Eres experta en mediación internacional. ¿Son la mediación y el arbitraje métodos eficaces para la resolución de conflictos?

Sí lo son. La norma general es que, si las empresas no dicen lo contrario, cualquier controversia se tiene que dirimir ante los tribunales ordinarios. Pero las partes pueden, si quieren, someterla a métodos alternativos como la mediación o el arbitraje. La principal diferencia entre ambos es que en la mediación interviene un tercero, pero esa persona no decide, es como un guía que ayuda a las partes a que alcancen un acuerdo. Por el contrario, en el arbitraje el tercero sí que actúa como juzgador en el sentido de que decide y resuelve como lo hace un juez. Sin embargo, lo bueno del arbitraje es que es un procedimiento muy flexible y hecho a medida de las partes, que deciden cómo quieren que se lleve a cabo. 

¿Cómo de extendida está la mediación en España?

si bien existen otras jurisdicciones, principalmente las anglosajonas, en las que la mediación es una realidad inherente, en España está costando un poquito más su asentamiento. Se oye hablar mucho de la mediación, pero su uso sigue siendo muy residual. La realidad es que queda mucho trabajo de concienciación para dar a conocer sus beneficios y que las empresas la tengan en cuenta, porque a la hora de la verdad, todavía sigue habiendo ciertas reticencias. Con la nueva Ley de Medidas de Agilización Procesal, que se ha paralizado por las elecciones, iba a ser cuasi obligatoria. Ahora, tendremos que esperar a ver qué pasa. Su impulso es necesario por muchas razones pero quizás una de las más relevantes es que cuando se llega a acuerdos en el marco de una mediación, el índice de cumplimiento es muy superior al de las sentencias. 

También eres cofundadora y presidenta de Women in a Legal World. ¿Cómo surgió la asociación?

La fundamos hace alrededor de cinco años con el objetivo de promocionar el talento femenino dentro del sector jurídico. Queríamos que hubiera cada vez más mujeres en puestos de responsabilidad: más decanas en los colegios de abogados, managing partners de despachos, socias, juezas, fiscales, etcétera. Para eso entendíamos que era fundamental estar conectadas, que era necesario que nos ayudáramos las unas a las otras a visibilizarnos, a aportar nuestro conocimiento jurídico y a colaborar con otras organizaciones e instituciones. Entendimos también que era importante trabajar mano a mano con las nuevas generaciones para inculcarles estos valores de trabajo, esfuerzo, meritocracia y compañerismo, y trabajar su motivación para alcanzar esos puestos de responsabilidad.

¿Qué iniciativas concretas lleváis a cabo?

Trabajamos sobre la base de cinco pilares. El primero es la visibilidad. Nuestro acto más emblemático son los premios Women in a Legal World. Asimismo, tenemos acuerdos con medios de comunicación que nos llaman cuando quieren la opinión de alguna mujer jurista, un pódcast con PWC y un programa con la plataforma vLex para visibilizar el cambio que se está produciendo en las asesorías jurídicas de las empresas. El segundo pilar es la educación. Desarrollamos un programa de mentoring, pero también otros en colaboración con la Harvard Law School para directivas y con EDEM Escuela de Empresarios para jóvenes. El tercer pilar es el que llamamos ‘influencia’. Elaboramos informes sobre materias como sostenibilidad, nuevas tecnologías, inteligencia artificial o compliance, que ponemos a disposición de los poderes públicos. Actualmente contamos con informes de quince comisiones lideradas por expertas en diferentes materias. El liderazgo es otro de nuestros pilares. Hemos elaborado varios papers de la mano de Esade analizando los datos de mujeres juristas, en comités de dirección y consejos de administración, y qué podemos hacer para mejorar esos números. Por último, la cooperación es otra área fundamental. Entendemos que todo esto debe servir para estrechar lazos y crear alianzas entre asociaciones y organizaciones públicas y privadas. Trabajamos con embajadas, con la Cámara de Comercio, con la Oficina Española del Parlamento Europeo, con la ONU y con muchas organizaciones de mujeres con las que compartimos valores y objetivos.

Según el último informe de la asociación, solo un 20% de los socios de los bufetes son mujeres. De las diferentes medidas que están implementando los despachos para promover la diversidad, ¿cuáles están demostrando ser más eficaces?

El mentoring es una de las cosas que mejor están funcionando. También el tener un padrino o madrina dentro de la organización y la flexibilidad laboral, que es algo que, en general, las mujeres valoran mucho. Ahora bien, uno de los principales elementos a trabajar es el de la corresponsabilidad. La maternidad sigue siendo el momento el que se suele producir el parón en la carrera de las mujeres y en esa etapa es fundamental tener al lado a un buen compañero de viaje con el que repartir las tareas y hacer equipo.  Junto a todos estos factores influyen otros como el management de las firmas, que deben aprender a valorar otros talentos y puntos de vista para evitar sesgos inconscientes y la consiguiente pérdida de talento femenino si no se les da a las mujeres las oportunidades que merecen. Y luego está el trabajar la voluntad de las mujeres para hacer carrera en sus firmas. Hay algunas que no quieren y no pasa nada. Lo fundamental es que la que quiera lo intente y no se ponga trabas por anticipado. Si se quiere, la carrera puede compaginarse con la maternidad y merece la pena intentarlo.

Constantemente oímos hablar de la falta de jueces, de la lentitud de los procesos, de la politización de la justicia… ¿Realmente tenemos un sistema de justicia al borde del colapso?

Desde mi punto de vista, la situación no es tan crítica. Nuestro sistema judicial en primera y segunda instancia funciona muy bien. Tenemos unos jueces muy preparados e independientes. Y no es tan lento si lo comparas con otras jurisdicciones del primer mundo. Obviamente, las huelgas de los últimos meses, sumada a los retrasos producidos durante la pandemia, no han ayudado a acelerar los tiempos. Han hecho que se ralenticen un poco más determinados procesos que ya de por sí no van muy rápidos. La situación política tampoco ayuda, pero yo no diría que los jueces estén politizados o que estamos al borde del colapso. La justicia no merece el trato que muchas veces se le da, aunque, inevitablemente, haya cosas que se tienen que mejorar. Entre ellas, creo que la implementación de la mediación como paso previo al acceso a los tribunales ayudaría a descolapsar y también a agilizar las ejecuciones, procedimientos donde sí somos especialmente lentos y tenemos un problema más estructural.  Este sí es un tema de relativa urgencia. No puede ser que estemos a la cola de los países de la Unión Europea, únicamente por detrás de Grecia. 

¿Cómo valoras toda la polémica de la ‘ley del solo sí es sí'?

Es un tema delicado. Claramente no se han hecho bien las cosas. El texto contenía errores e inexactitudes. Es algo que ya avanzaron los diferentes grupos de trabajo de expertos que se consultaron en su momento. Desde mi punto de vista es una de esas leyes que hacen flaco favor al fin que persiguen por un problema de redacción y técnica jurídica.