De la Virgen María a Marge Simpson, pasando por la madre del spot de Ariel, el relato de lo femenino ha sido escrito por… (guess what) ¡hombres!
Su participación, desde los hogares y los entornos laborales, será imprescindible para que más mujeres consigan alzar su voz
El relato de lo femenino que hemos consumido, al menos hasta mi generación, ha sido escrito por tíos. Etho eh asín. Maravillosos contadores de historias como Ovidio, Cortázar, Spielberg o Bill Bernbach, pero básicamente tíos y, seamos francas, no siempre han sabido expresar lo que siente una mujer trabajadora (fuera y dentro de casa), con endometriosis, tres hijos, una carga mental nivel Dios (otro tío, sí), que gana la mitad y curra el doble en un mundo de (guess what), hombres.
A las pruebas me remito: desde la madre de Elliott (E.T) a la Virgen María, pasando por Marge Simpson, todas esas “madres” estaban creadas por señores, que, cuando volvían del curro, les tenían la cena en la mesa y los niños oliendo a Nenuco, listos para besar y a dormir. Muy Don Draper todo. De ahí, que yo pensara que esto de ser madre y creadora, iba a ser coser y cantar, y resulta que además de coser, había que organizar tropemil cosas, que me iban a caer socialmente como losas del cielo (curiosamente a MÍ), impidiéndome seguir mi carrera en igualdad de condiciones. Pero no te apures, que las nubes huelen a lo que huele la regla, que, por cierto, es azul.
Este es mi relato, pero como este, hay miles y los hemos consumido como pipas sin saber que lo de la conciliación era (ojo spoiler) bullshit: Ni las mujeres ganamos lo mismo, ni se nos escucha igual, ni estamos en los puestos directivos y sigue y suma. Es más, vamos desapareciendo misteriosamente de entornos laborales alrededor de los… tachán: ¡35! Los datos de Unadedos son aplastantemente una bajona. Pero la cosa no mejora, empeora pasados los 52 (otro spoiler) que lo de la menopausia es la traca final.
Sin abrir el melón de los cuidados, la sexualización, el edadismo femenino, la brecha orgásmica y la salarial, no es exagerado admitir que este mogollón no nos lo habían contado. Quizá porque desde Zeus ó San José, hasta nuestros días, muy pocos tíos han dado un paso al frente en plan: “No te preocupes María, que ya de esto me encargo yo, tu vete al curro que cuando llegues la cena estará la cena lista, la mirra en la mesa y el niño bañado, en pijama y con los deberes hechos”. Incluso un paso atrás, en plan: “Atenea, llevo muchos años a cargo del Olimpo, creo que te toca a ti aportar tú visión, que esto está un poco paternalizado, ponte de acuerdo con Safo y reescribiros esto, siéntate aquí, este es tu trono”.
Sospecho que hacen falta más hombres sumándose a la causa desde los hogares y los entornos laborales, para que más mujeres alcen su voz, poniéndose al frente del relato (no tienes más que abrir un libro de texto de 6º y ver el desfile de machirulos que nos cuentan “la historia de EL HOMBRE”, para darte cuenta de lo urgente del asunto). Pero hasta que CEOS, dires creativos, jefes, creador@s, guionistas, artistas, columnistas, pensaoras, profesoras, cantaoras o narradoras no sean mujeres al 50%, el relato de lo femenino seguirá incompleto y la regla será azul para siempre, la maternidad un campo de mariposas y la menopausia… bueno la menopausia siempre será el Triángulo de las Bermudas donde desaparecen cientos de mujeres, pero lo dicho, cambiar el relato, así como beber Soberano, sí también es cosa de los hombres.
Virginia Mosquera es directora creativa en McCann, autora, guionista, feminista y madre (no necesariamente en ese orden).
