que puedes aplicar a cualquier proyecto para mejorarlo o a cualquier problema para solucionarlo. Desde entonces he asistido a talleres de todo tipo relacionados con el mundo STEAM”.
Poco después creó también su primer proyecto formal, Alibubu, un oso de peluche que incorpora un dispositivo NFC para guardar los datos personales de los niños refugiados que viajen sin identificación. Lo presentó en una charla TEDx cuando tenía 12 años. “Estábamos en 2016 y en aquel entonces en las noticias se hablaba mucho de los refugiados. Las cifras de niños que viajaban solos eran aterradoras. Un día pensé en que si yo estuviera en esa situación, me gustaría estar acompañada, aunque fuera de un objeto inanimado. De esta manera nació Alibubu”.
En respuesta a otra necesidad, esta vez durante el confinamiento, surgió Docuscopio. “El tener que recibir e impartir clases online fue algo que pilló por sorpresa a todos y nadie estaba realmente preparado, así los profesores de química, dibujo técnico o matemáticas se peleaban día a día con las pizarras virtuales cuando intentaba resolver ejercicios”. A partir de unos diseños que encontró en la plataforma Thingiverse, creó un artilugio impreso en 3D que permite proyectar en la cámara del ordenador, utilizando un espejo, cualquier papel que se coloque sobre el teclado. Después imprimió y montó tantos Docuscopios como pudo para entregárselos a todos los profesores de su colegio.

Más recientemente ha puesto en marcha Esvuela, una escuela de programación de vuelo de drones para jóvenes. La idea surge de su afán por hacer llegar a más niños lo apasionante que es la tecnología. “Desde pequeña me di cuenta que la mejor manera de mostrarle a alguien lo útil que es la tecnología era darle un enfoque divertido, algo que captase su atención e hiciese que su primer contacto con este mundo, más allá de los móviles y las consolas, fuese entretenido. Alai considera que eso, acercar la tecnología a los jóvenes, es en realidad su trabajo más importante. Desde hace un par de años imparte seis horas de clases semanales, enseñando Scratch a los más pequeños y Linux o Python a los más mayores. “Además, me encanta tener la oportunidad de dar charlas y talleres. He podido viajar a Málaga, Ibiza y Alicante para hablar sobre diseño e impresión 3D, sobre desarrollo de videojuegos y sobre mi pasión por las tecnologías”. Ahora que estudia una ingeniería es muy consciente, además, de la brecha de género que existe en este ámbito, también en la universidad. “Las personas, y especialmente los niños, deberían tener la oportunidad de acceder a todo tipo de actividades para que en su futuro pudieran guiarse por sus intereses y no por los estereotipos a los que puedan estar expuestos”, asegura.
Ella misma todavía no sabe exactamente qué estará haciendo dentro de unos años, pero sí tiene una visión clara de cómo quiere que sea su futuro: “Antes tenía mil y un planes a largo plazo, muchas fantasías que me ilusionaban, pero a día de hoy intento ser un poco más realista. Eso no quita que tenga mis pequeñas metas. Lo que sé seguro es que me encantaría tener la oportunidad de viajar y conocer otras realidades mientras disfruto de mi trabajo y de mis estudios, poder crecer no solo en el plano profesional, sino también en el personal, enriqueciéndome en contacto con otras culturas. Me gustaría que mi trabajo no solo me beneficiase a mí, sino que tuviese un impacto en la vida de las personas”.