La persona más feminista de este mundo debería ser un niño

Virginia Mosquera
Sí, amigas, por mucho que nosotras nos pongamos moradas de libros, pelis y podcasts de chapa feminista (reenviándonoslos como si no hubiera un mañana). Por mucho que nos liemos a tortas dialécticas con nuestros cuñadísimos en las fiestas de guardar. Por mucho que atorremos a nuestras hijas con cuentos de mujeres rebeldes, intentando que llamen a sus Barbies Malala o Chimamanda. Por mucho que llevemos tatuadas en el ALMA las frases más afiladas de Steinem, Woolf, Despentes o Campoamor (y el resto de sabias actuales, desde aquí un saludo a todas). Sigo. Por mucho que nos demos la razón entre nosotras, en plan tú molas yo molo, nada servirá hasta que los HOMBRES vengan de la mano con nosotras.
Y de todos ellos el más importante es el hombre del futuro. El hombre con el que van a convivir nuestras hijas, el hombre que va a redactar las leyes del futuro, el que defenderá que NO es NO, el que apoyará el Me Too, condenará la violencia machista, romperá el techo de cristal, criará en corresponsabilidad, será su compañero y las apoyará para que brillen como merecen. Ese niño, es el futuro de la IGUALDAD a la que solo se llega con la varita mágica de la EQUIDAD.
El temazo es que hasta ese bendito día (¡que suenen las gaitas, por favor!), nuestras hijas (e hijos) están lidiando con un mundo donde, según últimos estudios, el 44,1% de los men cree que se ha llegado "demasiado lejos" en las políticas de la igualdad, y que esto está empujando a los hombres a una supuesta discriminación, (¡que suenen ahora los Rage Against the Machine!) Es más, el 23,1% de los chavalotes considera que la violencia de género es un invento ideológico. Heavy, ¿no?
Así que, no sé… habrá que explicar en los coles, en los descansos de la Champions, en los botes de Cola Cao, en las lendreras o en el carrusel deportivo y a todos los cuñados de la galaxia lo que significa aupar al que no llega, ayudar a la que necesita un empujoncito extra (y nadie se lo daba hasta que llegaron las cuotas), que “NO es NO”, que “Not all men, but all of them were men”, que los menús, las lavadoras y el hogar en general es cosa de papá en la misma media que de mamá (incluido el chat del cole y la tortuosa gestión de los cumpleaños), y que el carrito de bebés, la goma y el rosa no son “de niñas”, hasta el infinito y más allá.
Es más, me vengo arriba (¡que suene Purple rain!), el kit de bienvenida a este mundo debería incluir un audiolibro que enseñe de una vez por todas que el feminismo no ataca a los chicos, sino al SISTEMA. Que empujar para que las niñas tengan las mismas oportunidades, es luchar por ellos mismos también, porque es hacerlo por un mundo mejor. Que aquí no hay bandos enfrentados sino un frente común: LA DESIGUALDAD (También molaría que ese libro mágico les enseñase a no ser racistas, reciclar, decir NO a la guerra, lo sé, lo sé…) En fin, que, a lo que iba, es ahí, en la infancia, donde está todo el turrón de la humanidad, es decir, en nuestras casas jugando a la Nintendo.
Así que, PADRES (y madres y tías y abuelos y cuñados del mundo), tenemos el futuro del feminismo en nuestras manos, así que démonos la mano, para que llegue el día en el que, cuando le pregunten a un niño: ¿qué quieres ser de mayor?, él responda: “Yo de mayor, seré feminista”.
Como papá, como mamá (y sus cuñados).
Virginia Mosquera es directora creativa, escritora, cineasta, feminista, amiga de sus amigas y madre. A veces en la ventana toca el ukelele.
