Así aprenden jugando las ingenieras del futuro
Hemos estado en el campamento urbano para niñas de matemáticas, programación y robótica organizado por Smartick

Talleres de robótica para aprender a programar y crear música, instrumentos electrónicos, apps o minijuegos, robots que se desplazan y hasta una lámpara inteligente que se enciende sola cuando hay oscuridad y se apaga cuando hay luz. Juegos de lógica y de ingenio matemático. Introducción al ajedrez. Diseño e impresión 3D. Construcción de figuras geométricas con palillos, pajitas o gominolas. Estas son algunas de las cosas que están aprendiendo esta semana las 32 niñas de entre 6 y 10 años que se han apuntado al primer campamento de verano organizado por Smartick, una startup de origen español que pretende cambiar la forma en que los niños aprenden matemáticas.
Por el campamento también han pasado científicos e ingenieros que les han acercado su trabajo. Ayer, por ejemplo, estuvieron allí Sara Gómez, responsable del proyecto Mujer e Ingeniería de la Real Academia de Ingeniería, y Javier Gómez, matemático e investigador en Princeton. Hablaron a las niñas de cómo el trabajo de los ingenieros, los físicos y los matemáticos mejora el mundo. De cómo es la tecnología, y no la magia, la que consigue que la luz llegue a nuestras casas, que los edificios no se derrumben durante un terremoto o que el agua de la lluvia que caía ayer en Madrid sea desalojada por el sistema de alcantarillado o se acumule en pantanos.

También de la importancia de tener personalidad y de hacer lo que a una de verdad le guste, sin importar que sea algo ‘de chicos’ o ‘de bichos raros’. Es lo que han hecho otras mujeres cuyas historias también han escuchado las niñas. Como la de Pardis Sabeti, la matemática de Harvard que consiguió secuenciar el genoma del ébola aplicando su propia fórmula, un avance fundamental para controlar la propagación de la enfermedad. O Maryam Mirzakhani, profesora en la Universidad de Stanford que en 2014 se convirtió en la primera mujer en ganar la medalla Fields, considerada el Nobel de las matemáticas, por sus contribuciones a los campos de la geometría y los sistemas dinámicos. Las dos son de origen iraní y han llegado a lo más alto de su profesión desde un país donde las chicas lo tienen más difícil. Como les recordó Sara Gómez a las niñas, ellas han caído “en el lado bueno del mundo: podéis hacer lo que queráis, así que aprovechad la oportunidad”, les recomendó.
