¿Lo puede montar una mujer?

Virginia Mosquera
La frase estaba ahí, escondida entre especificaciones técnicas y medidas milimétricas en la web de Leroy Merlin. Un comentario aparentemente inocente, una coletilla casi amable: “Lo puede montar una mujer”.
A primera vista podría ser un guiño torpe al manual de igualdad que alguien repasó a medias, sin pensar que alguien iba a contestar: ¿En serio en 2025 seguimos sorprendidos de que una mujer pueda apretar cuatro tornillos, leer unas instrucciones y ensamblar una estantería Billy (perdón, Brimnes, que esto no es Ikea)?
El machismo 2025 ya no se exhibe en grandes carteles chillones, sino que se escurre en notas al pie, en descripciones de producto, en la letra pequeña del consumo. Antes eran los anuncios de detergente con amas de casa sonrientes o folclóricas trayendo y llevando bandejas de horno (Un abrazo desde aquí, Carmen Sevilla); ahora es la frase paternalista escondida en la web de una multinacional del bricolaje.

Lo más perverso es que este tipo de mensajes no se redactan con mala intención. Suelen venir de la buena voluntad de un brief mal tirado y una estrategia que no crea cultura, la derrumba. Lo estoy viendo escrito en letras grandes. “Queremos decir que hasta una mujer puede hacerlo, así damos confianza”. Y es ahí donde se revela el verdadero problema: cuando lo que debería ser normal se presenta como excepcional. Cuando lo obvio —que cualquier persona, mujer u hombre, puede montar un mueble— se convierte en un mérito de género.
La conversación cultural no se gana en las pancartas del 8M, se gana en estas esquinas digitales donde el lenguaje aún huele a taller de los años 50. Porque cada ‘hasta una mujer’ que aparece en un texto corporativo es un recordatorio de cuánto nos queda por desmontar. Y aquí es donde los que nos dedicamos a esto tenemos que poner ojo.
Querida Leroy Merlin: no queremos flores el Día de la Madre, ni manuales de bricolaje ‘para ellas’ en color malva, ni frases inspiradoras en vuestras webs. Queremos que escribir ‘lo puede montar cualquiera’ os parezca lo suficientemente revolucionario.
Lo demás, como siempre, ya lo montamos nosotras.
Virginia Mosquera García es CCO Wooman