Asaari Bibang, cómica: “Las mujeres negras estamos acostumbradas a la rivalidad, a que solo pudiera haber una, que es lo que hemos vivido hasta hace poco”

Bibang es la ganadora de los X Premios MAS en la categoría de Cultura

Asaari Bibang.

Polifacética es el adjetivo que mejor define a Asaari Bibang, actriz, cómica, presentadora, escritora, columnista y activista española de origen ecuatoguineano. Ha hecho teatro (Bedidi, los espíritus, La increíble historia de la chica que llegó la última, Para nenas negras que han considerado… o Parir, volver al vientre), cortos (Mío, Tras el arcén, El ambulatorio o Baggage) y cine (Área de descanso, Evelyn). En 2015 hizo su primera incursión en la stand up comedy. Actualmente sigue girando por España con su exitoso espectáculo de monólogos Humor Negra. También conduce, junto a Frank T y Lamine Thor, el podcast No hay negros en el Tíbet. En el terreno literario ha publicado una autobiografía, Y a pesar de todo estoy aquí y La canica de Sami, un cuento, escrito junto al también cómico Javi Bravo, sobre el valor de la diversidad y la diferencia. Bibang es la ganadora de los X Premios MAS en la categoría de Cultura

Actriz, cómica, presentadora, escritora, columnista, activista... Cuando tienes que explicar a qué te dedicas, ¿qué dices?

Cómica, porque es a lo que más tiempo he dedicado en los últimos seis años. También es lo que más puertas me ha abierto y la filosofía de vida con la que intento abordar todo lo demás. Pero me parece que la cómica no existiría si no existieran también las otras facetas. Creo que los ‘yos’ que todos tenemos beben unos de otros. Sería imposible que existiera la Assari cómica si no existiera una Asaari más reflexiva.

¿Qué recuerdas de la primera vez que te subiste a un escenario?

Recuerdo no sentir ninguna presión. Actuaba desde la absoluta libertad de no tener ni idea de lo que estaba haciendo y que, además, me diera igual. Disfrutaba muchísimo, porque no estaba sometida ni al juicio propio ni al ajeno. Es lo que más recuerdo de los inicios en todos los palos que después he tocado en mi vida. Luego llegó la autoexigencia. Sobre todo, desde el lugar desde el que yo me exijo, que es el de una mujer negra. Me parece que si voy a un sitio y no lo hago bien, ningún negro va a volver ahí.  A veces tengo la sensación de representar a todos los negros del mundo mundial, y eso es una presión añadida. Es curioso, porque cuanto mejor te va, más presión sientes, porque tienes mayor presencia mediática y estás más expuesta. Por eso quizá me acuerdo mucho de cuando hacía las cosas simplemente por pasión, sin tener en cuenta la repercusión. Pero, en cualquier caso, lo sigo disfrutando. Una también madura y aprende a quedarse con lo bueno. Porque si no me conociera ni mi madre, no recibiría ninguna crítica. Hay que aprender a no asumir ni lo malo ni lo bueno como verdades universales, porque tampoco eres tan bella y tan reina como dicen algunos comentarios. La clave es colocarte en un sitio que te permita subirte al escenario empoderada, pero con la humildad de saber que tampoco estás cambiando el mundo. Solo puedes cambiar tu parcelita, y es lo que yo intento.

Llevas muchos años dedicada en eso que conoce como el ‘mundo del espectáculo’, donde, por lo general, no han abundado precisamente las mujeres negras. ¿Has visto algún cambio, te encuentras ahora con más diversidad?

Afortunadamente, el mundo de la comedia ha cambiado en este sentido. Tengo que decir que no sé si de forma voluntaria, pero, en cualquier caso, ha tenido que adaptase un poco a la realidad diversa que por fin tenemos en este país. El otro día tuve la oportunidad de presentar un evento que juntó sobre el escenario a cuatro cómicos negros, dos hombres y dos mujeres, además de mí. Y todavía hubiera podido llamar a dos o tres cómicas negras más. La escena ha cambiado, pero lo que más me gusta es que también he cambiado yo, porque, hace unos años, no ser la única mujer negra hubiera representado un problema para mí.

¿Por qué?

Porque las mujeres negras estamos acostumbradas a la rivalidad, al ‘si estoy yo, no vas a estar tú’, a que solo pudiera haber una, que es lo que hemos vivido hasta hace poco. En un rodaje me han llegado a decir que no podía haber dos actrices negras. Por suerte, esto está cambiando. Ahora puedo sentir de verdad la sororidad y sé, con absoluta certeza, que así, acompañadas, es como llegaremos lejos. Es algo que antes no tenía nada claro por el contexto en el que había crecido.

¿Qué significa para ti el humor?

Yo empecé en la comedia porque hacía demasiado drama. Porque ¿cómo va a ser una mujer negra feliz? Tiene que estar sufriendo todo el rato, sin parar, y yo me cansé de eso. Obviamente, estoy agradecida por todas las oportunidades que se me han dado. Los personajes que interpretaba en el cine existen y tienen que ser retratados, pero cuando en el imaginario colectivo solo existe una idea de lo que es ser una mujer negra y cuando el medio audiovisual, que no solo tiene el poder de reflejar la realidad, sino también de crearla, lo perpetúa, estamos haciendo un daño irreparable. Llegó un momento en el que yo no quería ser parte de eso. Quería demostrar que las mujeres negras también podemos ser divertidas. Viola Davis dice que lo único que separa a una mujer negra de las que no lo son es la oportunidad. Todavía hay mucha falta de oportunidades, pero con el tiempo he aprendido a no esperar a que lleguen. No podemos vivir en la mentalidad de la escasez, hay que derribar las puertas que nos encontremos por el camino sin pedir perdón. La comedia es difícil. Como artistas, a los cómicos se nos exige ser infalibles.

¿Sientes que la comedia está bien tratada dentro del mundo de la cultura?

Hacer comedia es muy difícil. Como artistas, se nos exige ser infalibles. Si vas a ver una película dramática y no lloras, no sales diciendo ‘qué fracaso de película’, pero si vas a ver una comedia y no te ríes, sí lo piensas. Pero es una parte muy importante de la cultura. ¿Qué sociedad merece la pena si no es capaz de reír?

Has hecho del feminismo y del antirracismo los ejes centrales de tu carrera. ¿Crees que tenías otra opción?

Ha sido bastante involuntario. Si lo hubiera pensado de verdad, no lo hubiera hecho, porque no es lo más fácil. Yo soy muy buena cómica. Si hubiera elegido cualquier otro camino, me podría haber ido muchísimo mejor. Ese es el que tomé porque es aquello en lo que creo, lo que atraviesa mi vida en todos los aspectos. No podría describir a Asaari sin el antirracismo y el feminismo.

En los últimos años, el feminismo se ha convertido en un tema de conversación habitual y cada vez más gente presta atención, detecta sesgos y micromachismos, incluidos los propios, y trata de corregirse. Pero parece que el racismo sigue resultando una cuestión incómoda. ¿Por qué crees que sucede?

Absolutamente de acuerdo. El feminismo se está asumiendo. El ‘caso Rubiales’ ha puesto de manifiesto que la sociedad ya no tolera ciertas actitudes. No solo no las toleramos a nivel individual, como sociedad hemos llegado al pacto de no hacerlo. Sin embargo, con el racismo esto no pasa. Sigue habiendo una negación flagrante de las actitudes racistas. Y va a peor. Con el auge de la ultraderecha se están legitimado muchas actitudes que antes, al menos, daba vergüenza mantener de forma pública. Esto nos deja a las personas negras en un espacio complicado y a las mujeres negras, mucho más. Yo no soy una mujer, soy una mujer negra, con todo lo que ello implica. Si no tienes en cuenta mi negritud, no me tienes en cuenta.

Muchas mujeres negras han denunciado que, históricamente, el feminismo se ha olvidado de ellas. ¿Tú te sientes representada por el feminismo actual?

Me siento representada por el afrofeminismo, pero ciertamente no por el feminismo hegemónico, porque creo que se olvida de las mujeres que no parten del +1, sino del -20. El feminismo hegemónico se concibe desde la punta del iceberg, pero el iceberg tiene una base muy profunda. Cuando eres una persona negra o migrante, eso es algo que atraviesa todos los aspectos de tu vida. Cada vez más compañeras tienen en cuento esto, me parecería feo no destacarlo, pero hay otras que cuando lo dices, se sienten agraviadas. Es más difícil trabajar algo que no te afecta directamente a ti, pero, para mí, la sororidad es lo más importante del feminismo.

También eres escritora, has publicado una autobiografía y un cuento. ¿Por qué decidiste lanzarte a escribir?

No me gusta que me llamen escritora, es algo que me da mucho respeto. Cuando oigo ‘escritor’ pienso en Pérez-Reverte o Almudena Grandes. Quizá es una cuestión de humildad mal entendida, porque si ves mi currículum, sí que he escrito mucho y, de hecho, es la faceta que más disfruto. Disfruto muchísimo escribiendo comedia, disfrutaba muchísimo con mis columnas en El País y disfruté muchísimo con el cuento. La experiencia del libro fue muy personal y difícil. Cuando la valoro ahora, desde la distancia, me doy cuenta de que me ayudó a aprender mucho de mí, porque me permitió reflexionar sobre muchos aspectos de mi historia a los que no habría llegado de otra forma. Escribir el libro no me hizo feliz, pero mereció la pena.

¿Hay que todavía no hayas hecho y te gustaría hacer?

Nunca doy nada por sentado. Tengo casi 40 años y todavía sigo pensando qué voy a ser de mayor. La vida me ha demostrado que, a base de tesón, las cosas se pueden conseguir. Yo vengo del mundo de la danza y creo que es lo más feliz me ha hecho. Estoy segura de que voy a volver a bailar.

Noticia actualizada el 15 de noviembre de 2023 tras el anuncio de las ganadoras de los X Premios MAS.

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