María del Puy Alvarado, productora: “El cine tiene que ser emoción”
La fundadora de Malvalanda tiene dos títulos pendientes de estreno para los próximos meses. Sus películas han estado nominadas a los Oscar en dos ocasiones
Directora de producción, miembro de la Academia de Cine de Estados Unidos, docente en la Universidad Complutense de Madrid y fundadora hace casi dos décadas de su propia productora, Malvalanda, María del Puy Alvarado es un referente de la industria cinematográfica dentro y fuera de nuestras fronteras. Dos de sus últimos largometrajes, Anatomía de un dandy y El agente topo, estuvieron nominados a los Goya. El agente topo recibió, además, una nominación a los Oscar, un hito que no era nuevo para Alvarado. Un par de años antes, Madre, la película que produjo junto a Rodrigo Sorogoyen basada en un corto anterior, ya había logrado una nominación a los premios de la Academia de Hollywood.
También produjo el último trabajo de Carlos Saura antes de su fallecimiento. “Trabajar con Saura fue un sueño, tuve la oportunidad de estar cerca de su proceso creativo. Durante el rodaje de Las paredes hablan recorrimos toda España, desde las cuevas del norte de España en las que había arte prehistórico hasta los murales de arte urbano de Madrid o Barcelona. De la cueva a la pared. Me fascina como un hombre de 89 años hizo esa conexión. Y se interesó tanto por el graffiti y el arte urbano como por el arte prehistórico. Era un creador como la copa de un pino”, asegura. En estos momentos tiene pendiente de estreno de Miocardio, de José Manuel Carrasco, y La primera mirada, de Luis E. Parés.
Alvarado también ha producido más de una veintena de cortometrajes, el último, La loca y el feminista, producido junto a Penélope Cristóbal PC, acaba de recibir una nominación a los Goya. Escrito por Pilar Gómez, trata sobre la carga mental que soportan las mujeres. “Es una reflexión sobre el feminismo, sobre lo que significa en realidad el ejercicio del feminismo y el uso que le damos a esta palabra que se ha puesto tan de moda y en entredicho también”.
¿Cómo eliges tus proyectos?
A veces me llegan y a veces los genero yo. Leyendo una noticia o un libro me digo a mí misma: ahí hay un historión. En otras ocasiones. como en el caso de La loca y el feminista, me llega un guion que me encanta y me embarco en el proyecto. Pero lo más importante es que algo en la historia me emocione. El cine tiene que ser emoción. La loca y el feminista está funcionando muy bien porque genera emociones diversas en los espectadores. La otra parte es la financiera. Me puede emocionar increíblemente un libro, pero entonces me paro un momento y pienso en cómo voy a producir un best seller americano de película de 15 millones de euros. Hay que ver si el proyecto es viable y si va a tener un hueco en el mercado.
“No es necesario hacer grandes producciones para contar una buena historia”
Con solo 27 años fundaste tu propia productora. ¿Te encontraste con muchos obstáculos?
Cuando uno emprende siempre se enfrenta a la aventura, la novedad y al riesgo. Es todo un reto en cualquier sector. Creo que el nuestro tiene un puntito más de riesgo, porque nunca sabes si una película va a funcionar o no. Te puede gustar mucho un guion, puedes creer muchísimo en él y luego darte un golpetazo en taquilla. O puede que no encuentras agentes de financiación, muchas veces por motivos ajenos al proyecto. Muchos se quedan por el camino, y es muy duro. Empecé en el 2007 con Malvalanda, al año siguiente llegó la crisis financiera, en 2012 tuve que hacer una reestructuración empresarial y luego nos golpeó la Covid y estuvimos un año sin rodar. Los estrenos de El agente Topo y de Anatomía de un dandy sucedieron en plena pandemia. Tuvieron un buen recorrido, pero en salas con un aforo reducido al 50%. Hay que ir día a día y saber que habrá momentos buenos y momentos malos, pero el camino es bonito. Emprender es una carrera de fondo.
¿Qué recuerdas de la primera vez que te pusiste a los mandos de una película?
Mi primera producción fue un corto titulado Luminaria que hice estudiando en la ECAM. Conseguí una ayuda y me lancé a producir este proyecto de unos compañeros. Fueron siete días de rodaje, una locura que no he vuelto a repetir. Nos pasó de todo, fue durísimo. Creo que ahí me salieron mis primeras arrugas. También me dejó un pequeño agujero económico. Aun así fue una experiencia muy bonita y el resultado es maravilloso. Lo vi hace un año y pico, porque lo proyectaron en la sala de la Academia, y me quedé sorprendida del nivel que tiene para lo primerizos que éramos. He seguido produciendo cortos más accesibles, que se hacen en dos o tres días, pero siempre primando mucho la historia. No es necesario hacer grandes producciones para contar una buena historia.
Formas parte del reducido grupo de españoles que votan en los Oscar. ¿Cómo se vive esta experiencia?
Yo no apliqué para formar parte de la Academia de Hollywood, son ellos los que cada año, a partir de una serie de criterios, deciden que entres. A mí me pasó después de la nominación al Oscar de Madre. Participar en las votaciones de los Oscar es muy emocionante. Somos un gran grupo de profesionales de todo el mundo los que formamos parte de esa decisión. Esa pluralidad es importante. Cuanto más plural sea el grupo de personas que vota, más se enriquecerán los premios y otro tipo de películas serán nominadas. Es un poco lo que nos pasó con El agente topo en su día. Es una película independiente chilena coproducida con España y otros países. En otro momento es posible que una película así, independiente y pequeña a nivel presupuestario, aunque tenga una gran historia, no hubiese estado nominada a los Oscar.
“Las políticas de discriminación positiva, tan puestas en entredicho, han servido para que haya más mujeres ocupando puestos de responsabilidad en el cine”
¿Es muy distinto el panorama para las mujeres de la industria en España y Estados Unidos?
La Academia de Hollywood da todos los años las cifras de mujeres y hombres entre sus miembros. Recuerdo que cuando salió la nota de prensa en la que aparecía mi nombre estaba incluida dentro de las minorías por ser mujer. Cuando estuve en Los Ángeles hubo un encuentro de mujeres nominadas, en casa de la diseñadora Diane von Furstenberg, que presentó Laura Dern. Después de la comida nos pidieron que habláramos de la industria de nuestro país, y todas dijmos lo mismo: que había menos mujeres y que nos encontrábamos con dificultades. El último informe de CIMA dice que en solamente el 28% de los profesionales de la producción ejecutiva en España somos mujeres. En dirección pasa algo parecido, hay un 24% de mujeres. Puede parecer que hay más porque da la casualidad de que algunos de los grandes éxitos del cine español de los últimos años han sido firmados por mujeres: Carla Simón, Alauda Ruiz de Azúa, Pilar Palomero y un grupo de cineastas que han conseguido un gran reconocimiento nacional o internacional. Los premios que están logrando pueden hacer de cortina de humo y llevar a conclusiones erróneas, pero los datos son los que son, y estamos lejos de la igualdad, aunque, afortunadamente, las cosas estén cambiando. Las políticas de discriminación positiva, tan puestas en entredicho, han servido para que haya más mujeres ocupando puestos de responsabilidad en el cine.
¿Qué cambios introducirías en la industria?
Si pudiera escribir una carta a los Reyes Magos pediría más visibilidad para los cortometrajes. Tienen un espacio maravilloso en los festivales, en plataformas como Filmin o Movistar y en programas como Versión española, pero podrían llegar mucho más lejos. Es una pena, porque el nivel del corto español es altísimo. Estamos en todos los festivales del mundo, ganamos un Oscar hace dos o tres años y hemos tenido ocho o nueve nominaciones en los últimos veinte años. Hay cortos que son una maravilla, ojalá volvieran a los cines.
