De los 25 mayores bufetes que operan en España, solo tres están dirigidos por mujeres. La primera encuesta sobre igualdad de género en la abogacía en España, realizada recientemente por el Consejo General de la Abogacía Española y Metroscopia con la participación de 2.000 profesionales de ambos sexos, ofrece algunas pistas de por qué. El informe deja varias conclusiones interesantes. La primera es que hombres y mujeres tienen percepciones distintas sobre bastantes cuestiones.

Por ejemplo, el 58% de las abogadas opinan que el hecho de ser mujer les pone las cosas más difícil en sus carreras, pero solo el 26% de sus compañeros están de acuerdo. Cuando se les pregunta por los aspectos importantes para tener éxito en su trabajo, todos coinciden en los primeros factores. A saber: ambición, competitividad y provenir de una familia de abogados. A continuación vienen las responsabilidades familiares, y ahí de nuevo las cosas se ven de forma distinta. El 78% de las abogadas creen que no tener hijos es importante para tener éxito (frente al 53% de los hombres). No tener familiares a su cargo también es un factor clave para el 76% de las mujeres (y el 56% de los hombres). De hecho, las abogadas consideran que lo de tener o no familia influye más en sus posibilidades de llegar alto que, por ejemplo, tener contactos, aspirar a ingresos altos o la seriedad.

Parece que en los bufetes importantes el techo de cristal es más evidente: el 85% de las abogadas y el 54% de los abogados creen que los hombres lo tienen más fácil para acceder a puestos de responsabilidad en ellos. En opinión de Catalina De Pablos, abogada y directora de desarrollo de negocio de Broseta Abogados, tiene que ver con la exigencia de la propia profesión y la dificultad de conciliar, pero también con la forma de funcionar de estas empresas. Muchos grandes despachos se rigen por el principio de ‘up or out’ (‘arriba o fuera’), un sistema importado de Estados Unidos, habitual en el mundo de la empresa, el derecho o la consultoría, que obliga a los trabajadores a llegar a cierto rango en cierto periodo de tiempo para evitar irse a la calle. “En la práctica muchas veces implica que cuando aumentan responsabilidades domésticas haya que elegir entre dedicar tiempo al trabajo para seguir ascendiendo y así mantener tu puesto o dedicarlo a la familia asumiendo una eventual salida de la firma e incluso buscando alternativas al ejercicio de la abogacía”, explica De Pablos. Por tanto, en su opinión es fundamental  “establecer planes de carrera flexibles que permitan ralentizar de forma voluntaria dicho desarrollo durante un periodo de tiempo para retomarlo más adelante. De esta manera no hay que elegir entre familia o carrera profesional”.