No se nace feminista, se llega a serlo

Lucía Marín Moreno

Lucía Marín Moreno

Yo no nací feminista. Cuando vine el mundo me limitaba a dormitar (supongo que todos los bebés se podrán identificar conmigo) y no era consciente de que en un futuro ‘ser mujer’ formaría una gran parte de mi identidad. Diecinueve años después, sé que soy una mujer cis, dado que tengo el privilegio de pertenecer al género que me asignaron al nacer. Esto me ha dado más facilidades que a mis compañeras trans, porque a mí nunca me han cuestionado si era una mujer de verdad. Aun así, y esto es común a todas las mujeres, tengamos el cuerpo que tengamos, nos enfrentamos a un enemigo común: el patriarcado.

Para entender qué es este monstruo que, en base al género, vulnera nuestros derechos y libertades, hay que hablar también de feminismo, uno de los temas favoritos de los ‘cuñados’ en la cena de Navidad. Por mucho que todavía haya gente que lo califique como el supremacismo femenino, este movimiento no deja de ser la lucha de las mujeres que se levantan contra el yugo del machismo, un problema estructural respaldado por el patriarcado. El título de este artículo hace referencia a una cita de Simone de Beauvoir, una de las mayores pensadoras feministas de la historia, que dice: “No se nace mujer, se llega a serlo”. Esta frase resulta igual de acertada para hablar de feminismo, puesto que al igual que ser mujer no es algo genético, tampoco lo es ser feminista. Si las mujeres somos feministas no es por gusto, sino porque tenemos que serlo.

Pero ponerse las gafas moradas no es tan sencillo como despertarse un día y abrir los ojos ante todas las injusticias que vivimos; esto pasa porque las mujeres lidiamos con el machismo mucho antes de ponerle nombre y lo normalizamos desde la infancia. Para ello hay que deconstruirse (sí, ese término que tanto les molesta a algunos adultos) y desaprender las ideas y roles que nos imponen cuando somos pequeñas. Una amiga me dijo una vez que el feminismo le había amargado porque ahora se daba cuenta de las vejaciones que sufrimos las mujeres solo por serlo. Podría decir que me ha pasado lo mismo, pero también me ha ayudado a ponerle nombre a una realidad que vivía y no sabía por qué me afectaba tanto.

Por otro lado, hay personas a las que les molesta que se apele al feminismo cuando se habla de cualquier tema. Mi respuesta a esto es sencilla: no hablaríamos sobre feminismo de manera recurrente si no hubiera machismo por todas partes. No es nuestra culpa que exista la cultura de la violación y del acoso hacia las mujeres. No fuimos nosotras las que creamos el techo de cristal y las que hicimos que nuestras carreras laborales parecieran carreras de obstáculos. Seis de cada diez mujeres renuncian a su trabajo por otro, los cuidados, no remunerado, que no se puede añadir a un currículo, y curiosamente siempre se nos relega a nosotras, no a ellos. Tampoco decidimos los cánones de belleza imposibles: antes, lo más bello era ser muy delgada; pero ahora, lo bonito es parecerse a una Kardashian. Nosotras no fuimos las que dijimos que la mujer ideal es aquella que no es fuerte y musculosa, sino delicada y poco voluminosa. La idea de que llevar mucho escote y una falda corta es de ‘frescas’ tampoco es de cosecha propia. La lista es infinita, pero, entonces, si nosotras somos las víctimas, ¿por qué se nos dice que somos demasiado insistentes? No pedimos privilegios, sino el derecho a que se nos deje en paz. No vamos a pedir permiso para conseguir lo que debería ser nuestro, vamos a exigirlo. El feminismo es personal y es político, un asunto de todas las mujeres. A su vez, debemos dejar nuestra mirada occidental de lado. Esta lucha tiene que ser interseccional y debe apoyar otras identidades también; porque las mujeres migrantes, racializadas, practicantes de otras religiones, trans y pobres también deben tener su espacio sin ser silenciadas por las voces cis, blancas y burguesas. Este movimiento es de todas sin excepción.

Por todo el camino que hemos recorrido y por toda la lucha que nos queda: no nos pararán.

Lucía Marín Moreno tiene 19 años y está haciendo el grado de Estudios Ingleses

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