De Altamira a los Gerety
Virginia Mosquera
Son las casi 12 de la noche del día en el que me había comprometido a entregar este artículo que era para ayer. Pero como soy esclava de mi tiempo y llevo todo el día en los Gerety Awards (sí, esos premios de creatividad, de los que ahora hablaremos, juzgados íntegramente por mujeres) (sí, solo mujeres), y luego he tenido un sarao con Pink Perreo incluido, más acostar a los niños con las pertinentes dicisiete páginas de Manolito Gafotas. Estoy, como todas las madres de España y del Universo conocido, derrengada. Así que me siento a escribir y lo que me sale es una pregunta que me ha soltado esta tarde un caballero: “¿Y realmente —dijo el caballero— es necesario un festival creativo juzgado exclusivamente por mujeres?” “Pues —contesto sin pensarlo demasiado—, si existe… será por algo, caballero”. Y haciendo la voltereta lateral mental, me he ido a la conversación más cercana con mi Pink chupito, para toparme de bruces con una joven promesa de la publicidad que va, y me repite la misma pregunta. Dos de dos. Ahí es cuando, reflexionando en público expongo que:
A. No he tenido que explicarle a ningún señoro ninguno de los insights de los 200 spots que nos hemos zampado: techo de cristal, violencias invisibles, miedo a volver solas, mansplaining, corresponsabilidad en la crianza, perminepausia, equidad, etcétera.
B. Era delicioso contemplar cómo todas los pillábamos, ¡boom!, a la primera, incluso detectando cuando el case feminista cojeaba de condescendencia masculinoide (oliéndonos lo que sospechábamos al unísono: que se trataba de ideas de tíos, haciéndose los chachis), pero oye, todo intento bueno es, incluso si es fallido. Desde aquí un saludo a todos los hombres que se ponen la camiseta morada, os queremos, os necesitamos, seguid. Sigo.
C. No se han creado dinámicas machirulescas. Hemos ido mucho al baño, hemos sido eficaces y nos hemos regalado altas dosis de admiración y sisterhoodismo. Llegado a un punto hemos detectado que había muchos cases de tendencia morada. Mmm, se han arqueado algunas cejas… Pero como somos señoras instruidas y talentosas, con grandes capacidades para debatir y generar pensamiento, más allá de la mera publicidad, nos hemos cargado los que nos presuponían dispuestas a hondear banderas a su favor por el mero hecho de ser morados.
Luego… copazo en mano, le diré a esa joven promesa de la publi que el problema es muy sencillo. Si me preguntas si es necesario juzgar en femenino te responderé: ¿Por qué c*ñ* me preguntas algo así? Y en esa respuesta cabrá el mundo entero, la historia de la humanidad contada en millones de tías que, desde Altamira (sí, eran de tías esas manitas) hasta nuestros días, se han quedado en los márgenes de las fotos, fuera de la opinión, a orillas del relato mirándose los pies o esperando que un príncipe azul las dejara decir esta boca es mía, porque para opinar ya estaban ellos, así que, como dice Manolito Gafotas (otra tía, en el fondo), el porqué de su existencia es un misterio que científicos de todo el mundo mundial no han podido ni podrán averiguar, pero qué bien lo pasamos.
Virginia Mosquera es directora creativa, escritora, cineasta, feminista, amiga de sus amigas y madre. A veces en la ventana toca el ukelele.